Teólogo del Papa: Es necesaria una reforma «proporcionada» de la ONU

Comenta la petición de Juan Pablo II en su Mensaje para la Jornada de la Paz

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CIUDAD DEL VATICANO, 22 diciembre 2003 (ZENIT.org).- El teólogo de confianza de Juan Pablo II asegura que la petición del pontífice de llevar adelante una reforma de las Naciones Unidas, «proporcionada» a la nueva situación mundial constituye una conclusión anclada en la evolución de la doctrina social de la Iglesia.

El padre Georges Cottier, teólogo de la Casa pontificia, en una conversación con Zenit ha afrontado uno de los argumentos que el Papa trata en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero, la necesidad de un nuevo orden internacional.

En el texto, el Papa pide que «la Organización de las Naciones Unidas se eleve cada vez más de la fría condición de institución de tipo administrativo a la de ser centro moral, en el que todas las naciones del mundo se sientan en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por así decir, una “familia de naciones”».

«Los Estados deben considerar este objetivo como una precisa obligación moral y política, que requiere prudencia y determinación», añade el Papa.

El mensaje pontificio no pide que la ONU se convierta en una especie de gran Estado, sino que se «capacite a la Organización de las Naciones Unidas para funcionar eficazmente en la consecución de sus propios objetivos estatutarios».

En este sentido, el padre Cottier, dominico suizo, constata que «la doctrina social de la Iglesia ha hecho políticamente una evolución muy interesante».

«Desde el tiempo de la encíclica “Pacem in terris” de Juan XXIII [publicada hace cuarenta años] se da la conciencia de que los problemas políticos y económicos importantes se plantean a escala mundial».

«Incluso a nivel político, la inspiración del Evangelio ayuda a la razón humana a comprender la necesidad de instituciones proporcionadas a la unidad del género humano», subraya.

«Por tanto, se da la necesidad de una autoridad que esté por encima de los estados. Si bien conoce los límites y las fragilidades de las Naciones Unidas, la Iglesia siempre ha apoyado la idea de que las Naciones Unidas intervengan, por ejemplo, en los conflictos».

El Mensaje del Papa evoca los orígenes de la ONU y del Consejo de Seguridad, así como las condiciones que prevé el derecho internacional para el recurso de la fuerza.

Por este motivo, explica el secretario de la Comisión teológica internacional, es necesario que la ONU tenga «una autoridad más fuerte para intervenir, para defender los derechos del hombre, para luchar contra la miseria, etc.».

«Es una novedad –concluye– que maduró en tiempos del Concilio Vaticano II, quizá ya algo antes, pero es también un aspecto muy importante de la enseñanza de este pontificado».

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ZENIT Staff

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