Tierra Santa: Se acelera el éxodo de cristianos de Belén

En un tiempo fueron el 98%, ahora son minoría

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WASHINGTON/BELÉN, 7 mayo 2002 (ZENIT.org).- Los cristianos que viven en Belén están acelerando el éxodo y su número disminuye rápidamente, según informaba este lunes «The Washington Post».

Incluso ante la inminencia de un acuerdo para acabar con el asedio de la Basílica de la Natividad, los líderes cristianos temen que los terribles momentos vividos el mes pasado aceleren un éxodo que ha reducido los últimos enclaves cristianos en los lugares donde nació, predicó y murió Jesús

«Debería haber 10.000 personas en mi comunidad pero ahora son la mitad», declara el padre George Shahwan a «The Washington Post», refiriéndose a su parroquia greco-ortodoxa de Beit Jala, en las cercanías de Belén.

«El éxodo es nuestro mayor problema –añade–. Deseamos seguir teniendo una iglesia viva pero si esto continúa, los santos lugares en Palestina serán como museos».

Se dice que Belén tuvo en un tiempo el 98% de cristianos. Ahora los cristianos son una minoría en la ciudad bajo autoridad palestina, así como en la ciudad israelí de Nazaret, y se han reducido en algunos miles en Jerusalén.

La larga ocupación israelí de los territorios palestinos, con sus toques de queda que estrangulan la economía y las fronteras cerradas, y una subyacente tensión con los musulmanes, han alimentado el éxodo.

La incursión militar israelí en Belén empezó el 2 de abril. El centro de la ciudad ha sido destrozado por los tanques y los disparos. El turismo, su savia vital económica, se ha detenido. El toque de queda ha cerrado todas las escuelas, tiendas y negocios.

«En estas condiciones muchas familias se están yendo o pensando en irse –decía Abdulla Abu-Eid, mientras esperaba fuera de la iglesia de Beit Jala participar en una procesión pascual abreviada–. Cada uno está pensando en una vida mejor».

El éxodo cristiano comenzó en 1948, cuando se constituyó el Estado de Israel. Las salidas se aceleraron en 1967, cuando Israel se apoderó de Belén y del resto de Cisjordania.

No existen datos fiables de censo, pero a principios de 1900 se pensaba que los cristianos eran el 20% de la población de lo que hoy es Israel, Cisjordania y Franja de Gaza. Ahora son menos del 2%, según Charles Sennott, autor de «The Body and the Blood» («El Cuerpo y la Sangre»), un libro sobre el éxodo de los cristianos de Tierra Santa.

Belén volvió a control palestino tras los acuerdos de Oslo de 1993 y por un breve periodo los habitantes eran optimistas sobre el futuro de la ciudad.

«Era una bonita ciudad. Deseábamos que nuestros hijos crecieran aquí», dice Grace Handal, cuya familia está ahora pensando abandonar Belén.

Pero con la nueva intifada palestina de septiembre de 2000 y los frecuentes cierres de las áreas palestinas, impuestos por el primer ministro israelí Ariel Sharon, Belén quedó excluida del flujo turístico y a sus hombres y mujeres se les impidió ir a trabajar a Israel. Se habían perdido los dos
principales pilares económicos de la economía.

La cafetería y tienda de recuerdos de Maher Handal está cerrada. Hace meses que no trabaja. Su hija de un año, Natalia, no ha podido ser bautizada en la iglesia de la Natividad como sus hermanas de 7 años, Bshara and Lara.

Desde que los tanques llegaron, las actividades diarias de la ciudad se han detenido y los niños están encerrados en casa. «Se van a volver locos», dice Maher, de 32 años.

El teniente de alcalde de Belén, Ziad Bandak, afirma que 250 familias han abandonado la ciudad desde que empezó la intifada palestina. «El problema es que son familias jóvenes que miran al futuro. Y son las únicas que podrían tener más hijos entre los cristianos que se quedan».

«Todos piensan en marcharse», dice Jabra Mitwasi, de 28 años, que está pensando en irse a Canadá. «Si fuera sólo por cuatro semanas, podría quedarme –añadió–. Pero yo sé que esto no acabará nunca. Seguirá siempre igual. No hay paz para esta tierra».

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ZENIT Staff

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