Comunión Anglicana, ¿nostalgia de una autoridad?

Habla el presidente del Consejo anglicano para la Unidad de los Cristianos

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LONDRES, 29 enero 2001 (ZENIT.orgAVVENIRE).- Influyentes sectores de la Iglesia anglicana «admiten sin dificultad que sobre muchas cuestiones es importante tener una autoridad central que decida». Lo afirma el presidente del Consejo para la Unidad de los Cristianos de esa confesión cristiana, el obispo Peterborough, una de las diócesis más importantes de Inglaterra, Ian Cundy.

El líder anglicano, con una diócesis de 760.000 habitantes, 356 parroquias y 170 pastores, constituye por este motivo uno de los protagonistas del diálogo con Roma, que el 25 de enero pasado dio un paso importante al anunciar la Sala de Prensa del Vaticano la creación de un grupo de trabajo anglicano-católico «para consolidar los resultados de más de 30 años de contacto y de diálogo ecuménico y planear un curso para el futuro».

Se trata de una idea que surgió en un encuentro internacional de los obispos anglicanos y católicos romanos, celebrado en Mississauga (Canadá), en mayo de 2000, presidido por el arzobispo de Canterbury, George Carey, y el cardenal Edward I. Cassidy, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (Cf. Nace un nuevo grupo de trabajo entre obispos católicos y anglicanos).

El obispo anglicano, en esta entrevista reconoce que, en septiembre, la «Dominus Iesus» fue para la Iglesia de Inglaterra una especie de ducha fría, «aunque como anglicano debo decir que repite cosas del pasado», reconoce.

Pero inmediatamente después, añade: «Nosotros nos quedamos sin embargo con el importante trabajo de la Comisión Internacional Anglicana-Católica Romana (ARCIC) para el diálogo entre las dos Iglesias».

–Esta Comisión ha lanzado el documento «El don de la autoridad», un tema crucial…

–Ian Cundy: Sí, el texto no se ha debatido todavía oficialmente por el Sínodo General de la Iglesia Anglicana pero se hará pronto, junto al documento «La Salvación y la Iglesia».

El documento sobre la autoridad es interesantísimo porque apunta al punto central del diálogo ecuménico. Los grupos evangélicos en la Iglesia anglicana desconfían del acuerdo alcanzado, porque consideran que los anglicanos han acabado por aceptar la visión católica de una autoridad central encarnada por el Papa. Pero otros ambientes, por el contrario, admiten sin dificultad que sobre muchas cuestiones es importante tener una autoridad central que decida.

Los anglicanos atribuyen al arzobispo de Canterbury una posición de respeto, pero no tiene jurisdicción sobre cada una de las diócesis. Los obispos le presentamos consultas si tenemos necesidad de un consejo pero luego decidimos por cuenta nuestra. La comunión anglicana reconoce que hay situaciones en las que hay necesidad de una autoridad más fuerte de la que representa el arzobispo de Canterbury. El problema es que los anglicanos querrían que esta autoridad se ejercitara de modo colegial y que no se concentrara en una sola persona. Será muy interesante oír la respuesta del Sínodo anglicano sobre este argumento.

–A veces, parece que el diálogo ecuménico va más rápido en la base. ¿Usted qué piensa?

–Ian Cundy: Que es verdad, sin duda. Las iniciativas del Jubileo han reforzado las relaciones que ya eran buenas, que eran la mayoría. Los líderes de las dos Iglesias han trabajado, codo a codo, y diría que la separación no se percibe casi en las parroquias o las diócesis: el progreso hacia la unidad es evidente para todos. Hace treinta años, cuando fui ordenado, las cosas que hacemos hoy eran impensables. Por ejemplo, pensar en nuevas iglesias que se puedan ser utilizadas indistintamente por las diversas comunidades cristianas, católicos, anglicanos, metodistas, bautistas, pentecostales y reformados. Sentimos a veces que compartimos todos los aspectos de la vida diaria: iniciativas sociales, voluntariado, oración en común, pero lamentablemente no compartimos la Eucaristía. Sobre todo, pensando en los matrimonios mixtos, recibir la comunión juntos sería muy importante.

–También hay mucho terreno común en el campo de la ética, por ejemplo en los progresos de la ciencia.

–Ian Cundy: Ciertamente, coincidimos en la oposición a la clonación humana.

–Sin embargo, parece que la Iglesia de Inglaterra atraviesa momentos difíciles…

–Ian Cundy: Es verdad que disminuye la frecuencia de la asistencia a la Eucaristía pero no hay que fiarse de todo lo que escriben los diarios ingleses. Nuestra sociedad está muy secularizada y en ellas se critica todo lo que suena a religioso. Las estadísticas, luego, se interpretan en modo arbitrario. En nuestra diócesis, por ejemplo, en el año 2000, el número de fieles que frecuentaban la Eucaristía ha aumentado. Es el modo de ir a la iglesia el que hay que cambiar. El domingo, muchas familias salen de la ciudad y por tanto no frecuentan la Eucaristía pero vienen a la iglesia una vez cada quince días o durante la semana. No los perdemos de vista completamente…

Muchos problemas de la Iglesia anglicana son los mismos que tiene que afrontar la Iglesia católica y los demás cristianos. Somos todos hijos de nuestra época y, al mismo tiempo, peregrinos hacia el cielo. Las mismas Iglesias a las que pertenecemos, en parte, reflejan las costumbres de hoy pero también tratan de superarlas.

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ZENIT Staff

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