Suiza: Zurich permite el «suicidio asistido» en residencias de ancianos

El 1,1% de los residentes han mostrado deseo de recurrir a la medida

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ZURICH, 29 oct (ZENIT.org).- El «derecho» al «suicidio asistido» para los ancianos ingresados en residencias ha llegado a suiza. La noticia ha causado sobresalto en el prestigioso diario de la capital económica suiza, el «Neue Zürcher Zeitung».

La decisión de conceder este nuevo «derecho» no ha sido tomada tras el debate de una ley federal, sino que se debe a una iniciativa del jefe del departamento sanitario del Ayuntamiento de Zurich, Robert Neukomm, del cual dependen las residencias de ancianos.

En Suiza, la Ley prohibe la eutanasia activa (la muerte del paciente a petición suya) pero deja abiertas algunas rendijas. Sobre todo, no regula la «eutanasia pasiva» (es decir la interrupción de cuidados necesarios para permanecer con vida: transfusión, aparato respiratorio, etc.) y sobre todo consiente, con sutileza jurídica, justamente la «ayuda al suicidio», que sólo está penalizado si se demuestran intereses de terceros interesados.

Hasta ahora, sin embargo, el suicidio, asistido o no, estaba prohibido por una normativa municipal en las residencias de ancianos de Zurich, en las que estaba vetada la entrada de las asociaciones de «ayuda a la muerte».

Ahora, sin embargo, se cambia de línea y esto ha sido visto como un progreso: «En una sociedad cambiada que
da alto valor al derecho a la autodeterminación –sentencia Neukomm– no había ya sitio para semejantes prohibiciones».

Pero hay más. Se prevé también la manera en la que la persona acabará con su vida. Antes, los ancianos «aspirantes a suicidas» se veían obligados a dejar la propia residencia para realizar en otro lugar su plan. Ahora todo se desarrolla en la «atmósfera familiar» de la residencia.

La normativa prevé que quien pide el suicidio asistido esté en total posesión de sus facultades mentales. En caso de que haya dudas sobre la plena integridad mental de la persona interesada, o sobre posibles presiones de terceros, la petición de suicidio no será bloqueada automáticamente, sino que será evaluada por una comisión. En los preparativos, por último, no podrá participar el personal de la residencia, pero podrá, si así lo quiere «estar presente».

Y, sin embargo, Neukomm reconoce que a menudo esta decisión se toma en un momento de depresión aguda. El Departamento sanitario ha presentado estudios según los cuales entre el 85 y el 95% de los suicidas frustrados (de todas las edades) salvados en el último momento, se sintieron muy contentos por haber permanecido con vida.

Albert Wettstein, jefe de los médicos municipales, afirma: «sólo el 1,1% de los internos de casas de ancianos han mostrado el deseo de suicidarse». El temor ahora es que la normativa constituya un peligroso «aliciente» y además un «primer paso» hacia la eutanasia activa.

Según revelaba ayer el noticiero internacional de «Radio Vaticano», varios representantes de la Iglesia católica en Suiza se han manifestado claramente en contra de esta disposición.

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ZENIT Staff

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