Testamento espiritual del asesinado arzobispo caldeo de Mosul

Monseñor Rahho: Amor por los «hermanos musulmanes de Irak

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MOSUL, viernes, 18 abril 2008 (ZENIT.org).- Amor por los «hermanos musulmanes de Irak» y aceptación de la muerte como abandono total en Dios: son claves que había revelado monseñor Rahho, arzobispo caldeo de Mosul (Irak), muerto en manos de sus secuestradores hace poco más de un mes.

La agencia «AsiaNews» del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) ha traducido del árabe, de la web «Ankawa.com», algunas secciones del «testamento espiritual» del prelado, fechado el 15 de agosto de 2003.

El texto explicita su entrega plena en manos de Dios y lanza un mensaje de amor y fraternidad a todas las comunidades religiosas de Irak.

Según la agencia del PIME, el escrito de monseñor Rahho recuerda con especial ternura a los discapacitados de la «Fraternidad de Caridad y Alegría» que había fundado en 1989.

«De vosotros he aprendido el amor -les decía–; vosotros me habéis enseñado a amar».

Y a sus familiares, escribía: «No poseo nada; lo que tengo no es mío. Yo mismo era una propiedad de la Iglesia, y de la Iglesia no podéis reivindicar nada».

«AsiaNews» recoge el comentario del padre Amer Youkhanna -sacerdote caldeo de Mosul–de las palabras del que era su obispo, ante las que se siente «muy impresionado».

«Al indicar la vida después de la muerte como continuación mayor e infinita de entregarse a Dios, quiere decirnos que lo que nos aguarda no es sólo una recompensa «pasiva», sino una vida en la que el Señor nos hace activos con Él», dice.

Estos son los pasajes que cita, en italiano, «AsiaNews»:

* * *

«Ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que ya vivamos ya muramos, del Señor somos» (Romanos 14,7-8).

La muerte es una realidad tremenda, la más tremenda de cualquier realidad, y cada uno de nosotros tendrá que atravesarla. El hombre que da su vida, a sí mismo y su ser y todo lo que posee a Dios y al prójimo expresa así la profunda fe que tiene en Dios y su confianza en Él. El Padre Eterno cuida de todos nosotros y jamás hace daño a nadie. Porque su amor es infinito. Él es amor, y es también la plenitud de la paternidad. Así se entiende la muerte: morir es interrumpir esta donación a Dios y al prójimo (en la vida terrena. Ndr) para abrirse a una entrega nueva e infinita, sin mancha. La vida es entregarnos plenamente en manos de Dios; con la muerte esta entrega se hace infinita en la vida eterna.

Os pido a todos que estéis siempre abiertos hacia nuestros hermanos musulmanes, yazidíes y todos los hijos de nuestra amada patria, que colaboréis juntos para construir sólidos vínculos de amor y fraternidad entre los hijos de nuestro amado país, Irak.

El siervo del Evangelio de Cristo

Paulos Faraj Rahho

* * *

En su edición diaria en italiano fechada el jueves pasado, «L’Osservatore Romano» recogió la perplejidad por la falta de información sobre las investigaciones de la muerte del prelado iraquí.

Más de un mes ha pasado del hallazgo de su cuerpo sin vida y no hay rastro de los responsables el secuestro. Pide verdad y justicia sobre el crimen don Renato Sacco, de «Pax Christi Italia», denunciando a la agencia «Sir» del episcopado italiano el silencio que envuelve la investigación judicial en Irak.

Según el sacerdote, «de Mosul llegan voces de una situación dramática. Se desconoce en qué punto están las pesquisas, si ha detenido a alguien y si tal silencio es un modo de aplacar la petición de verdad».

«Tal silencio refleja también lo que está en marcha en Irak, a pesar de que hay más de cuatro millones y medio de prófugos iraquíes y la vida de un tercio de la población corre peligro por falta de agua, alimento y medicinas», añade don Renato Sacco, quien se desplazó al probado país del 11 al 19 de febrero con una delegación italo-francesa de «Pax Christi» («Organización no gubernamental» católica comprometida mundialmente por los derechos humanos, el desarme, la justicia social y la ecología).

«Debemos informar y trabajar por la verdad, por la justicia, y no dejar solos a los iraquíes -alerta el sacerdote–. No obstante las enormes dificultades, la Iglesia está emergiendo con una fuerza particular, la de la «minoría» que la sitúa fuera de toda lógica de repartición del poder y así puede tener un gran papel en la construcción de puentes y lograr el encuentro de quien no consigue dialogar».

Cuando salía de la iglesia del Espíritu Santo en Mosul, monseñor Rahho sufrió su violento secuestro el pasado 29 de febrero. Sus tres acompañantes –Samir, Rami y Firas– fueron asesinados en el acto. El Papa alzó su voz en varias ocasiones rogando su liberación y la seguridad del pueblo iraquí.

Siguiendo indicaciones de los propios secuestradores, el 13 de marzo se dio con el cuerpo sin vida del prelado.

En el diario de la Santa Sede se lee que, tras el asesinato de monseñor Rahho, la comunidad cristiana en Irak había pedido la identificación del responsable del secuestro y mayor protección, pero hasta la fecha sus llamamientos no han sido atendidos.

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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