Sin desarme la paz queda desarmada, dice el presidente de «Justicia y Paz»

Destinar esos recursos al desarrollo, pide al presentar el mensaje papal para la paz

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CIUDAD DEL VATICANO, 17 diciembre 2002 (ZENIT.org).- El arzobispo Renato R. Martino, presidente del Consejo Pontifico para la Justicia y la Paz, considera que para erradicar el hambre en el mundo y crear condiciones de paz es necesario el desarme.

El hasta hace poco «embajador» de Juan Pablo II ante la ONU, hizo este martes estas declaraciones al presentar el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero), que lleva por título «»Pacem in Terris», una tarea permanente», en recuerdo de la encíclica de Juan XXIII, que pronto cumplirá los 40 años (fue escrita el 11 de Abril de 1963).

«Si el nuevo nombre de la paz es el desarrollo, el desarme para el desarrollo tendría que hacerse más necesario cada día», manifestó monseñor Martino.

«No se podrá eliminar el hambre en el mundo si se invierten tantos millones de dólares al año en gastos militares –siguió diciendo–. Los países desarrollados, que son aquellos que más gastan en armas y más venden armas a los pobres, tienen la responsabilidad de hacer que estos recursos se destinen al desarrollo y no a la guerra. Si no procedemos al desarme, la que queda desarmada es la paz», ha puntualizado.

El desarme tiene que ir acompañado de pequeños gestos de paz en la vida cotidiana, indicó el prelado, citando la invitación del Papa en su mensaje para que cada uno, en su ambiente, genere gestos pacíficos. La paz, añadió, tiene que respetar la verdad y cumplir los compromisos. En este sentido, el prelado aludió a las promesas que los países desarrollados hacen particularmente en las cumbres mundiales a los países en vía de desarrollo para reducir la deuda externa y la pobreza.

«Después del 11 de septiembre, la paz está amenazada por el cáncer del terrorismo internacional», reconoció Martino. «La respuesta al terrorismo y a la violencia no es nunca más violencia. La paz no es debilidad sino fuerza», señaló.

La paz, según matizó el prelado evocando la encíclica del Papa Bueno, «no consiste en la ausencia de guerra sino en mucho más: la paz se construye sobre principios morales que reconozcan la libertad humana».

Monseñor Martino aclaró que el mensaje del Papa no ha querido hacer referencias a muchos de los conflictos que azotan el mundo, a excepción del conflicto en Tierra Santa, al que dedica un pasaje específico.

Para Martino, palestinos y judíos «están condenados a la paz, no pueden hacer nada más que convivir en paz, pues hasta la misma configuración geográfica lo reclama».

En respuesta a las preguntas de los periodistas sobre la posición de la Iglesia ante una posible guerra «preventiva» en Irak, el presidente de «Justicia y Paz» distinguió entre el derecho de las personas y los Estados a defenderse ante una agresión injusta y la guerra preventiva.

Defenderse ante un ataque sería una respuesta legítima porqué ha habido una agresión injusta, según Martino, «pero una guerra preventiva no, porqué es una guerra de agresión y no hay duda alguna de que no pertenece a la definición de guerra justa», que consiste en la legítima defensa.

En lo que concierne al nuevo orden moral internacional que querría el Papa, el arzobispo italiano ha citado tres exigencias que requieren respuesta. La primera, que la paz no prescinda de la moral. Segundo, que se constituya una «nueva organización de la familia humana, sin entender por esto la constitución de un super-estado global». Y, por último, un mayor vínculo entre moral y política. La política, según el Papa, es una actividad humana, y por este motivo sujeta al juicio moral, ha precisado monseñor Martino.

Por último, monseñor Martino, que ha sido durante 16 años observador permanente de la Santa Sede en la sede de la ONU en Nueva York, admitió que no vería inconveniente en un posible ingreso del Vaticano como miembro en la ONU ya que «las Naciones Unidas son un instrumento de paz».

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ZENIT Staff

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