El Papa en Polonia @Servizio Fotografico - Osservatore Romano

Teoría de género, migración y descristianización: la conversación del Papa con los obispos polacos

El Santo Padre, reflexionando sobre la situación de los refugiados, aseguró que la corrupción está en el origen de la migración

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco mantuvo un encuentro privado con los obispos polacos durante su reciente visita a Cracovia. El diálogo, compuesto por cuatro preguntas y cuatro largas respuestas del Santo Padre (“perdonad, he hablado demasiado pero mi sangre italiana me traiciona”), ha sido publicado hoy por la oficina de prensa de la Santa Sede. Los temas abordados fueron varios, como ya indicaron ese día los obispos en una rueda de prensa, entre ellos la Iglesia en salida, el puente entre jóvenes y ancianos, la acogida de los refugiados, y la aplicación concreta de la misericordia. El Papa también afrontó la cuestión de la teoría de género. “En Europa, en América, en América Latina, en África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de estas, lo digo claramente con ‘nombre y apellido’ es la teoría de género”, dijo Francisco. “Hoy a los niños en la escuela les enseñan esto: que el sexo lo puede elegir cada uno. ¿Y por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y las instituciones que te dan dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas por países muy influyentes. Y esto es terrible”, denunció el Papa.
Por otro lado, el Santo Padre reflexionó sobre la descristianización de Europa, especialmente la de occidente que sucumbe a una “cultura contemporánea ateo-liberal”. La descristianización, la secularización del mundo moderno es muy fuerte –observó el Papa– estigmatizando también el peligro de la “espiritualidad gnóstica”, esa “espiritualidad subjetiva” que lleva a “quitar a Cristo”. Para contrarrestar esto, es necesario “estar cerca del pueblo de Dios”, todos: obispos, sacerdotes, consagrados, laicos, y aplicar concretamente la misericordia en un mundo que se presenta como “enfermo de injusticia, de falta de amor, de corrupción”.
El Papa habló de una “economía líquida” que “favorece la corrupción”, por la que “los jóvenes no tienen la cultura del trabajo, porque no tienen trabajo”, la tierra está “muerta” y el mundo “se calienta” porque “debemos ganar”. “Hemos caído en la idolatría del dinero”, denunció el Santo Padre.
Otro de los temas abordados fue el de las parroquias. “¡La parroquia es siempre válida! Es una estructura que no tenemos que tirar por la ventana!”, subrayó. El problema “es cómo organizo la parroquia. Hay parroquias con secretarias que parecen ‘discípulos de satanás’, que asustan a la gente. Parroquias con las puertas cerradas”, advirtió. Pero también hay parroquias –aseguró– con las puertas abiertas, donde llega alguien a preguntar y se acoge y escucha con paciencia.
Es verdad, “cuidar del pueblo de Dios es cansado” y “llevar adelante una parroquia” lo es todavía más “en este mundo de hoy con tantos problemas”. Pero, el Señor, aseguró el Santo Padre, nos ha llamado para que nos cansemos un poco, para trabajar y no para descansar. “La parroquia es cansada cuando está bien preparada. La renovación de la parroquia es una de las cosas que los obispos tienen que tener siempre bajo los ojos”, para que sea una “parroquia en salida” y no una “parroquia oficina”.
La última pregunta se refirió a la situación de los refugiados. Hoy hay mucha migración “por falta de trabajo”, reveló Francisco. “Los que vienen hasta nosotros huyen de las guerras, del hambre. El problema está allí, porque en esa tierra hay explotación de las personas, hay explotación de la tierra, hay explotación para ganar más dinero”, precisó. Y hay guerra: de tribus, de ideologías o “guerras artificiales” preparadas por los traficantes de armas. “Realmente la corrupción está en el origen de la migración”, aseguró el Santo Padre a los obispos. Por eso pidió que los países sean “generosos como cristianos”. Está claro que “no se puede dar una respuesta universal, porque la acogida depende de la situación de cada país y también de la cultura. Pero sí se pueden hacer muchas cosas”. Para comenzar, por ejemplo, “hacer una hora en las parroquias, una hora a la semana, de adoración y de oración por los inmigrantes” visto que “la oración mueve montañas”.
 

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ZENIT Staff

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