Fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia, consigna del Papa a los obispos estadounidenses

Al concluir las visitas quinquenales de los prelados de ese país

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 10 diciembre 2004 (ZENIT.org</a>).- Con un llamamiento a ser auténticamente fieles al magisterio de la Iglesia y a anunciar a Cristo, Juan Pablo II concluyó este viernes la serie de encuentros que ha mantenido durante ocho meses con los obispos de Estados Unidos en el marco de su quinquenal visita a Roma.

En esta ocasión el pontífice recibió a los prelados de las provincias eclesiásticas de Minnesota, Dakota del Norte y Dakota de Sur, después de haber visto los informes que han presentado de sus diócesis y de haber mantenido encuentros con exponentes de la Curia romana.

El Santo Padre reconoció que estas visitas «ad limina apostolorum» (a la tumba de los apóstoles Pedro y Pablo) le han permitido «escuchar la voz viva de la Iglesia a través de los Estados Unidos», «una fuente de gran consuelo para mí, y una invitación a dar gracias al Dios Trino por la rica mies que su gracia sigue produciendo en vuestras Iglesias locales».

Al concluir estos encuentros el obispo de Roma quiso dejar a todos los obispos del país «dos encargos».

«El primero –explicó– es un aliento fraternal a perseverar con alegría en el ministerio que se os ha confiado, en obediencia con las auténticas enseñanzas de la Iglesia».

«¿Podemos dejar de ver en las pruebas y escándalos de los años recientes tanto un «signo de los tiempos» como un llamado providencial a la conversión y a una más profunda fidelidad a las exigencias del Evangelio?», preguntó a los prelados en el discurso que les entregó en inglés.

«En la vida de cada creyente y en la vida de toda la Iglesia, un examen sincero de conciencia y el reconocimiento de las faltas siempre va acompañado por una renovada confianza en el poder sanador de la gracia de Dios y por un llamamiento apremiante a continuar adelante», consideró.

«La Iglesia en los Estados está llamada a «comenzar de nuevo desde Cristo» y a «hacer de la verdad del Evangelio el parámetro de su vida y su actividad», aseguró.

Por este motivo, el sucesor del apóstol Pedro alentó los esfuerzos de los obispos norteameridcanos para «asegurar que cada individuo y cada grupo en la Iglesia comprenda la necesidad urgente de un coherente, honesto y fiel testimonio de la fe católica y de que cada una de las instituciones y apostolados eclesiales expresen en todos los aspectos de su vida una clara identidad católica».

«Este es quizá el más difícil y delicado desafío que afrontáis en vuestro papel de maestros y pastores de la Iglesia en Estados Unidos hoy, pero es algo a lo que no se puede renunciar», confesó.

El «segundo encargo» que encomendó el Papa a los obispos de Estados Unidos fue el de «mantener la mirada fija en la gran meta presentada a toda la Iglesia en la aurora de este tercer milenio cristiano: la proclamación de Jesucristo como Redentor de la humanidad».

«Si los acontecimientos de los últimos años han centrado necesariamente vuestra atención en la vida interior de la Iglesia, esto no os debería impedir para alzar vuestros ojos hacia la gran tarea de la nueva evangelización y de la necesidad de «un nuevo impulso apostólico»», como el mismo Santo Padre propuso al comenzar el siglo en su carta apostólica «Novo Millennio Ineunte», (n. 40).

«¡Rema mar adentro!», invitó el Papa a la Iglesia en Estados Unidos, «dedicando los mejores esfuerzos a una más convincente proclamación del Evangelio, al crecimiento de la santidad, y a una más efectiva transmisión del tesoro de la fe a la generación más joven», aseguró.

Para el pontífice «un claro sentido de la misión dará naturalmente frutos de unidad de objetivos entre todos los miembros de la comunidad cristiana»y este «impulso misionero promoverá sin duda la reconciliación y la renovación en vuestras iglesias locales».

«Asimismo consolidará y fomentará el testimonio profético de la Iglesia en la sociedad contemporánea estadounidense», aseguró.

Por último, al afrontar la situación de la sociedad estadounidense, Juan Pablo II recordó que «la Iglesia se siente responsable de todo ser humano y del futuro de la sociedad, y esta responsabilidad recae de manera particular en los laicos, cuya vocación es la de ser levadura del Evangelio en el mundo».

«Al afrontar los desafíos que tiene ante sí la Iglesia en Estados Unidos hoy, dos tareas urgentes se presentan ante vosotros –concluyó–: la necesidad de una evangelización de la cultura en general, que, como he afirmado, es una contribución única que la Iglesia en vuestro país puede ofrecer a la misión «ad gentes», y la necesidad de que los católicos cooperen fecundamente con los hombres y mujeres de buena voluntad en la edificación de una cultura del respeto de la vida».

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ZENIT Staff

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