Hijos de Luigi Guanella: caridad vivida y comunicada

Entrevista al superior general de los Siervos de la Caridad

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ROMA, viernes, 20 octubre 2006 (ZENIT.org).- Caridad vivida y caridad comunicada. Así se puede definir la prioridad de los Siervos de la Caridad que en el último capítulo general han elegido a Alfonso Crippa como noveno sucesor del fundador don Luigi Guanella.

El padre Crippa explica en esta entrevista concedida a Zenit en la sede de la curia general, que la prioridad de su congregación al servicio de los más pobres es «renovar la vida comunitaria».

Nacido en Como, Italia, el 17 de junio de 1939, entró en el seminario menor de la Obra don Guanella de Anzano del Parco en 1950. En 1957, en Barza d’Ispra, hizo su primera profesión religiosa y fue ordenado sacerdote en 1965.

–Ustedes quieren volver comenzar a partir de la vida fraterna. ¿Por qué?

–Padre Crippa: Entre nuestras prioridades, la primera es partir de lo que es la vida fraterna: cómo se vive en la congregación la vida comunitaria y cómo animar desde las comunidades la renovación, volviendo a recuperar la esperanza, porque no es fácil comprender hoy cuáles son los caminos que hay que recorrer para la renovación de la vida religiosa y también de nuestra congregación.

El Capítulo ha sido de revisión para llevarnos a revitalizar (por ello el título del capítulo era «Reaviva el don que hay en ti») el don del carisma, el don de la misión, etc.

–¿Su carisma es propiamente la caridad?

–Padre Crippa: El carisma es algo que tiene que ver con el don de Dios, la experiencia de Dios hecha por el fundador de que Dios es Padre y no deja de lado a nadie en la vida, especialmente los más pobres.

De ahí nuestra dedicación como misión centrada en los más débiles, ancianos, abandonados, solos, minusválidos que tienen necesidad de un apoyo para vivir y sentirse hijos de Dios, los pobres que han sido en cierto sentido la predilección del Señor.

Nuestro carisma es de caridad hacia los últimos. Por tanto nuestra renovación pasa por comprender esta caridad de Dios, hacerla nuestra para poderla comunicar a los otros.

Las obras son para los ancianos, para los minusválidos, para los jóvenes, etc. Estamos presentes en 19 países del mundo entre los que como última proyección de la congregación está África.

–La vida consagrada hoy: ¿Cómo debe proponerse especialmente a los jóvenes, que el Papa ha definido «esperanza de la Iglesia», en un contexto histórico que contempla una creciente crisis de vocaciones?

–Padre Crippa: Cada uno debe presentarse según su identidad a los jóvenes, si estamos convencidos de tener un don y de gozarlo, de ser felices, no hay dificultad para transmitirlo.

Hay condicionamientos de la sociedad que hacen más difícil transmitir este don de la vida consagrada.

Creo que todo depende de la renovación interna nuestra porque si ven que estamos convencidos, contentos de nuestra elección, otros querrán seguirnos.

En cierto sentido, experimentamos esta dificultad: teniendo una misión de ayuda, de solidaridad y de servicio a las personas más probadas, nos damos cuenta de que especialmente en occidente muchos dicen: esto lo puedo hacer también como laico.

Por tanto es difícil hacer comprender que hacerlo como religioso da algo más, que la motivación viene de la fe y de la caridad. La respuesta es hacer más evidente que desde la consagración y desde la espiritualidad, se puede verdaderamente hacer una promoción del hombre en el sentido evangélico.

Si no se comprende esta capacidad de hacer comprender el amor de Dios, el Evangelio como puerta para la renovación de la sociedad, se piensa que nuestra vida religiosa se centra en el hacer, y de este modo no atrae vocaciones.

–Siervos de la caridad, hijas de Santa María de la Providencia, movimiento laical: ¿Qué tipo de colaboración tienen entre sí?

–Padre Crippa: Con las hijas de Santa María de la Providencia deberemos estar un poco más unidos y colaborar más. Es uno de los propósitos que hemos hecho en el Capítulo General llamando a las hermanas en el Capítulo a trabajar y reflexionar juntos sobre cuáles serán las posibilidades de mayor colaboración.

Porque las dos congregaciones religiosas han nacido con una única finalidad. El fundador quería hacer de las dos congregaciones algo unitario. Pero la historia nos ha separado un poco. Las hijas de Santa María de la Providencia han realizado su organización, sus obras.

Mientras que con el laicado se ha avanzado bastante en estos años, pero vemos que el camino que hay que recorrer es todavía largo.

El Movimiento Laical Guaneliano ha nacido hace poco, en cambio los cooperadores guanelianos nacieron antes y son parte de nuestra familia en el sentido más pleno. Tenemos el desafío de la formación: proponer a los laicos que se unan a nosotros, que comprendan, vivan, asimilen el carisma y participen en nuestra misión.

–¿Es factible en la sociedad de hoy, bombardeada por los medios de comunicación, permanecer ligados a un santo como don Luigi Guanella?

–Padre Crippa: Ciertamente hay necesidad de entrar también en ella y con estos medios darnos a conocer y dar a conocer a nuestro fundador.

Creo que todas las congregaciones tienen el deseo de dar a conocer, difundir las experiencias de Dios vividas por los santos. No debemos dejarnos atemorizar por todo lo que viene, ni recibir pasivamente este bombardeo, sino ponernos también nosotros en onda para poder difundir la caridad y hacer comprender que hay caminos ya recorridos por nuestros santos que pueden ser recorridos todavía hoy.

En estos días, hemos dado pasos para mejorar nuestra comunicación, porque don Guanella fue muy sensible a usar lo que era la comunicación de su tiempo, que era la prensa.

Y nosotros, tomando un poco de esta herencia, sentimos la necesidad de llevar el mensaje a la sociedad para que se haga una sociedad más solidaria, más fraterna.

Y no hacer el bien sólo en nuestras obras, sino llevarlo a la Iglesia local y también al mundo, poniéndonos a disposición de las demás personas que realizan los mismos fines.

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ZENIT Staff

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