Sri Lanka: Los refugiados obligados a volver afrontan el peligro de minas

Advierte el arzobispo de Colombo y pide la rehabilitación de los niños soldados

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COLOMBO, domingo, 5 diciembre 2009 (ZENIT.org).- Tras la decisión del Gobierno de Sri Lanka de enviar a los refugiados de vuelta a casa, el arzobispo de Colombo advirtió del peligro de minas personales que acecha a estas personas desplazadas.
 
El arzobispo Malcolm Ranjith hizo esta declaración este martes en una entrevista con «Ayuda a la Iglesia Necesitada», en la que respondía al anuncio del Gobierno ese mismo día de sus planes de enviar a casa a unos 136.000 refugiados tamiles desde los campos superpoblados.
 
Los refugiados han estado viviendo en estos refugios provisionales desde los combates entre el Gobierno y los tigres tamiles rebeldes, obligándoles a salir de sus casas en el norte del país y que acabaron en mayo.

La agencia humanitaria indicó que estos campos dirigidos por el Gobierno mantenían  más de 300.000 refugiados en el culmen del conflicto.

El prelado alegó, sin embargo, que se necesita una acción antes de que las personas desplazadas puedan volver a casa.

«Algunos de los lugares por donde los tamiles están regresando están fuertemente minados. Pueden resultar heridos o peor», dijo

El arzobispo añadió: «La comunidad internacional nos recriminará por enviarles a la muerte, por tanto debemos asegurar que no hay minas sobre el terreno».

Hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que apoye este esfuerzo, señalando que se haga también presión sobre el Gobierno para «actuar rápido».

«La comunidad internacional debería ayudar a Sri Lanka a limpiar de minas el área tan rápido como se pueda y ayudar a reconstruir las infraestructuras: reconstruir las carreteras, reparar las vías férreas y llevar las cosas a la normalidad», afirmó el arzobispo Ranjith.

También hizo un llamamiento a los refugiados tamiles para que tengan un voz política, afirmando: «A través de políticas locales, deberían ser capaces de representar a sus propias áreas».

«Quizás el Gobierno debería darles más que sólo un consejo provincial de manera que puedan tener más que decir en sus propias áreas», añadió.
 
Recordó las necesidades de los diez mil niños que fueron reclutados por las fuerzas rebeldes y que actualmente tienen «severa necesidad de terapia y trabajo de reconciliación».

El arzobispo afirmó: «Debemos asegurar que estas personas -ex niños soldados- sean rehabilitadas y curadas. Ahora están siendo entrenadas para regresar a la vida normal pero llevará tiempo».

Es importante darse cuenta de que estas décadas de duración de la guerra han supuesto malas actuaciones por ambas partes, dijo.

Y añadió: «Esta no es una situación en la que se pueda decir que un lado es el pecador y otro un santo. Ambos son pecadores. Ambos han cometido errores».

«Lo que deben hacer los líderes religiosos es animar al Gobierno de Sri Lanka a resolver esto a través de una solución política. No podemos volver a la violencia».

«Para crear un nuevo Sri Lanka –afirmó–, todos los líderes religiosos deberían conseguir que la gente viva sus valores religiosos lo más noblemente posible».

«Si la gente hubiera creído en su religión como debería, nunca habríamos tenido tanta violencia y muerte», afirmó.

La guerra entre tamiles y cingaleses debería haber sido evitada, aseguró, si ambos grupos se hubieran opuesto a las fuerzas radicales dentro de sus comunidades.

«Un poco de buena voluntad para el compromiso entre posiciones atrincheradas habría dado un resultado bien diferente», aseguró.
 
Y concluyó: «Incluso nosotros [la Iglesia] trató de ofrecer a las dos partes algún tipo de cordura pero no nos escucharon. Fue un problema que debería haber sido resuelto hace mucho tiempo».

Traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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