Siria, la tierra que dio a la Iglesia varios Papas

Juan Pablo II será sin embargo el primer Pontífice que visita el país

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DAMASCO, 1 mayo 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II seguirá las huellas del apóstol Pablo camino de Damasco, la próxima semana, cuando viaje a Siria, una tierra en la que han nacido varios Papas pero que nunca había sido visitada por uno de ellos.

El primer Papa del que se sabe que era sirio (de algunos Papas de los primeros tiempos no se conoce el origen), es el número once de la historia de la Iglesia, San Aniceto cuyo pontificado duró del año 155 al 166. Aniceto llegó a Occidente desde Siria y entró en la comunidad cristiana como colaborador de Justino en la lucha contra la herejía imperante en Roma en aquellos años.

En el año 160 mantuvo un encuentro con San Policarpo, que tenía ya ochenta años, último superviviente de los discípulos directos de los apóstoles, para dialogar sobre las divergencias entre la Iglesia de Oriente y la de Occidente sobre la celebración de la Pascua. El encuentro lo narró luego San Ireneo: «Ni Aniceto pudo mover a Policarpo a sacrificar la costumbre que había siempre observado con Juan, discípulo de Nuestro Señor, y con los otros apóstoles, con los que había estado en relación, ni Policarpo movió a Aniceto a abrazar esta tradición, declarando Aniceto que tenía que mantener la usanza de sus predecesores. A pesar de todo mantuvieron la comunión entre ellos y Aniceto, para honrarlo, hizo celebrar la Eucaristía a Policarpo en su iglesia y se separaron en paz».

Tuvieron que pasar muchos años hasta llegar a Sergio I, Papa número 84, que aunque procedía de Palermo (Sicilia) era originario de Siria, y ejerció el pontificado del 687 al 701. De notable cultura, se opuso decididamente a las doctrinas de Bizancio.

Justiniano II lo quiso arrestar pero se formó toda una milicia para salvar al Papa a la que se unieron los ciudadanos de Roma. El enviado del emperador, Zacarías, que llegó con el encargo imperial de arrestar al Papa, sintiéndose perdido no se le ocurrió otra cosa que refugiarse en el dormitorio del propio Sergio I. Zacarías se metió debajo de la cama del Papa y se desmayó. Sergio I lo reanimó, le exhortó a no tener miedo y a confiar en él. El feroz asesino se había
convertido en una oveja. El episodio tuvo repercusiones negativas en Oriente y el pueblo mismo, que se sintió ridiculizado, se volvió contra Justiniano II.

El oriundo de Siria, Sisinio, el Papa número 87, condujo la Iglesia durante tan sólo veinte días y murió cuando se preparaba a reforzar la muralla de la ciudad de Roma.

Le sucedió otro sirio, Constantino que fue pontífice del 708 al 715, y al que también tocó contender con el autoritario emperador Justiniano II. Se vio obligado por este a viajar a Constantinopla para debatir cuestiones doctrinales, y se encontró con el emperador en Nicomedia, donde mantuvieron larguísimas negociaciones y pocos resultados. En el 710 abandonó Constantinopla y esta fue la última visita de un Papa a aquella ciudad. Sólo doce siglos y medio después volvió el Papa Pablo VI, en julio de 1967, para encontrarse con el patriarca Atenágoras.

El Papa numero 90 fue Gregorio III, sacerdote de origen sirio elegido por unanimidad por el clero y por el pueblo, que subió al solio pontificio en el año 731 y gobernó la Iglesia durante diez años. Convocó un concilio y emitió un decreto de excomunión contra los iconoclastas. Apoyó la actividad evangelizadora de Bonifacio en Alemania.

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ZENIT Staff

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