Tierra Santa: La Intifada, una catástrofe para los cristianos

Denuncia del patriarca latino de Jerusalén

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JERUSALÉN, 30 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Los dos años de Intifada –la revuelta palestina contra Israel que ha provocado a su vez la represión militar–, han sido una auténtica catástrofe para Tierra Santa, denuncia el patriarca latino de Jerusalén.

Su Beatitud Michel Sabbah es categórico al hacer un balance de estos enfrentamientos, que comenzaron el 28 de septiembre de 2002.

«No ha venido nada bueno –explica en declaraciones a «Radio Vaticano»—. Ha habido muertos y víctimas en las dos partes. Espero que después de estos dos años, los jefes políticos –israelíes y palestinos– logren comprender y se convenzan de que este camino de muerte es cruel e inútil».

«Se sabe cómo es posible hacer la paz en este conflicto, se conocen todas las condiciones y habrá que volver a estas condiciones –afirma–. Todos estos muertos, víctimas, sufrimientos, habrán sido inútiles. Estos dos años habrán sido un paréntesis inútil en la historia del conflicto. Al menos, espero que todos abran los ojos».

Estos 24 meses de violencia, según el patriarca, han provocado además un aumento del éxodo de los católicos de Tierra Santa, pero aclara que este fenómeno no es único entre los fieles de su comunidad, afecta a todos, también a los musulmanes y a los judíos. «Siempre hay alguien que se va», constata con pena.

«Ciertamente, dado que los cristianos son pocos, su emigración produce un efecto mayor para la supervivencia cristiana en estos santos lugares. El asedio, y el toque de queda, que hace la vida imposible, obliga a muchos que pueden emigrar a irse», subraya.

«Esta situación, tal y como es hoy, obliga a todos a pensar en abandonar el país, a excepción de los pocos que están verdaderamente convencidos de tener un vocación a ser cristianos en esta tierra, y gracias a Dios, todavía hay personas así», asegura.

«Estas personas –concluye– saben que tienen que compartir la responsabilidad de todo el conflicto, la exigencia de libertad, de dignidad humana, y tienen que compartir por tanto las dificultades hasta la muerte».

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ZENIT Staff

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