Socavando la autoridad de los padres

Acceso de los menores al aborto y a los anticonceptivos

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ROMA, domingo, 18 noviembre 2007 (ZENIT.org).- – La autoridad de los padres sobre sus hijos ha recibido hace poco un duro golpe tras una sentencia del Tribunal Supremo de Alaska, que permite a las chicas menores de edad abortar sin el consentimiento de sus padres.

Según un reportaje de Associated Press el 3 de noviembre, la sentencia confirma otra del Tribunal Superior que consideraba inconstitucional la Ley de Consentimiento de los Padres.

En la sentencia que explicaba la decisión de 3 a 2, el presidente del tribunal, Dana Fabe, indicaba que, aunque están de acuerdo en que la constitución permite un esquema que da lugar a la notificación a los padres, la ley en cuestión violaba el derecho a la privacidad de la menor.

En contraste, el juez Walter Carpeneti, que escribió una opinión en contra, afirmaba que la ley busca un equilibrio entre el derecho a la privacidad, el interés del estado en proteger a los niños y el derecho de los padres a tutelar a sus hijos.

Según Associated Press, la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, describió la sentencia como «indignante». «El Tribunal Supremo del Estado le ha fallado a Alaska al separar a los padres de sus hijos con esta crítica decisión, yendo en la dirección exactamente contraria de lo que buscaba la ley», comentaba.

Según un estudio de Stateline.org, un servicio de noticias con sede en Washington, los estados han aprobado dos tipos de leyes referentes al aborto y la implicación de los padres. El primer tipo requiere que uno o ambos padres aprueben el procedimiento, mientras que el segundo tipo apenas exige a los doctores que se lo notifiquen a los padres antes de llevar a cabo el aborto de una menor.

En total, el 11 de junio, la última vez que se publicó la información, 22 estados tenían en vigor leyes que requieren la aprobación de al menos uno de los padres. Otros doce estados hacen cumplir leyes de notificación a los padres. Utah tiene en vigor leyes tanto de consentimiento como de notificación.

Problemas legales
No obstante estas leyes han encontrado problemas legales en algunos estados. En nueve estados, los tribunales han rechazado la implicación de los padres por violar la privacidad y las cláusulas de igualdad de protección de sus respectivas constituciones.

La Heritage Foundation analizaba en un informe publicado el 5 de febrero la utilidad de las leyes de consentimiento de los padres para abortar. Michael J. New, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Alabama, demostró que las leyes que exigen la implicación de los padres han reducido la tasa de abortos en menores en un 16%.

Otro tipo de legislación pro vida, la que restringe la financiación pública para abortos de chicas menores de edad, también ha reducido notablemente la tasa de abortos.

New sostenía que la importancia de la legislación pro vida se suele ignorar a la hora de explicar el descenso de abortos entre adolescentes. Entre 1985 y 1999, la tasa de abortos en menores cayó casi un 50%, si se compara con el declive del 29% de la tasa de abortos general. «Aunque algunos factores pueden haber contribuido a este declive, no puede ignorarse el impacto de la legislación pro vida sobre la incidencia del aborto entre menores», indicaba.

Anticonceptivos en la escuela
Muchos países están haciendo cada vez más sencillo que las estudiantes reciban anticonceptivos sin informar a sus padres. En el Reino Unido, el periódico Telegraph informaba el 30 de octubre que el año pasado casi una de cada seis chicas recibió anticonceptivos, incluso aunque su edad fuera inferior a la legal para tener sexo.

Según el artículo, 50.000 chicas de 15 años visitaron clínicas de anticoncepción en el 2006-2007, junto a otras 31.000 de 13 ó 14 años. Los datos proceden del Information Center for Health and Social Care.

Mike Judge, portavoz del Christian Institute, comentaba las estadísticas del Telegraph. Pedía que se les diera guía y apoyo moral, en vez de distribuir anticonceptivos. «La mayoría de las mujeres que recuerdan su adolescencia lamentan haber comenzado su actividad sexual demasiado pronto», añadía.

Otro reportaje del Telegraph, publicado el 9 de julio, explicaba que chicas, de hasta 11 años de edad, pueden obtener en el colegio la píldora del día después sin decírselo a sus padres. La píldora está disponible en las clínicas de salud sexual en los colegios de secundaria de Inglaterra, que se han establecido como parte de una campaña para frenar el embarazo adolescente.

En Estados Unidos, los responsables de un colegio del estado de Maine defendieron su decisión de permitir anticonceptivos a niños de hasta 11 años, informaba Associated Press el 18 de octubre. El King Middle School de Pórtland se ha convertido en el primer colegio de Maine en disponer de una amplia serie de anticonceptivos, incluyendo píldoras de control de natalidad y parches.

Aunque los estudiantes necesitarían el permiso de los padres para utilizar el centro de salud de la ciudad que se encuentra en el colegio, no tendrán que decirles que buscan anticonceptivos.

En Maine, el sexo con un menor de 14 años se considera un grave abuso sexual. Según Associated Press, los funcionarios declararon que no estaba claro si se exigiría a las enfermeras de los centros de salud que informaran de estas actividades.

Durante años en los institutos de Pórtland se han ofrecido anticonceptivos orales, informaba el New York Times el 21 de octubre. Douglas Gardner, director de servicios sanitarios y humanos de la ciudad, explicaba que los responsables de sanidad decidieron ampliar su acceso a los colegios de secundaria tras saber que, durante los últimos cuatro años, 17 alumnas de secundaria se habían quedado embarazadas. El artículo informaba que cerca de un cuarto de las clínicas de los colegios, la mayoría de ellas en institutos, proporcionan algún tipo de anticonceptivo.

Crear confusión
Mons. Richard Malone, obispo de Pórtland, afirmaba sentirse conmocionado por la decisión, informaba el Boston Globe el 20 de octubre. El prelado católico declaró que la medida conduciría inevitablemente a más experimentación sexual entre los chicos más jóvenes.

También expresó su preocupación por cómo se hace de menos a los padres: «Cuando se dan mensajes contradictorios a los niños desde importantes figuras de autoridad como los padres y los responsables escolares, puede crearse una gran confusión y dificultad para los mismos niños a la hora de tomar esta importante decisión vital». A parte de minar la autoridad de los padres, la medida de aumentar el uso de anticonceptivos entre los escolares ha tenido lugar cuando se plantean muchas cuestiones sobre su seguridad.

Un consejo consultivo de ginecólogo, obstetras y otros expertos ha manifestado a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos que los fabricantes deberían recoger más datos sobre los efectos secundarios potenciales de las píldoras de control de natalidad y los anticonceptivos hormonales tras su llegada al mercado, informaba Reuters el 24 de enero. Sin embargo, los miembros del consejo añadieron que las empresas farmacéuticas no quieren comenzar estos estudios debido a los altos costes y para no destapar posibles efectos negativos.

Preocupación por la salud
Una asociación de consumidores, el Public Citizen Health Research Group, también ha presionado para que haya más investigación sobre los problemas de salud, informaba el New York Times el 13 de febrero. A principios de año el grupo pidió a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos que prohibiera algunos anticonceptivos orales, de baja dosis y populares, que contienen desogestrel, una forma sintética de la hormona progestina.

Según el artículo, el grupo citaba más de una docena de estudios que indicaban que estas píld
oras se habían relacionados con trombos en la sangre de mujeres con más frecuencia que las versiones anteriores, que usaban formas diferentes de progestina.

En un artículo publicado el 2 de mayo, Andrea Mrozek, responsable de investigación en el Institute of Marriage and Family Canada, escribía sobre los riesgos de cáncer de los anticonceptivos. Un meta análisis llevado a cabo por el doctor Chris Kahlenborn, un internista de Pennsylvania, mostraba que tomar la píldora de joven, antes de haber tenido hijos, aumenta las posibilidades de desarrollar cáncer de pecho en una media del 44%, escribía Mrozek.

El trabajo de Kahlenbron se publicaba el año pasado en la publicación de prestigio mundial Mayo Clinic.

Un reportaje de Stateline.org de fecha 27 de marzo observaba con ironía la tendencia hacia leyes que prohíban a los menores actividades como fumar, beber e ir a los establecimientos de bronceado por sus efectos en la salud.

Este año, Utah y Virginia se unirán a otros 25 estados norteamericanos en limitar el uso de aparatos de bronceado debido a la preocupación por el cáncer. La mayoría de la leyes, informaba Stateline.org, exigen que los menores consigan el permiso de sus padres, aunque algunos estados prohíben por completo a los menores las salas de bronceado.

El artículo añadía que algunos otros estados consideran prohibiciones similares. Una cultura que prohíbe el bronceado, pero da luz verde a los anticonceptivos y al aborto para chicas en edad escolar, ha perdido sin duda de vista qué es lo importante.

Por el padre John Flynn, L. C.

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ZENIT Staff

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