Testimonio entre las bombas de la superiora del monasterio de Haifa en Israel

Habla sor Maria Giuseppina, religiosa carmelita

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HAIFA, lunes, 24 julio 2006 (ZENIT.org).- Sor Maria Giuseppina, priora del Monasterio de las Carmelitas de Haifa, importante ciudad puerto en el norte de Israel, cerca del Líbano, narra en esta entrevista enviada a Zenit a través de la Orden carmelita la manera en que las religiosas viven estos tensos momentos y el estado de ánimo de la población israelí.

–¿Cuál es el ambiente que se respira en el país, entre esa población que vuelve a vivir, cada día, cada hora y a veces cada minuto el miedo de una nueva sirena de alarma o que experimenta el ansia de tener que correr a un refugio antes de un nuevo bombardeo?

–Sor Maria Giuseppina: Nosotros experimentamos la tensión de la situación desde el 13 de julio, cuando se anunció que comenzarían a bombardear Haifa, y los misiles llegan con una cierta frecuencia. Los primeros cayeron en la noche de ese mismo día cerca de la Basílica Stella Maris, en la carretera que baja hacia Haifa. Una mujer falleció por un ataque de corazón, y después han seguido muriendo personas a causa de estos ataques. Toda la población se encuentra en estado de alarma. Gracias a Dios las escuelas están de vacaciones, pero han tenido que cerrar la gran Universidad de Haifa y a las madres que trabajan les dicen: «permanezcan en casa con sus niños». Todo funciona lentamente.

–¿Cómo viven estos momentos las religiosas?

–Suor Maria Giuseppina: Nosotros los vivimos en solidaridad con el pueblo israelí, con los árabes, con los judíos; escuchamos las noticias y seguimos las indicaciones. Nos han dicho que no nos quedemos en las celdas, que se asoman hacia el mar, la dirección de la que proceden los misiles. Por eso, hemos cambiado nuestras habitaciones, trasladándolas a los pasillos o cambándonos a las celdas que no se asoman al mar, por prudencia. Por lo demás, seguimos con la misma vida. Cuando hay una señal de alarma, vamos a la habitación más segura y escuchamos las noticias de la Radio. Cuando todo termina, la vida vuelve a comenzar. Rezamos mucho y confiamos en el Señor, a quien nos dirigimos en esta situación en la que no se logra ver el final, pues las dos partes están encerradas en sus posiciones. Por eso, esperamos que haya intervenciones de lo alto, no sólo del Señor, sino también de los grandes de la tierra, para convencerles a dejar las armas.

–¿Habían visto señales de lo que podría suceder antes de que estallara el conflicto?

–Sor Maria Giuseppina: En la tarde del jueves, 13 de julio, la hermana que fue al mercado volvió diciendo que había sabido que en la noche comenzarían a bombardear Haifa. Cuando estallaron los primeros misiles estábamos en el recreo. Antes de ese momento no pensábamos que esto podía suceder, pues en Haifa nunca había pasado.

–¿Les pide ayuda la población?

–Sor Maria Giuseppina: ¡Sí! Por ejemplo, vino una niña que conocíamos para pedirnos que la dejáramos dormir en el monasterio, pues un misil había caído cerca de su casa y tenía mucho miedo. Nuestro teléfono suena de la mañana hasta la noche: muchas personas del extranjero y del país nos llaman para preguntar qué pasa y cómo estamos.

El domingo 16 de julio fue la fiesta de la Virgen del Carmen, pero vino poca gente a misa, pues estalló una bomba provocando nueve muertos: todos se asustaron y se quedaron en casa. Hay mucho miedo, pero al mismo tiempo la vida continúa…

–Sor Maria Giuseppina, si quisiera lanzar un llamamiento o petición, ¿qué diría?

–Sor Maria Giuseppina: En cuanto carmelitas, estamos en oración y rezamos, pero pedimos a todos los cristianos del mundo que recen, pues Tierra Santa es amada por todos y nuestras comunidades están aquí en servicio a todos. ¡Recen para que la situación cambie y pueda llegar finalmente la deseada paz! ¡Es un llamamiento que hacemos de todo corazón!

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ZENIT Staff

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