Tierra Santa: Los franciscanos construyen casas para evitar el éxodo cristiano

La «Aldea de San Francisco», el proyecto más ambicioso

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JERUSALÉN, 28 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Con el objetivo de evitar el éxodo de cristianos de Tierra Santa, que en muchos casos se han quedado sin casa a causa de la violencia o de la crisis económica, la Custodia Franciscana ha lanzado un proyecto de construcción de 70 viviendas para familias cristianas en Tierra Santa (zona de Betfagé).

Si al final del siglo XIX los cristianos en Tierra Santa representaban el 25 % de la población, hoy no llegan al 2,5 %. En los casi dos años que dura la «Segunda Intifada» cerca de un millar de cristianos, la mayoría jóvenes, han emigrado de la zona de Belén y sus alrededores para buscar un futuro mejor.

El proyecto de los franciscanos es tan ambicioso como difícil: se han necesitado 15 años para conseguir el permiso de construcción. Ahora está momentáneamente detenido por la falta de dinero y por la situación en que vive la zona (el gobierno israelí no concede los permisos necesarios para que los trabajadores árabes acudan a su puesto de trabajo).

Hasta el momento el proyecto «Aldea de San Francisco», que supone más de 10 millones de dólares, se encuentra en la fase de construcción de los primeros bloques.

El lugar se encuentra en Betfagé, junto al santuario franciscano que recuerda el inicio de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y en donde comienza cada año la procesión del Domingo de Ramos.

Según ha explicado a Zenit fray Emérito Merino, delegado de Tierra Santa en Madrid, «en muchos países del mundo, organizaciones internacionales recogen ayuda humanitaria para la región pero, desgraciadamente, ésta va a parar en su mayor parte a los musulmanes; a los cristianos tan solo les llegan las migajas».

«Así, los musulmanes tienen apoyo financiero de otros musulmanes en el mundo y la ayuda estadounidense a Israel es evidente, pero a los cristianos no les ayuda nadie», aclara.

El riesgo es que Tierra Santa se convierta para los cristianos en un museo, en piedras, sin vida, aclara el religioso.

«En esta situación penosa está surgiendo un problema: muchas chicas cristianas de esta zona tienen que buscar su futuro marido entre los jóvenes musulmanes, a sabiendas de que los hijos no serán nunca cristianos», añade.

«El éxodo se debe sobre todo a la situación insostenible que está causando el conflicto árabe-israelí, que no permite el normal desarrollo de una vida digna. Faltan las condiciones elementales, como el trabajo, el poder disponer de una vivienda, repararla si ha sido dañada o demolida, y sobre todo no se ve un futuro que merezca la pena», explica.

«Además –aclara el franciscano–, especialmente en estos últimos meses, está sucediendo otro fenómeno muy grave: las pequeñas comunidades cristianas están siendo aisladas por el ejército israelí. No hablamos solo de algunos centros urbanos como Ramalah, sino de esos lugares bíblicos que eran meta de peregrinación de tantos cristianos, locales y extranjeros».

«Así, una zanja rodea desde hace más de un año toda la ciudad bíblica de Jericó impidiendo el acceso de todos; lo mismo sucede en Emaús, el lugar de encuentro de Jesús con los dos discípulos el domingo de Pascua, cuya vía de acceso está cortada. Dificultades enormes hacen casi imposible la entrada y salida de Betania y, a pesar de las promesas del ejército, hay que hacer grandes colas y armarse de muchísima paciencia para poder entrar en Belén», añade.

«Los cristianos de estos lugares, que normalmente trabajan en Jerusalén, especialmente en los centros eclesiásticos de la Ciudad Santa –escuelas, conventos, casas de peregrinos, etc.– reciben los permisos con cuentagotas y, cuando los consiguen, se pueden considerar afortunados si valen por un mes, pues muchas veces son válidos solamente por cinco días. En estas condiciones es muy difícil salir adelante», constata.

«Hay que hacer algo para frenar esta hemorragia, este éxodo de cristianos –sigue diciendo el religioso franciscano–. No basta hablar. Hay que hacer algo concreto: «Dadles vosotros de comer» (Lucas 9, 13) diría hoy también Jesús a sus discípulos. Esto es lo que han hecho desde siempre los franciscanos de Tierra Santa».

Esto explica muchas de sus iniciativas, que fray Emérito elenca: «escuelas gratuitas, becas para estudiantes universitarios que quieran estudiar en la región, trabajo en sus centros, todo tipo de ayudas sociales (por ejemplo, durante estos dos años de «Intifada», a los obreros que trabajan en las hospederías franciscanas se les ha seguido pagando el 75% del salario, aunque no haya peregrinos o dichos centros estén cerrados) y sobre todo, la construcción de casas para los cristianos».

«Esta obra social no es nueva. Se remonta al siglo XVI. Y la razón es muy sencilla: en el período en que los turcos gobernaron Palestina, desde 1517 hasta 1917, los cristianos estaban excluidos de todo trabajo remunerado y, en consecuencia, se encontraban con la imposibilidad de poseer o pagar el alquiler de un alojamiento», sigue diciendo el religioso.

«Para cualquier familiar, sobre todo en Oriente, la casa es el elemento vital para la permanencia en un lugar y esto vale también para los cristianos –añade–. Los franciscanos fueron desde el principio conscientes de la importancia de este problema y por eso comenzaron a comprar casas o a adquirirlas para poder alojar a los cristianos y que tuvieran raíces estables, especialmente en Jerusalén».

«Actualmente, los franciscanos poseen en la Ciudad Vieja de Jerusalén, a beneficio de los cristianos, 392 alojamientos, de los cuales 357 son de su propiedad y 35 alquilados, con un total de 392 familias», revela.

En Beit Hanina, al norte de Jerusalén, los franciscanos han construido 42 apartamentos para otras tantas familias cristianas; en Betania, la ciudad de Marta, María y Lázaro, «los amigos de Jesús», viven 12 familias cristianas en otros tantos pisos construidos recientemente; en Er-Ram, que se encuentra entre Beit Hanina y Ramalah, viven ya 18 familias en otras tantas casas construidas por los religiosos.

Sin embargo, el proyecto más ambicioso es la «Aldea de San Francisco». Para ofrecer ayuda al proyecto o pedir información puede enviar un mensaje de correo electrónico a fray Emérito Merino en emeritomerino@telepolis.com o visitar la página web http://www.aldeadesanfrancisco.org.

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ZENIT Staff

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