Cooperación interreligiosa: más que una opción, una necesidad para la paz

Conclusiones de un simposio organizado por el Vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 febrero 2003 (ZENIT.org).- Un congreso celebrado en Roma ha denunciado la manipulación que se hace de la religión al presentarla como una fuerza de división y violencia y no como una fuerza de unidad y de paz.

Es una de las conclusiones recogidas en la Declaración final redactada en el Simposio que del 16 al 18 de enero organizó el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

Al encuentro, celebrado bajo el lema «Los recursos espirituales de las religiones por la paz», asistieron de 38 participantes procedentes de 15 países.

Durante dos días se dedicaron a estudiar los ricos recursos de las religiones (cristianismo, islamismo, hinduismo, judaísmo, budismo, sijismo, jainismo y zoroastrismo) por la paz.

En el documento final –difundido este martes por la sala de prensa de la Santa Sede– redactado por los participantes, se constata que en los últimos meses «se han intensificado los discursos de guerra, pero que no se han incrementado de igual forma las conversaciones de paz».

«La opción por la paz –se lee en el documento– requiere una lucha activa contra el odio, la opresión y la división, pero no el empleo de métodos violentos. La construcción de la paz requiere una acción creativa y valiente», es una labor paciente y perseverante.

Por ello subrayan la necesidad de dedicar esfuerzos para examinar cómo «podemos encontrar nuevos caminos para respetar nuestras diferencias religiosas mientras creamos vínculos pacíficos basados en nuestra común humanidad».

Según la declaración final del encuentro, los recursos espirituales por la paz incluyen las escrituras y tradiciones de cada religión, el ejemplo de los que han enseñado la paz –y han llegado a dar la propia vida por su empeño no violento a favor de la verdad– y los encuentros interreligiosos.

«Nuestras escrituras y tradiciones son los recursos espirituales más importantes que cada uno de nosotros posee», afirman los participantes. Además declaran su convencimiento de que las escrituras de cada religión enseñan el camino de la paz.

«Sin embargo, reconocemos también que nuestros escritos sagrados a menudo han sido utilizados, y lo siguen siendo, para justificar violencia, guerra y exclusión de los demás», constataron.

En este contexto, los participantes del simposio reconocen la necesidad de realizar nuevos estudios contextuales y profundizar en el conocimiento de los diferentes textos «que claramente proclaman el mensaje y el valor de la paz para toda la humanidad».

Como recurso espiritual de paz también se alude al ejemplo de «innumerables personas de toda religión» que «actuaron valerosamente para prevenir conflictos y guerras, que proporcionaron asistencia a las víctimas de la violencia sin atender a su religión o nacionalidad, y que trabajaron por la justicia y la reconciliación como las bases para establecer la paz».

«Gracias a sus acciones –continúa– dieron testimonio concreto de la misión de cada comunidad religiosa al trabajar por la paz en medio de duras realidades de injusticia, de agresión, de terrorismo y de guerra».

Por su parte, los encuentros interreligiosos buscan «infundir un espíritu de respeto recíproco y de genuino conocimiento de los unos a los otros» a la vez que ayudan a ver las religiones como una fuerza de bien. Por ello, constituyen también un recurso espiritual para la paz.

En el marco de la vida contemporánea, «la cooperación interreligiosa ya no es una opción, sino una necesidad», constata la declaración.

«La religión prosperará en este siglo sólo en la medida en que mantengamos un sentido de comunidad entre personas de diferentes creencias religiosas que trabajen juntas como una familia humana para obtener un mundo de paz», concluyen.

El simposio celebrado representa una continuación del propósito de la asamblea organizada por el mismo Consejo en octubre de 1999 sobre el tema «Hacia el Tercer Milenio – Colaborar para un diálogo entre las religiones» y de la Jornada de Oración interreligiosa promovida el 24 de enero del año pasado por Juan Pablo II en Asís, después de los atentados del 11 de septiembre.

El Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso fue instituido por Pablo VI en 1964 con el objetivo de promover el diálogo entre los creyentes de otras religiones, según el espíritu del Concilio Vaticano II, en particular de la declaración «Nostra Aetate».

Sus tareas fundamentales son tres: promover la mutua comprensión, el respeto y la colaboración entre católicos y seguidores de otras tradiciones religiosas; alentar el estudio de las religiones y promover la formación de personas orientadas al diálogo.

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ZENIT Staff

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