¿Persecución contra los cristianos en Indonesia?

Responde Jean-Christian Dhavernas, de «Ayuda a la Iglesia Necesitada»

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KÖNIGSTEIN (Alemania) 17 julio 2003 (ZENIT.org).- Indonesia, país que en años pasado era propuesto como modelo de convivencia entre musulmanes y cristianos, en los últimos años ha sufrido graves tensiones en algunas de sus regiones. En esta conversación, Jean-Christian Dhavernas, responsable de la Sección para el Lejano Oriente de la asociación católica internacional «Ayuda a la Iglesia Necesitada», explica la situación.

–Recientemente usted ha visitado tres regiones de Indonesia: las Molucas, la isla Célebes y Timor Occidental. ¿Cuál fue el motivo de su viaje?

–Jean-Christian Dhavernas: Hacía ya mucho tiempo que no visitábamos esta Iglesia asiática porque los viajes a países en los que domina una postura anticlerical gozan de prioridad. Sin embargo, en los últimos años se viene registrando en Indonesia una creciente tensión entre los diferentes grupos étnicos y religiosos y, además, se dan tendencias separatistas que están cuestionando la unidad política del país como ocurre, por ejemplo, en las regiones de Aceh, Irian Jaya y las Molucas. Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo, registra también en estos momentos una creciente influencia del Islamismo radical, en cuyo nombre algunos grupos recurren a la violencia, como ocurrió en los atentados de Bali del año pasado.

–¿Cuál es la situación de los católicos en Indonesia?

–Jean-Christian Dhavernas: La Iglesia católica en Indonesia atraviesa una situación similar a la de la mayoría de los países asiáticos: tan sólo representa a una pequeña minoría, concretamente, a unos 6,5 millones de creyentes en un país de unos 221 millones de habitantes. Esta minoría se compone, en buena medida, de creyentes de origen chino, sobre todo, en los pueblos. El resentimiento albergado por muchos indonesios hacia esta minoría china, que controla amplios sectores de la economía del país, no facilita la convivencia. Los ataques de 1997 contra los miembros de la minoría china también repercutieron negativamente en bastantes comunidades cristianas.

–¿Se puede hablar de una «persecución» de la Iglesia en Indonesia?

–Jean-Christian Dhavernas: Esa misma pregunta se la he planteado a algunos obispos. Según ellos, la palabra «persecución» es inapropiada, a pesar de algunos incidentes preocupantes registrados en los últimos años: en las Navidades de 2000 murieron 17 personas a causa de atentados con bomba perpetrados contra varias iglesias; en 2001 se realizaron controles de identidad en los que se apalearon a cristianos y; por poner otro ejemplo, el año pasado se dieron en alguna que otra isla de las Molucas casos de conversión forzada. Afortunadamente, se trata de casos aislados, y lo importante es comprender que, en la mayoría de los casos, los aparentes conflictos entre comunidades religiosas tienen, en realidad, un origen socioeconómico. Dado que los límites religiosos suelen coincidir con los étnicos o socioeconómicos, en caso de conflicto se suele recurrir demasiado rápidamente a justificaciones de carácter religioso, y esto lo aprovechan quienes desean echar leña al fuego, entre los cuales también hay grupos extranjeros.

–¿Por qué desempeñan las escuelas un papel tan importante?

–Jean-Christian Dhavernas: En los países que cuentan con una amplia mayoría musulmana, la Iglesia sólo puede ejercer su misión evangelizadora en instituciones como escuelas, hospitales, etc. Así, la Iglesia en Indonesia gestiona más de 4.500 centros educativos y 600 obras sociocaritativas. Cualquier intento de evangelización directa como la que llevan a cabo los protestantes sólo despierta una mayor animadversión. A parte del hecho de que las escuelas, gracias a la reconocida calidad de su enseñanza, realizan una gran aportación a la formación de los dirigentes del país, estas instituciones son unos de los pocos lugares en los que la Iglesia puede vivir y dar testimonio con lo que le es propio. Además, son lugares donde surgen y se desarrollan vocaciones.

–¿Hay vocaciones?

–Jean-Christian Dhavernas: En la actualidad, unos 1.300 seminaristas se preparan para el sacerdocio. Si consideramos que ya hay 3.000 sacerdotes para los 6,5 millones de creyentes, podemos hacernos una idea del dinamismo de esta Iglesia. Las vocaciones son, por tanto, muy numerosas, tanto las sacerdotales como las religiosas. Pero la demanda también es muy grande, debido, sobre todo, a la dispersión geográfica de las comunidades cristianas: así, por ejemplo, la diócesis de Amboina, en las Molucas, se compone de mil islas y para viajar en avión del norte al sur hay que invertir tres horas de vuelo.

–¿Cómo ve usted el futuro de la Iglesia en Indonesia?

–Jean-Christian Dhavernas: Humanamente, reina la inseguridad: la economía aún no se ha recuperado de la crisis financiera de 1997, que ha afectado al nivel de vida de la mayor parte de la población y ampliado la brecha entre las capas sociales. La inestabilidad política y el papel predominante del Ejército en la política no facilitan en modo alguno el surgimiento de una auténtica democracia. Todo esto repercute también en la Iglesia, aunque ésta puede apoyarse en el testimonio de los evangelizadores y la ferviente fe de los creyentes. En los últimos días de mi estancia en su diócesis, el obispo Peter Turang de Kupang (Timor Occidental) me dijo: «Si conservamos la confianza en la Palabra de Jesús, no tenemos que preocuparnos. Lo que importa es que la Iglesia sea humilde en su misión y en las relaciones con las demás religiones».

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ZENIT Staff

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