Obispos venezolanos: “Familia, sé discípula misionera”

Celebración en Venezuela de la Semana de la Familia

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CARACAS, lunes, 2 noviembre 2009 (ZENIT.org).-. La Iglesia en Venezuela se dispone a celebrar la Semana de la Familia. Este tiempo es considerado por el Departamento de Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal Venezolana, muy especial debido a que en él, se invita a reflexionar, meditar, participar y celebrar desde la realidad familiar, el ser familia, donde nacen, crecen y se forman los nuevos miembros de la sociedad y de la Iglesia.
 
Desde hace 19 años se celebra en todas las diócesis, parroquias, sector educativo público o privado y comunidad en general de Venezuela, la Semana de la Familia que concluye con el día Nacional del Abrazo en Familia, el segundo domingo de noviembre.
 
Con motivo de la Campaña Abrazo en Familia, que se celebra del 1 al 8 de noviembre, en el marco de la Misión Continental en Venezuela –informa a ZENIT el padre Antonio Velázquez, director del Departamento Nacional de Pastoral Familiar e Infancia de la Conferencia Episcopal Venezolana–,  se ha escogido para este año como lema: “Familia, sé discípula misionera”.
 
Con este tema, se pretende, indica, “que las familias profundicen sobre el significado y la importancia de su ser discípula misionera, procurando a la vez analizar la importancia y el testimonio de vida como transmisora de  la fe y transformadora de la sociedad”.
 
Por ello se propone organizar talleres u/o encuentros para reflexionar y participar durante este “tiempo propicio”, con cada uno de los cinco temas propuestos y desarrollados en la guía del facilitador. También tendrán a disposición un afiche, guía del niño, díptico y un cd que contiene todo el material de la campaña y micros para las emisoras, que se pueden solicitar en los departamentos de pastoral familiar de cada una de las diócesis, así como en lla web oficial: www.pastoralfamiliarvenezuela.org.
 
El Departamento invita a todos los agentes de pastoral familiar, sacerdotes, religiosos(as), catequistas, laicos comprometidos, educadores, etc. “a que dediquen sus mayores y mejores esfuerzos por llevar esta campaña a las familias, centros educativos, parroquias, programas de radio, prensa escrita, televisión, páginas web y en todo espacio donde se de a conocer”.
 
El Departamento ha hecho público también con este motivo un mensaje –firmado por el obispo de Barinas Ramón Linares Sandoval, presidente de la Comisión Episcopal de Familia e Infancia- en el que insta a todas las instancias y organizaciones de la Iglesia “a ponerse en estado de Misión”.
 
“La razón para afirmar que la familia lo mismo que cada cristiano y todas y cada una
de las instituciones por ellos formadas son discípulos y misioneros –subraya el mensaje–, se funda en los sacramentos del Bautismo y la Confirmación”.
 
“El llamado que nos hace Jesús –subraya el mensaje- a la obra misionera exige como paso indispensable y previo la llamada a ser  discípulos, es decir exige ponerse a la escucha de su palabra. Hay ‘un encargo muy preciso: anunciar el evangelio del Reino a todas las naciones’ (cf. Mateo 28, 19; Lucas 24, 46-48). Por esto, ‘todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano. Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana”. (Aparecida 144)”.
 
“Creemos firmemente –añade–, tal como nos lo afirma el documento de Aparecida  que la familia como célula básica de la Iglesia, tiene un lugar y una misión innegable en la puesta en práctica del mandato misionero de Jesús. La historia de América Latina así lo confirma. La familia es llamada  ‘patrimonio de la humanidad’, por el Papa Benedicto XVI, pues ‘constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños’.» 

«Es innegable que la fe de nuestros pueblos se enraíza en la función educadora que ha ejercido la familia en los momentos más difíciles de nuestra historia latinoamericana, como dice Aparecida ‘Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos’. (Documento de Aparecida 114). El gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la transmite y testimonia. (Aparecida 118)”.
 
“Frente al desafío de la Misión Continental –afirma el mensaje–, la Pastoral Familiar de cada una de las Iglesias Particulares debe asumir el fundamental compromiso de ayudar a la familia a recuperar esa función  educadora que le ha sido siempre esencial y se encuentra en grave peligro de desaparición por la fuerza avasallante de un estado omnipresente y una cultura exclusivamente secular. Para que la familia llegue a ser la ‘Iglesia domestica’ y  ‘escuela de la fe’ y ‘ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios formativos, materiales catequéticos, momentos celebrativos, que le permitan cumplir su misión educativa’. A ella corresponde ‘introducir a los hijos en el camino de la iniciación cristiana’. (Aparecida 302)”.
 
“En este impulso que se quiere dar a la familia en este tiempo misionero hay que contar como aliados indispensables como son la Escuela y la Parroquia. Es imposible no contar con la Escuela como un aliada necesaria de la familia en su tarea educativa con la misión específica de acompañar, no sustituir, a los padres de los niños y niñas, y a los adolescentes y jóvenes en su proceso de formación humana y cristiana y capacitarlos para poder defenderse y tener éxito frente a todos losdesafíos del medio social. Por esta razón consideramos que los maestros, como ha sucedido siempre en el desarrollo del Programa del Abrazo en Familia, tienen un papel de primera línea para lograr los frutos deseados en el trabajo dinamizador de la familia”, añade.
 
“El Documento de Aparecida –concluye- nos invita a dirigir una mirada especial a la Parroquia como ‘célula viva de la Iglesia’ colocando la ‘dimensión comunitaria como algo ‘intrínseco al misterio y a la realidad de la Iglesia’. La Parroquia, en cuanto célula viva de la Iglesia y de una Iglesia que es comunión y participación, es el lugar privilegiado para que los fieles cristianos puedan llegar a ‘una experiencia concreta de Cristo y de su Iglesia’. Allí ha de encontrar la familia el más firme apoyo para vivir el sentido de comunidad, de comunión y solidaridad por ‘la inmensa variedad de situaciones, de edades, de tareas’ que encuentran su complementación en la espiritualidad de comunión”.
 
Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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