Sin acceso a la educación no hay desarrollo; recuerda el Vaticano en la ONU

Pide superar la disparidad educativa entre niños y niñas

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

NUEVA YORK, 28 octubre 2003 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha asegurado ante las Naciones Unidas que sin educación –derecho humano declarado– no es posible alcanzar el «desarrollo sostenible».

La reivindicación fue presentada por el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente del Vaticano ante la ONU, al intervenir el 20 de octubre ante el Comité de la asamblea general que afrontó la preparación de la Década de Educación para el Desarrollo Sostenible, que comenzará el 1 de enero de 2005.

El prelado pidió, en su intervención, romper en esta década con un dramático «círculo vicioso»: «Los niños no van a la escuela o bien porque no hay escuela dónde ir o bien porque no hay dinero para pagar el sueldo de los maestros».

Los niños no van a la escuela, siguió denunciando, «porque son obligados a trabajar por su propia supervivencia o para apoyar a su familia, porque que son secuestrados o alentados a entrar en situaciones de conflictos armados, con escuelas cerradas o destruidas; porque pertenecen a religiones o minorías étnicas; o simplemente porque les es imposible encontrar una escuela en el radio de sus posibilidades».

«Estos niños, privados de las oportunidades educativas, se ven marginados del desarrollo y, excluidos del desarrollo, en su mayoría serán analfabetos para el resto de sus vidas», denunció terminando de describir el «círculo vicioso».

En particular, el arzobispo pidió en nombre de la Santa Sede que durante la próxima década se superen de manera particular «las cuestiones de las disparidades de género a todos los niveles de educación» para que «niñas y niños tengan igual acceso».

El representante papal aseguró el compromiso eclesial en este campo, que constituye uno «uno de los grandes éxitos de la Iglesia» en todo el mundo.

«Miles de escuelas primarias y secundarias, así como centros de alfabetización, y estructuras que los apoyan, son gestionados por instituciones de la Iglesia, y ofrecen un lugar en el que los niños, jóvenes y adultos pueden construir un fundamento para una vida mejor», recordó.

«De todos modos –aclaró–, el primer educador es la familia, en la que los niños aprenden a respetar a su vecino y la naturaleza del amor».

«El cumplimiento de estos objetivos llevará tiempo, pero las oportunidades educativas tendrán un impacto inmediato, verificable y medible en el bienestar de la gente y en el dearrollo sostenible», concluyó.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación