Tailandia: Nueva misión entre «comerciantes del sexo» y prófugos

Un proyecto de cooperación misionera de la diócesis de Padua

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PADUA, 11 dic 2000 (ZENIT.org).- La asistencia y evangelización de niños explotados por el turismo sexual, así como de refugiados en zonas rurales del norte de Tailandia se ha convertido en el objetivo misionero de la diócesis de Padua (Italia).

Se trata de un proyecto de cooperación misionera, puesto en marcha hace tres años por la Conferencia Episcopal de la región del Triveneto.

De este modo, desde hace tres años la Iglesia se ha hecho presente en Chiang Mai, en el norte del país, donde conviven seis grupos étnicos y lingüísticos diversos, junto a muchos refugiados de los países limítrofes, prófugos penalizados por las diferencias lingüísticas y por la falta de reconocimiento de sus derechos civiles.

En esta tierra de montañas, bosques y arrozales, en julio de 1997, se reunieron dos sacerdotes italianos, los padres Piero Melotto y Gabriele Gastaldello. Dos años después llegaron los sacerdotes «fidei donum» Bruno Rossi y Lorenzo Biasion. Y, en noviembre, llegaron de Parma también dos religiosas javerianas.

«Dificultades hay muchas –relata el padre Bruno Rossi– sobre todo por el idioma. Esto nos ha obligado a entrar en contacto lentamente con la cultura de estos pueblos, completamente diversa de aquella a la que estábamos acostumbrados».

Los padres Bruno y Lorenzo trabajan en la misión católica de Chaehom, María Reina de la Paz, instituida el 1 de mayo de 2000. Su trabajo se extiende a tres distritos de la provincia de Lampang con cerca de 500 aldeas. En 40 de
ellas hay cristianos.

«Trabajamos en una realidad delicada y pobre –explica Rossi– dentro de una cultura que tiene mucho respeto por el individuo, pero no acepta imposiciones».

Los problemas son muchos y apremiantes: como la prostitución que avanza, la plaga del turismo sexual y del «mercado» de niños y niñas.

Realidades que las instituciones del país no siempre son capaces de afrontar. La misión de Chaehom responde a estos desafíos a través de la acogida a los chavales de las aldeas (más de un centenar que ahora tienen allí un punto de referencia). De este modo, pueden asistir a la escuela pública, aprender el idioma thai y un oficio.

Los sacerdotes ayudan también a los prófugos a obtener la ciudadanía tailandesa y actúan en el campo sanitario y en la organización de cursos de desintoxicación del opio.

Una acción que tiene lugar gracias a la ayuda de las iglesias del noreste italiano y de otros católicos italianos a título personal mediante la adopción de niños a distancia para su alimentación, estudio y asistencia sanitaria, la adopción de aldeas y becas para el mantenimiento anual de los catequistas.

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ZENIT Staff

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