Tiempos muy duros para los disidentes en China

“Desaparecido” el artista Ai Weiwei y algunas personas de su entorno

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ROMA, lunes 18 de abril de 2011 (ZENIT.org).- “Este no está siendo un buen mes para los disidentes en China”. Observó Joshua Rosenzweig, de la Duihua Foundation (una organización estadounidense para los derechos humanos en China) en un artículo publicado el pasado 28 de marzo en el Wall Street Journal, hablando de la dura represión contra los opositores del régimen en el país. Lo que destaca el autor en este nuevo movimiento represivo de los anteriores es su “flagrante ilegalidad”. Mientras que algunos arrestados tuvieron por lo menos un juicio -afirma el estudioso- muchos otros no han tenido esta fortuna, simplemente “han desaparecido”.

Según la organización Chinese Human Rights Defenders (CHRD, con sede en Hong Kong), hay, al menos, 54 disidentes, activistas pro-derechos humanos, intelectuales y abogados, arrestados hasta ahora. El jueves 7 de abril le tocó a la abogada Ni Yulan, que junto a su marido Dong Jiqin, se opone, desde hace años, a los desalojos ilegales. La mujer, en silla de ruedas después de ser golpeada por la policía en 2002, fue arrestada por la sospecha de “causar desórdenes” (Agence France-Presse, 15 de abril).

El caso que ha provocado mayor clamor fue el arresto de Ai Weiwei, uno de los protagonistas de la escena artística internacional. El disidente, de cincuenta y tres años de edad, fue detenido el pasado domingo 3 de abril, en el aeropuerto de Pekín, antes de embarcar en un vuelo hacia Hong Kong. Desde entonces no se ha sabido casi nada de él. Como contó el Guardian (15 de abril), desde el jueves también está desaparecido un abogado de su entorno, Liu Xiaoyuan. Y desde el 9 de abril es imposible ponerse en contacto con el diseñador Liu Zhenggang, que trabajaba para FAKE, es decir el estudio de Ai Weiwei en Pekín. También faltan un amigo de Ai Weiwei, Wen Tao, su chófer y primo Zhang Jinsong, y su contable Hu Mingfen.

Interrumpió el ensordecedor silencio del gobierno el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Hong Lei, el pasado 7 de abril. “Según mi conocimiento, Ai Weiwei es sospechoso de crímenes económicos, y la Oficina de Seguridad Pública está realizando una investigación de acuerdo con la ley”, dijo, afirmando que China es una Estado de derecho (The New York Times, 7 de abril). Como recuerda el periódico, el término “polivalente” de “crímenes económicos” se usa frecuentemente por parte de la policía china para arrestar y mandar a la cárcel a las personas consideradas una “amenaza política” por el Partido Comunista. La madre del artista Gao Ying, de setenta y ocho años de edad, definió esta acusación como “ridícula”. “Tienen que decir a la familia por qué y dónde están reteniendo prisionero a mi hijo”, dijo la mujer: “No tienen derecho a mantenernos en vilo”.

En días anteriores, el periódico Wen Wei Po – de Hong Kong, conocido por sus estrechos vínculos con el gobierno central – añadió otra acusación. Ai Weiwei sería sospechoso de difundir “pornografía” por Internet. Además, el famosísimo artista conceptual está acusado de bigamia y de tener un hijo ilegítimo. La hermana de Ai, Gao Ge, definió la acusación de bigamia “absurda” y para su mujer, Lu Qing, se trata sólo de intentonas de enfangar la reputación de su marido. “Si tienen todas esas pruebas ¿por qué no las publican?”, declaró al Telegraph (14 de abril).

Como sea, Ai Weiwei sabía perfectamente que estaba en el punto de mira del Partido Comunista. El artista, famoso sobre todo por ser el creador conceptual del Estadio Olímpico de Pekín – rebautizado con el “Nido del pájaro” por su particular forma –, se distanció velozmente del modo en que fueron organizados los Juegos de 2008 por parte de las autoridades chinas. El terremoto del 12 de mayo de 2008 – tres meses antes de la inauguración de las Olimpiadas – que devastó la provincia centro-meridional de Sichuan, fue la causa del aumento de las tensiones.

El terremoto provocó más de 80.000 víctimas, entre los cuales destacar numerosos niños y estudiantes de las escuelas que se derrumbaron como cartón. Según Ai, los edificios escolásticos estaban construidos con materiales de desecho (habló de escuelas hechas a base de “tofu”, es decir una especie de ‘queso’ de soja), como consecuencia de la omnipresente corrupción. A causa de sus continuas críticas, en agosto de 2009, el artista recibió fuertes golpes en la cabeza por parte de la policía en su habitación de hotel en la provincia de Sichuan, Chengdu. Sufrió una hemorragia cerebral, y como consecuencia Ai tuvo que someterse después a una intervención de emergencia en Munich (Alemania) donde se encontraba realizando una muestra.

Cuando, más tarde, el pasado enero, su estudio nuevo fue derruido por orden de las autoridades, Ai Weiwei entendió que la red se estaba cerrando en torno a él y que quizás había llegado la hora de irse al extranjero, aunque la idea no le gustaba. Como hijo de Ai Qing – un famoso poeta y pintor exiliado en la época de Mao Zedong, primero en Manchuria y después en Xinjiang -, Ai Weiwei sabía que era suscitar las iras de Pekín. Según Berliner Zeitung (29 marzo), el artista había dado los primeros pasos para abrir un estudio en Oberschöneweide, un barrio de Berlín, aunque parece poco probable que pueda inaugurarlo en un futuro próximo.

Detrás del puño de hierro, que ha coincidido con la temporada de los grandes congresos políticos en China – en marzo se desarrolló en Pekín la Asamblea Nacional del Pueblo – preocupa mucho que el virus “nordafricano” de la “Revolución del Jazmín” llegue a China. La paranoia de la seguridad y de la estabilidad interna ha hecho que por ejemplo palabras como “Jazmín”, “Hoy”, “Mañana” no se puedan usar en Internet en China. La censura incluso ha bloqueado un video de la canción tradicional china “Que bella es la flor del jazmín” cantada por el presidente Hu Jintao durante un visita a Kenia en 2006.

La represión también actúa contra quien critica la infame ley del “hijo único”, como demuestra el ensañamiento contra la activista Mao Hengfeng, comprometida desde el 1988 en la lucha contra la política de la planificación familiar que existe en este país (ZENIT, 3 de marzo). También la fe pone nervioso a Pekín. Como contaba la agencia AFP, la policía arrestó el pasado domingo 17 de abril a decenas de fieles de una de las más grandes iglesias domésticas o “clandestinas” de China – la Iglesia Protestante Shouwang de Pekín –, porque querían celebrar la liturgia al aire libre. Este sábado fue detenido también el pastor, Jin Tianming, y liberado el domingo. A causa de las injerencias continuas de las autoridades, la comunidad de Shouwang no consigue encontrar un lugar de culto estable. Según AsiaNews (1 de abril), las cosas no funcionan mejor en Guangzhou (o Cantón, capital de la provincia de Guangdong), donde la iglesia de Tianyun deberá interrumpir sus actividades y también la iglesia de Rongguili, que cuenta con casi 4.000 fieles, está a punto de ser clausurada.

La obsesión de Pekín de querer controlarlo todo, está provocando fricciones con la Santa Sede, que ya ha reaccionado a las graves intromisiones de las autoridades chinas en la vida de la Iglesia Católica, con el “Mensaje a los católicos chinos” difundido el pasado jueves por la Comisión Vaticana para la Iglesia en China. La Santa Sede mostró su honda preocupación por la ordenación ilícita (es decir sin aprobación pontificia) el 20 de noviembre de 2010 del nuevo obispo de la diócesis de Chengde (provincia de Hebei), monseñor Joseph Guo Jincai, en la que participaron ocho obispos en comunión con Roma, y por la octava Asamblea de los representantes católicos desarrollada en absoluto secretismo el pasado diciembre en Pekín. El evento concluyó con la elecc
ión de Monseñor José Ma Yinglin, obispo ilícito de la diócesis de Kunming (Yunnan), como presidente del Consejo Episcopal Chino, y monseñor Johan Fang Xinyao, obispo de Linyi (Shandong), como jefe de la Asociación Patriótica, es decir la única Iglesia Católica reconocida por Pekín.

Como observó AsiaNews el pasado 6 de diciembre, el “modus operandi” de las autoridades chinas en ocasión de los dos eventos recuerda los tiempos de la infame “Revolución cultural”. Decenas de obispos fueron obligados a participar en la Asamblea y también en la ordenación de monseñor Guo Jincai se usaron métodos fuertes para “convencer” a los ocho obispos en comunión con el Papa que asistiesen a la ceremonia. Estas “situaciones de crisis” -expresión usada este viernes por el portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi – coloca al Vaticano ante un dilema: buscar el compromiso con Pekín y ser clemente con los obispos que han obedecido a las autoridades, siguiendo, por tanto, las huellas de la “Ostpolitik” del cardenal Agostino Casaroli (1914-1998), como propuso el padre Jeroom Heyndrickx en el número de marzo de la Fundación Ferdinand Verbiest (UCA News, 1 de abril), o elegir la línea de la firmeza y de la fidelidad al Pontífice, como hizo el cardenal Joseph Zen Ze-kiun, obispo emérito de Hong Kong.

Por Paul De Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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