¿Sólo Jesús puede salvarnos?

Comentario al evangelio de la Epifanía del Señor/C

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Ofrecemos el comentario al evangelio del próximo domingo de nuestro colaborador padre Jesús Álvarez, paulino.

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«Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo. Herodes… reunió de inmediato a los sumos sacerdotes y a los que enseñaban la Ley al pueblo, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá». Los Magos se dirigieron hacia Belén, y de pronto la estrella se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al entrar a la casa encontraron al niño con María, su madre; se arrodillaron y lo adoraron». (Mateo 2, 1-12)

Los judíos pretendían que el Mesías esperado fuera solo para ellos, como también hoy muchos católicos y no católicos pretenden que Jesús, el Salvador del mundo, les pertenezca en exclusiva.

Pero el mismo Jesús, recién nacido, ya hizo llegar su salvación también a los paganos, los reyes magos, y luego empezó su misión pública predicando en una zona de paganos: Galilea. Y casi todos los apóstoles, después de Pentecostés, fueron a predicar la salvación de Jesús por todo el mundo pagano entonces conocido. San Pablo es el abanderado de la evangelización de los paganos.

La fiesta de la Epifanía –manifestación de Dios–, nos recuerda que Jesús vino para salvar a todos los hijos de Dios en todo el mundo: “A quienes lo acogen, les da el poder ser hijos de Dios”. “Ha aparecido la bondad y misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. La verdad de Dios y la dicha de la eternidad feliz.

Dios realiza su salvación no solo dentro de los límites de la Iglesia católica. Sin embargo, “fuera de Cristo no hay salvación”. En la Iglesia católica tenemos los máximos medios de salvación, pero no la exclusiva de la salvación de Cristo, el único Salvador universal. No hay otro. El católico que no aprovecha con gratitud los máximos medios de salvación ofrecidos por la Iglesia, se autoexcluye de la salvación.

Por otra parte, el Salvador llega a multitudes de no católicos con la difusión multimedial de su Palabra, y sobre todo desde la Eucaristía celebrada en la Iglesia, “sacramento universal de salvación”.

Para multitud de hijos de Dios en todo el mundo, que no reciben el bautismo de la Iglesia católica, sigue vigente el bautismo de deseo y el bautismo de sangre, con la misma eficacia redentora y salvadora que tiene el bautismo católico, pues en los tres el mismo Espíritu es quien bautiza y salva.

Sigue vigente la comunión con Cristo de quienes “comulgan”, como buenos samaritanos, con el prójimo necesitado, con el cual Jesús mismo se identifica: “Tuve hambre y ustedes me dieron de comer…, vengan benditos de mi Padre a poseer el reino preparado para ustedes desde el principio del mundo”; “Todo lo que hagan a uno de estos, a mí me lo hacen”. “Si perdonan, serán perdonados”. Actitudes que medios de salvación también fuera de la Iglesia.

La Palabra de Dios, comunicada por los medios de masas, sigue siendo sacramento de salvación para la humanidad: “A toda la tierra llega su mensaje”. “Ustedes están limpios por la palabra que les he dicho”. “Quien escucha mi Palabra y la cumple, tiene vida eterna”. ¡Y la cumplen muchos que ni siquiera conocen a Dios, su Padre ni a Jesús, su hermano y Salvador. Pero el Espíritu Santo, “sopla donde quiere”, y graba la Palabra Dios en sus conciencias y en sus corazones.

Un sin número de gente vive las Bienaventuranzas fuera de la Iglesia católica, aunque no las conozcan. Y cada una de ellas, cumplida por amor, es una tabla de salvación para quienes no pueden subir a la “barca preferida de Jesús”, la Iglesia.

Colaboremos con la misión salvadora universal de Jesús también fuera de la Iglesia, con la oración, los sufrimientos ofrecidos, el testimonio y la utilización de los medios a nuestro alcance.

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Jesús Álvarez

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