Belleza degradante

Una exposición con desnudos de menores de edad plantea el debate

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ROMA, martes, 4 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Tras encenderse un agrio debate a principios de este año en Australia por la exhibición de retratos desnudos de chicas menores de edad, el fotógrafo Bill Henson acaba de inaugurar una muestra de su obra en Nueva York.

Según un reportaje el 18 de octubre en el periódico australiano Age, la muestra no ha causado muchas protestas, pero ha incomodado a algunos «sofisticados neoyorkinos» debido a las imágenes sexuales explícitas de las jóvenes.

En Australia, la muestra de Henson fue seguido por el furor provocado por la publicación de una foto de una niña de cinco años desnuda en la portada de una revista financiada por los contribuyentes. Maurice O’Riordan, redactora de Art Monthy, Australia, defendía la portada, pero, según un artículo del 9 de julio en el periódico Australian, cada vez estaba «más aislada», incluso de sus colegas en el arte.

El problema de las imágenes de alto contenido sexual va más allá de las fronteras del mundo del arte. Una serie de informes y libros en los últimos años ha documentado el impacto de una cultura siempre más lasciva con las jóvenes y las adolescentes.

Una comunicación al gobierno federal australiano con fecha del 15 agosto de la organización Women’s Forum Australia, con sede en Canberra, trataba el tema de la violencia hacia las mujeres y los niños.

Además de afirmar que la pornografía y la prostitución contribuyen a la violencia hacia la mujer, el documento sostenía que la promoción de actitudes que reducen el valor y la dignidad de las mujeres contribuyen a un clima en el que las mismas son maltratadas.

Cosificación

La cosificación de las mujeres y la sexualización de las chicas presente en la cultura popular condicionan a los hombres a tratar a las mujeres como mercancías para su placer sexual, mantenía el Women’s Forum Australia.

El afianzamiento de la pornografía puede verse en todo, desde la moda a las carteleras, los juegos y la música, apuntaba el documento. De igual forma, las revistas dirigidas a las chicas adolescentes tienen cierta responsabilidad por el tratamiento sexualizado de las adolescentes y las jóvenes.

El documento citaba un estudio de revistas dirigidas al mercado adolescente, que descubrió que tres cuartas partes del contenido era material sexualizado.

Además, Women’s Forum Australia se quejaba de que la lírica roquera se haya hecho cada vez más violenta, con muchas canciones que promueven la violencia sexual contra las mujeres. «La industria musical se ha ido entrelazando con la industria porno, con géneros enteros de música pop unidos con la industria porno en la producción de música y vídeo clips», indicaba el documento.

En él se proponen entre otras acciones un control más estricto de la publicidad, los juegos y la música dirigida a los niños. Women’s Forum Australia también pedía más control sobre la publicidad de carteles y otras formas de marketing que cosifican a las mujeres y a las chicas.

Otro estudio de la sexualización de la cultura, esta vez de Estados Unidos, era publicado a principios de este año por Meenakshi Gigi Durham, profesor de periodismo y comunicación de masas en la Universidad de Iowa.

Lolita Effect

En su libro, «The Lolita Effect» (The Overlook Press), Durham explicaba que los medios «malean y distorsionan la sexualidad de las chicas». Los niños son bombardeados desde una edad muy temprana con imágenes y mensajes sobre el sexo, que tienden a ser dañinos, sostenía la autora.

Comenzar la actividad sexual a una edad temprana lleva a altos índices de embarazo adolescente, a un aumento en la incidencia de las enfermedades de transmisión sexual entre los adolescentes y a los abusos sexuales, son algunos de los problemas que Durham menciona.

Está claramente mal adoptar la postura de culpar de todos los males a los medios, admitía Durham, y tenemos también que reconocer que muchos jóvenes son críticos avezados de los medios. No obstante, las representaciones sensuales e irrealistas perpetúan imágenes corporales y roles que son destructivos.

Además de describir el problema, junto con muchos ejemplos gráficos de los mensajes sexuales dirigidos a niños y adolescentes, Durham también recomendaba algunas medidas dirigidas a limitar el impacto de los medios en las chicas jóvenes.

Por ejemplo, los padres deberían hablar a sus hijos desde temprana edad sobre asuntos como la ropa y animarles a pensar de forma crítica sobre la clase de mensaje que ciertos grupos envían.

Ayudar a las chicas jóvenes a examinar críticamente el contenido de las revistas, vídeos y de la televisión es otra forma en la que los padres pueden asistir a sus hijos a afrontar una cultura saturada por los medios. A nivel personal, felicitar a las chicas jóvenes por cosas que estén más allá de su apariencia física las ayudará también a darse cuenta que son valoradas por mucho más que por su aspecto.

Una introducción a la economía de la publicidad y el marketing es otra ayuda útil para despertar a las chicas ante los que se van a encontrar en los medios, explicaba Durham. Apuntar, por ejemplo, que el consejo de belleza recomendado en una revista es el mismo que también se publicita en la contraportada, les abre los ojos sobre la forma en que se puede manipular.

Estereotipos

La imagen distorsionada de la vida defendida por muchos medios fue puesta de relieve por un informe publicado en agosto por el Parents Television Council, titulado: «Happily Never After: How Hollywood Favors Adultery and Promiscuity Over Marital Intimacy on Prime Time Broadcast Television» (Más Felices que Nunca: Cómo Hollywood favorece el adulterio y la promiscuidad por encima de la intimidad marial en las Emisiones Televisiva de Máxima Audiencia).

«La programación de la televisión de máxima audiencia de hoy no es meramente indiferente con la institución del matrimonio y el papel estabilizante que juega en nuestra sociedad, parece estar buscando de forma activa minar el matrimonio a través de pintarlo constantemente de forma negativa», indicaba el informe.

Cuando tiene lugar el sexo en el contexto del matrimonio se suele presentar como algo pesado. En contraste, las relaciones sexuales extra maritales o adúlteras son presentadas como una experiencia positiva. Incluso más preocupante, sostenía el estudio, es la obsesión con los comportamientos sexuales una vez considerados tabú.

Así, los comportamientos una vez considerados como inmorales o socialmente destructivos están siendo alentados en la televisión y el informe añadía: los niños están absorbiendo e imitando tales mensajes.

El informe cita cierto número de encuestas y estudios que apuntan al papel de la televisión como educadora cuando se trata de actitudes y comportamientos sexuales de los niños.

La tendencia entre muchos adolescentes a la actividad sexual a una edad temprana no tiene lugar sin efectos negativos, mencionaba el informe. Citaba estudios que analizan el nexo entre actividad sexual de adolescentes y efectos psicológicos negativos a corto y largo plazo. Además, tal comportamiento puede crear problemas más adelante en la vida, al dañar la capacidad para formar relaciones comprometidas.

Durante mucho tiempo se ha estudiado la violencia en los medios y sus efectos en los niños, pero los efectos del contenido sexual en los medios son un desarrollo relativamente reciente, y la investigación académica sobre el asunto es limitada, explicaba el informe.

Hasta que se realicen más estudios, el Parents Television Council opinaba que no carece de razón pensar que los preadolescentes y los adolescentes son vulnerables a los mensajes sobre comportamiento sexual que reciben de la televisión.

Dignidad

Benedicto XVI ha criticado «la trivialización de la sexualidad en los medios y en la industria d
el entretenimiento». En una alocución el 13 de diciembre del año pasado, el Papa observaba que esto lleva a la degradación de las mujeres e incluso al abuso de niños.

El 9 de febrero de este año, el Pontífice volvía al problema, durante un discurso dado a los miembros de un congreso organizado para conmemorar el 20 aniversario de la carta apostólica de Juan Pablo II «Mulieris Dignitatem».

El cristianismo proclama que hombres y mujeres comparten igual dignidad y responsabilidad, explicaba Benedicto XVI. Criticaba como «actos de violencia» contra las mujeres la práctica, en la publicidad y en la industria del entretenimiento, de convertirlas en objeto de maltrato y explotación.

«Ante fenómenos tan graves y persistentes, es más urgente aún el compromiso de los cristianos de hacerse por doquier promotores de una cultura que reconozca a la mujer, en el derecho y en la realidad de los hechos, la dignidad que le compete», indicaba el Papa. Una tarea verdaderamente urgente frente una cultura que suele intentar destruir la dignidad humana.

Por el padre John Flynn, L. C.

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ZENIT Staff

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