Tierra Santa: «Jesús murió para hacernos una familia reconciliada»

Entrevista con el nuevo decano del Instituto Bíblico de Jerusalén

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JERUSALEN, 27 marzo 2002 (ZENIT.orgFides).- El «Studium Biblicum» de los franciscanos, hoy Facultad de Ciencias Bíblicas y Arqueología, es uno de los puntos de referencia mundial para quien estudia Sagrada Escritura. Desde hace unos días, cuenta con un nuevo decano: el padre Giovanni Claudio Bottini, italiano, en Jerusalén desde 1977.

El nuevo decano explica la función de esta importante institución.

–Usted asume su cargo en un momento especial. ¿En qué medida el estudio de las raíces del cristianismo puede ayudar a la Tierra Santa a encontrar la paz?

–Padre Bottini: Mi nombramiento se debe a una costumbre académica: el padre Frédéric Manns, que me ha precedido, ha sido decano durante los últimos seis años, que han coincidido con la celebración del Jubileo.

También nosotros nos preguntamos qué podemos hacer para ayudar a israelíes y palestinos a reconciliarse en la justicia y la paz. Aparentemente poco, porque el juego parece estar en manos de los políticos. En realidad también nosotros nos esforzamos en dar nuestra aportación a nivel humano y académico. En el convento anexo al Studium vivimos juntos, profesores y un grupo de estudiantes, unas treinta personas provenientes de una docena de países.

Es ya un pequeño testimonio de pacífica y fecunda convivencia en una tierra de nacionalismos exasperados. Mantenemos relaciones de colaboración con numerosos estudiosos y arqueólogos israelíes y también con varios palestinos. Descubrimos y hacemos notar que el pasado de estas regiones no está marcado sólo por choques y conflictos. Hemos organizado también tres simposios con estudiosos judíos, musulmanes y cristianos sobre argumentos relacionados con las comunes raíces de la fe.

–¿Quién estudia en el Studium y por qué?

–Padre Bottini: Vienen en su mayoría sacerdotes que se preparan para ser profesores de Sagrada Escritura en los seminarios y las facultades teológicas. En los últimos años, ha aumentado la presencia de laicos y mujeres. El número no es muy elevado pero representan a todos los continentes. En nuestra escuela, se presta particular importancia al estudio de las lenguas y al contacto prolongado con el ambiente que ha visto nacer la Biblia. No es secundario el hecho de que el judaísmo con sus ritos y sus instituciones sea una realidad viva fuertemente visible. Los mismo hay que decir de las diversas Iglesias orientales presentes en Jerusalén.

–¿Por qué es todavía importante para la Iglesia de hoy seguir estudiando los lugares en que vivió Jesús?

–Padre Bottini: Hoy quizá lo es más que ayer para que en el «mercado de lo sacro» el cristianismo no se confunda con una forma de conocimiento, una filosofía de la vida. El cristianismo es un acontecimiento con una precisa ubicación en la historia y en le geografía. Estudiar la Sagrada Escritura en Tierra Santa es buscar las huellas de ese acontecimiento que es la Encarnación del Hijo de Dios en María de Nazaret. El estudio hecho en las tierras bíblicas lleva casi espontáneamente a un contacto con la milenaria tradición literaria y monumental del Oriente Medio antiguo con sus civilizaciones, desde Mesopotamia a Egipto.

–Usted vive en Jerusalén desde hace mucho tiempo. ¿Ha visto cambiar algo en la relación entre los cristianos de Tierra Santa?

–Padre Bottini: He visto con alegría crecer, al menos hasta hace un año y medio, la muchedumbre de peregrinos cristianos que volvían a las fuentes de la fe y a las raíces de la Iglesia con entusiasmo y provecho. Soy testigo lamentablemente también del éxodo de muchos cristianos que han sufrido la inestabilidad de la situación social y política y que son víctimas de una identidad cristiana débil. Conocen poco el proprio pasado, no tienen un nexo profundo con las memorias bíblicas y cristianas de su tierra. Es algo que hace sufrir.

–Mañana, Jueves Santo, vuelve a coincidir con la Pascua judía.

–Padre Bottini: Nos recuerda el contexto histórico y espiritual que han conservado los textos de nuestra fe. Los relatos de la cena en la que Jesús instituyó la Eucaristía en los signos del pan y el vino están ligados a la cena pascual que los judíos celebran todavía hoy con fidelidad y fervor. De todas partes del mundo han venido muchos de ellos también este año para celebrar «Pesach» en Jerusalén. El Mesías que ellos esperan nosotros lo celebramos presente entre nosotros.

–El Viernes Santo los católicos del mundo son invitados a ser particularmente solidarios con Tierra Santa. ¿Qué les diría usted a esos católicos?

–Padre Bottini: Que Jesucristo ha muerto en la Cruz para hacer de todos los hombres y mujeres del mundo una sola familia reconciliada con Dios y entre sí y que permanece hasta que esto no se realice plenamente. Pero también que Él es el Viviente, y ha inscrito en la humanidad una irresistible levadura de resurrección y de vida confiada a la Iglesia y a cada uno de nosotros.

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ZENIT Staff

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