ROMA, 28 enero 2003 (ZENIT.org).- ¿Qué papel desempeñan los creyentes dentro de un sindicato? ¿Qué aporta la doctrina social de la Iglesia al sindicalismo? Estos temas han centrado este martes el seminario de trabajo «Sindicalistas creyentes», organizado por la Oficina Nacional para los Problemas Sociales y el Trabajo de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI).
El profesor de filosofía social, Mario Toso, explicó que «los sindicalistas pueden tener expectativas ante la Iglesia, y ésta puede responder mejor a sus necesidades si entre sindicatos e Iglesia se establece un círculo virtuoso».
«El Evangelio es una fuerza renovadora y transformadora que hace crecer una nueva cultura y solicita respuestas innovadoras», explicó Toso, animando a los sindicalistas cristianos a no renunciar a su identidad humano-cristiana, ya que gracias a ella podrán llevar al sindicato «un torrente de energía necesaria para reforzar la bondad ética de la acción social».
El catedrático Toso, profesor en la Universidad Pontificia Salesiana y en la Universidad Pontificia Lateranense, aclaró que «si los fieles laicos comprometidos en los sindicatos no ayudan a la Iglesia, ésta tendrá una idea de sindicato anticuada».
Lo importante, explica Toso en declaraciones a Zenit, es que «Iglesia y sindicatos se iluminen mutuamente, y que ambos aprendan a dar y a recibir».
La doctrina social de la Iglesia (DSI) hace una aportación ético-cultural al sindicato, especialmente invitando a descubrir las raíces de los valores universales y comunes, especialmente del bien, y también «optando por los más pobres, invirtiendo y confiando en sus potencialidades humanas y culturales», aclara el profesor.
«El creyente y el sindicalista cristianos, comprometidos en actividades formativas y apostólicas, están llamados a participar en la maduración de la Iglesia», sostiene Toso.
