París abre caminos a la nueva evangelización

El vicario de la archidiócesis explica el Congreso Internacional de Nueva Evangelización

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PARÍS, domingo, 24 octubre 2004 (ZENIT.org).- Del 23 de octubre al 1 de noviembre París asiste a diez días de testimonio del Evangelio y encuentros en la calle. Con este motivo, 150 iglesias abren todo el día de par en par sus puertas para ofrecer acogida y oración, y las parroquias y movimientos han organizado 500 espectáculos, celebraciones o conferencias.

Se trata del Congreso Internacional por la Nueva Evangelización, cuya primera edición fue organizada en Viena del 23 de mayo al 1 de junio de 2003. La iniciativa se celebrará en 2005 en Lisboa, en 2006 en Bruselas, y en 2007 en Budapest.

En esta entrevista concedida a Zenit, monseñor Jean-Yves Nahmias, vicario general de la archidiócesis de París, explica en qué consiste este congreso que tiene por tema «¿Quién nos hará ver la dicha?».

–Una «misión» de evangelización de estas características es algo nuevo. ¿En qué consiste?

–Monseñor Nahmias : La archidiócesis de París acoge este Congreso Internacional para la Nueva Evangelización tras el celebrado en Viena en mayo de 2003. Momento de intercambio y reflexión, este congreso es una semana de evangelización en la ciudad, que concluye con la fiesta de Todos los Santos.

Todos estamos llamados a anunciar el Evangelio. Es la misión que cada cristiano recibe con su bautismo. La idea de que hay que anunciar a Cristo hoy es cada vez más compartida. Este congreso misionero buscar responder a las cuestiones que plantea la evangelización en la nueva situación de nuestros países de Europa.

–¿Cuáles son los momentos más importantes de esta semana?

–Monseñor Nahmias : En toda la ciudad, se han organizado quinientos proyectos, celebraciones, encuentros festivos, conferencias, exposiciones o conciertos que se presentarán a los parisinos para testimoniar nuestra fe. Una guía, publicada en 300.000 ejemplares, una especie de revista, recoge todas estas iniciativas.

Grandes encuentros marcarán el ritmo de la semana: tras la acogida a los congresistas procedentes del extranjero, este sábado, en este domingo, en el atrio de Notre-Dame, el cardenal Jean-Marie Lustiger desveló el «Árbol de la vida», una cruz monumental levantada ante la catedral, signo de Cristo que nos da su vida.

En cada iglesia o capilla, se ha abierto un «Libro de la vida», que permite a quienes lo desean confiar intenciones de oración por sus seres queridos, fallecidos o vivos.

El viernes, cuarenta iglesias propondrán a los parisinos la «jornada del perdón», momento de oración, de encuentro, de reconciliación, de camino hacia la paz y el perdón.

La cumbre de la movilización del conjunto de las comunidades de la ciudad tendrá lugar el 31 de octubre: cortejos de todas las iglesias de París vendrán a Notre-Dame a confiar su «Libro de vida» y dar gracias a Dios por la felicidad que nos permite vivir.

–El Estado francés parece que está decidido a relegar la religión al ámbito privado. La organización de una misión en las calles de París, ¿no es una provocación? ¿Cómo reaccionan las autoridades?

–Monseñor Nahmias : Decidimos acoger este congreso internacional con motivo de la fiesta de Todos los Santos, pues es un momento particular en el que en Francia muchos piensan en sus seres queridos fallecidos. Es una manera de entrar en el espacio urbano, respetando al mismo tiempo el carácter simbólico de la fecha. ¿No es legítimo el que los católicos celebren la fiesta de Todos los Santos? Las autoridades civiles han comprendido nuestra motivación y la respetan. Además, la liturgia de esta fiesta presenta la lectura de las Bienaventuranzas, que responde a la pregunta de todo ser humano planteada por el salmista: «¿Quién nos hará ver la dicha?» (Salmo 4, 7). Es el tema que unifica las múltiples iniciativas de las parroquias.

–La misión organizada el año pasado en Viena, ¿les ha permitido sacar conclusiones que serán aplicadas en París?

–Monseñor Nahmias : Nuestros dos países tienen historias diferentes. El espacio de la Iglesia es diferente y, por tanto, no se trata de reproducir en París lo que allí pasa, y Lisboa 2005 tendrá que encontrar su propio rostro. Esta inculturación es indispensable, a pesar de que con el tiempo nos damos cuenta de que afrontamos los mismos desafíos.

–El Papa habla sin parar de «nueva evangelización», precisando que debe ser nueva tanto en los métodos como en el lenguaje. ¿Cree que este tipo de evangelización «en la calle» está llamado a extenderse a toda la Iglesia?

–Monseñor Nahmias : El apostolado de la calle es legítimo y ha demostrado su fecundidad, pero no es más que uno de los rostros de la evangelización. La nueva evangelización no es ante todo una cuestión de método… ¿Cómo es posible ser signo de Cristo en las metrópolis? ¿Cómo encontrar las palabras de la fe que responden a las preguntas del hombre de hoy? ¿Cómo el amor al prójimo es un testimonio ofrecido a Cristo?

Comenzada en Viena, en mayo de 2003, la reflexión continúa en París: las sesiones del trabajo del congreso se proponen afrontar los fundamentos del apostolado. Nos preguntamos, ¿cuál es la naturaliza misma del acto evangelizador?

Más información en http://www.paris-toussaint2004.org.

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ZENIT Staff

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