Jóvenes salesianos en Cuba

Jóvenes salesianos en Cuba (Foto Ans)

Jóvenes, antes y después

Cuando conocen a Jesús y se encuentran con El, su vida se transforma

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+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
En estos últimos días, he celebrado cientos de confirmaciones. No exagero. Sólo en Yajalón, fueron casi 400; en San Sebastián, de Comitán, 260; en Palenque, casi 600; en Tila, 90, sólo de la cabecera. Y todos ellos se confirman a partir de los 14 años. Es la edad que, desde hace tiempo y en todo Chiapas, se requiere como mínima para este sacramento. A pesar de otras consideraciones históricas y teológicas, estoy convencido de que ha sido una buena opción, pues nos permite estar más cerca de los adolescentes y jóvenes. Para muchos, es la única ocasión de acercarse a la Iglesia. Aunque bastantes se alejan, la semilla queda y sólo Dios sabe cuándo, dónde y cómo dará su fruto. Un buen número permanece y asume compromisos apostólicos, conforme a su edad y condición. Es un sacramento muy importante.
Este es el testimonio de un catequista que preparó a un grupo, la mayoría indígenas: “Durante 9 meses se han preparado con 18 temas y dos retiros. Desde un principio, alcanzaba a ver jóvenes tímidos, callados y solitarios, que no querían platicar ni hablar. Pero durante este lapso de tiempo, dejaron el miedo y todo lo que eran. Hemos compartido temas, dudas, inquietudes. Me platicaban sus problemas y qué pensaban de la vida. Cosas que todos los jóvenes pasan y que nadie los podía entender. Pero al fin, con los retiros y las pláticas, pudieron conocerse a sí mismos y tener amigos con quienes platicar. Además, yo como catequista pude ver y entender que los jóvenes necesitan ser escuchados y apoyados, compartir la vida y, sobre todo, platicarles sobre Jesús. Yo también me sentía desanimado, porque había jóvenes que eran difíciles, pero entendí que también podemos ser pacientes con los jóvenes y darles el tiempo necesario para sacar lo que tienen”.
Este es el testimonio de un joven que se confirmó: “Quisiera compartirle las experiencias que he vivido durante los 9 meses que he venido preparándome para llegar hasta este día tan importante para mí, en que haré un compromiso con Dios y con la Iglesia Católica: servirles incondicionalmente y vivir conforme a sus mandamientos. Mi motivación para dar este gran paso en mi vida fue más que nada el haber sentido el llamado de Dios, para ser un servidor en su Iglesia y tratar de regresar a su rebaño a las ovejas que se están descarrilando hoy en día debido a las tentaciones de la vida, y así fortalecer nuestra Iglesia con las nuevas generaciones. Dios me ha hecho un llamado y estoy consciente de que responder a su llamado no será fácil, pero sé que El me acompañara y lo lograré con su ayuda. Este es un gran día para mí y de mucha alegría, pues reafirmaré mi compromiso del bautismo y recibiré al Espíritu Santo que vendrá a mí con los dones necesarios para continuar la misión de Jesús”.
Y lo mismo podríamos afirmar de muchos jóvenes. Cuando conocen a Jesús y se encuentran con El, su vida se transforma. Dejan una vida a veces llena de vicios y se convierten en agentes evangelizadores.
PENSAR
Dice el Papa Francisco: “El término ‘Confirmación’ nos recuerda que este Sacramento aporta un crecimiento de la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo; lleva a cumplimiento nuestro vínculo con la Iglesia; nos da una especial fuerza del Espíritu Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no avergonzarnos nunca de su cruz. Y por eso es importante ocuparse de que nuestros niños y nuestros jóvenes reciban este sacramento. Todos nosotros nos ocupamos de que sean bautizados y esto es bueno, pero, quizás, no le damos tanta importancia a que reciban la Confirmación. Se quedan a mitad camino y no reciben el Espíritu Santo, que es tan importante para la vida cristiana, porque nos da la fuerza para seguir adelante. Haced todo lo posible para que terminen esta iniciación cristiana y que reciban la fuerza del Espíritu Santo” (29-I-2014).
“Eso es lo que necesitamos de los jóvenes hoy: Jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza. No queremos jóvenes debiluchos, jóvenes que están ahí no más, ni sí ni no. No queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos. Queremos jóvenes fuertes, jóvenes con esperanza y con fortaleza. ¿Por qué? Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios” (12-VII-2015).
ACTUAR
Demos a los jóvenes la importancia que merecen. Aprendamos a escucharlos, no sólo juzgarlos y condenarlos. Necesitan cariño, atención, tiempo, paciencia, comprensión, y que les presentemos a Jesús, quien puede transformar su vida.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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