Simeón de Bulgaria, Premio Sendero a la Paz 2002 de la Santa Sede

Por su contribución a la democracia en el país del que fue rey

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NUEVA YORK, 20 junio 2002 (ZENIT.org).- Simeón Saxo-Coburgo Gotha, ex rey de Bulgaria y primer ministro de la República, recibió este miércoles el Premio Sendero a la Paz 2002.

El galardón es concedido por la Fundación del mismo nombre creada por la Misión de la Santa Sede ante Naciones Unidas.

La Fundación, creada por el arzobispo Renato Martino, observador permanente del Vaticano ante la sede de la ONU en Nueva York, ofreció el reconocimiento a Simeón de Bulgaria, de 64 años, por su empeño en favor de su pueblo y de la paz en el mundo.

En años anteriores, han recibido el galardón los secretarios generales de la ONU Kofi Annan y Boutros-Ghali; la ex presidenta de Filipinas Corazón Aquino; el rey Balduino de Bélgica; y el ex presidente de Polonia, Lech Walesa.

En la ceremonia de recepción del galardón, Simeón afirmó: «Como primer ministro de Bulgaria estoy encantado de aceptar este premio. A pesar de que se me confiere a mí, lo considero como un reconocimiento al espíritu pacífico de los esfuerzos realizados por el pueblo de mi nación, que e una década turbulenta para la Europa sudoriental ha hecho de nuestro país un lugar de estabilidad y de tolerancia étnica».

Simeón acogió el mes pasado como jefe del Gobierno búlgaro al Papa en su país y, hoy, a un año de su elección, los primeros balances indican una mejora de la situación económica, acercando Bulgaria a su ingreso a la Unión Europea y la OTAN.

El premio le fue entregado por el arzobispo argentino Leornardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede.

«Toda su vida es muy especial –explicó a Radio Vaticano el arzobispo Renato Martino, presidente de la Fundación Sendero hacia la Paz–. Subió al trono de niño y luego fue exiliado. Creció y se formó en el extranjero, sin peder nunca de vista a su país y a su pueblo. Incluso desde el exilio ha siempre trabajado por ellos».

«Cuando finalmente cayó el comunismo, trató de volver a la patria, primero con pequeñas visitas hasta que fue aceptado con alegría por su pueblo. Su fidelidad, su trabajo y su empeño para hacer volver la democracia a su país, merecen ciertamente la admiración de todos. Este es el motivo por el que la Fundación le entrega el premio».

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ZENIT Staff

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