Sin la Eucaristía no se puede comprender a la Iglesia, constata el cardenal de Québec

Al comenzar el Simposio Teológico Pastoral que prepara el Congreso Eucarístico Internacional

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GUADALAJARA, miércoles, 6 octubre 2004 (ZENIT.orgEl Observador).- La constatación de que sin comprender la Eucaristía no se puede comprender a la Iglesia inauguró este miércoles el Simposio Teológico Pastoral que prepara el Congreso Eucarístico Internacional en esta ciudad mexicana.

La observación fue formulada por el cardenal Marc Ouellet, arzobispo de Québec (Canadá), al hacer una panorámica de la encíclica Ecclesia de Eucharistia (17 de abril de 2003) de Juan Pablo ll, texto base del simposio.

En una exposición magistral –dictada en perfecto español– el cardenal Ouellet partió de la pregunta que considera fundamental para el catolicismo en estos momentos: «¿Qué relación resulta de la Eucaristía con la Iglesia y de la Iglesia con la Eucaristía a partir de la última encíclica?».

El arzobispo de Québec respondió a la pregunta con la frase con la que el Papa comienza el documento: «la Iglesia vive de la Eucaristía».

Por este motivo, alentó «una renovación de la devoción de este sacramento por excelencia».

Advirtió que se han presentado múltiples problemas de orden teológico, ecuménico y disciplinario en la relación de la Iglesia con el sacramento de la Eucaristía, lo que motivó la intervención del Magisterio, no solamente para corregirlos, sino para que se vuelva a descubrir en la Eucaristía la identidad del pueblo de Dios, la belleza de la Esposa de Cristo y el dinamismo misionero que de ella emana, como sacramento de salvación para toda la humanidad.

Al identificar algunos de estos problemas más importantes, el cardenal Ouellet constató que existe «una tendencia difundida a reducir el misterio a su dimensión humana convivial; una conciencia debilitada del papel propio e irremplazable del ministro ordenado; el olvido o la ocultación de su dimensión sacrificial, así como las falta de respeto de las normas litúrgicas sobre el ordenamiento de la celebración de la disciplina de la comunión».

Concluyó poniendo el acento en una necesaria profundización de la relación entre la Eucaristía y la Iglesia en perspectiva nupcial, pues consideró que, a través de este misterio, «se puede lograr una relación de la eclesiología con la cristología más equilibrada, ya que la Eucaristía aparece como la expresión suprema de la Alianza, hecha universal y concreta por la misión del Espíritu Santo, la mediación de María y la apostolicidad del Misterio».

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ZENIT Staff

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