Todos los pontificados de los últimos tiempos han sido difíciles

Habla el experto en historia de la Iglesia Carlo Pioppi

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El profesor Carlo Pioppi, profesor de historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de la Universidad de la Santa Cruz en Roma, Italia, analiza el pontificado del papa Ratzinger en el marco de la historia eclesial y, tomando distancia, lo sitúa en el conjunto de los papados de los siglos XIX y XX, todos ellos nada fáciles.

En esta entrevista a ZENIT, el experto destaca la novedad de la decisión de Benedicto XVI, en un mundo en el que los avances médicos alargan la vida pero las fuerzas faltan. Piensa que la actitud de este papa es de visión de futuro, abriendo el camino a una mayor libertad de quienes tengan que ejercer el ministerio petrino.

¿Qué será más recordado en la historia de la Iglesia del papado de Benedicto XVI?

–Carlo Pioppi: Creo que el papado de Benedicto XVI se mueve en la misma línea de continuidad que el papado de Juan Pablo II. Benedicto XVI, aún con los modos externos diferentes y un carácter completamente diverso del de su antecesor, ha llevado adelante las líneas fundamentales. Sobre todo una cosa que ha destacado es su preocupación e interés por la unidad de los cristianos. Esto se ve en sus intentos de acercamiento con las Iglesias ortodoxas, se ve en el interés en los intentos de reconciliación con toda la cuestión china, se ve también en los intentos con el grupo de tradicionalistas lefebvrianos. Y finalmente también con la acogida benévola a los grupos anglicanos que quieren reunirse con la Iglesia Católica, manteniendo algunas de sus tradiciones. Sin duda este es uno de los aspectos.

Por otro lado ha llevado adelante, como Juan Pablo II, toda la difícil relación de diálogo de la Iglesia con la modernidad. No restan momentos de choque y debate con las fuerzas de la cultura actualmente existentes. Recuerdo como un momento importante el viaje a Inglaterra, precedido de tantas polémicas y finalmente resultó como un viaje esencialmente positivo. En esto me parece que ha continuado, con su forma de hacer menos carismática y más de docente, la línea del pontificado de Juan Pablo II y en el fondo de Pablo VI.

Creo que ha sido muy importante como sucesor de Juan Pablo II, que fue un papa de una estatura realmente por encima de la norma; la sucesión de alguien así no era fácil. La elección en el Cónclave de 2005 cae sobre la persona del cardenal Ratzinger que probablemente era la persona más apta para desarrollar este rol de sucesión en la continuidad, habiendo sido un gran colaborador del papa precedente. Al mismo tiempo, teniendo ya, por así decir, su personalidad que le llevaba a continuar pero en una forma diferente sin quedarse condicionado por un predecesor tan grande.

Creo que pasará a la historia como un papa muy volcado en la teología y en la cultura en general. Un papa que ha sabido dialogar con la cultura de su tiempo a un nivel muy alto. También como un papa que sin duda ha continuado en el promover el dialogo ecuménico.

¿Y sobre esta última decisión?

–Carlo Pioppi: Yo creo que aparte del momento contingente para el futuro de la Iglesia que es muy importante, en el sentido de que «rompe una tradición», que podemos casi decir bimilenaria, me parece que en cierto sentido abrir de nuevo esta posibilidad a papas futuros es un hecho interesante, sobre todo pensando en el actual desarrollo de la medicina. Podría ser frecuente un papa que llegue a un momento con aún muchos años de vida delante de sí, pero con las fuerzas esencialmente reducidas y pocas horas de trabajo al día. Gracias a Dios la esperanza de vida se ha prolongado con el desarrollo de la medicina, y también la Iglesia tiene que tomar conciencia de este hecho. Yo lo extraería de cuestiones contingentes pero lo veo para el futuro algo importante. Luego cada papa hará lo que vea mejor. Tenemos dos ejemplos cercanos: Juan Pablo II que lo ha llevado hasta el final, y el de Benedicto XVI que a un cierto punto ha pensado que quizá era mejor renunciar. Es necesario recordar que Benedicto XVI ya ha superado la edad que tenía Juan Pablo II cuando murió.

El jueves pasado el papa habló al clero de Roma sobre el Concilio Vaticano II. ¿Qué importancia tiene que en estos últimos días, que todos prestan especial interés en lo que dice, haya querido destacar este tema?

–Carlo Pioppi: Creo que por una parte es un testigo cualificado porque ha participado como perito en el concilio, es un personaje de la generación del Concilio y lo ha visto de cerca. Por otra parte creo que un parte de su trabajo también ha sido, al igual que lo hizo Juan Pablo II, impostar su pontificado como una aplicación del Concilio. Quizá Benedicto XVI ha tratado de reconducir el Concilio dentro de un discurso de continuidad con toda la tradición precedente, que yo creo que a la larga será prevalente. En el sentido de que el discurso de la continuidad se hace más vivo y más presente justo después del Concilio, como ha sucedido en otros concilios. En el breve periodo justo después, se aprecian más aspectos de cambio y de innovación y por tanto se aplica toda una serie de dinámicas. Pero si miramos la historia de la Iglesia, a lo largo de los años ha sido capaz de insertar estos cambios, a veces también consistentes, dentro de su gran tradición.

Creo que Benedicto XVI en todo su pontificado ha reflexionado sobre esto y ha querido hacer reflexionar también a los demás, y ha querido hacerlo hasta el final.

¿Por qué piensa que se habla tanto de que éste ha sido un papado muy difícil?

–Carlo Pioppi: Yo creo que ha sido un papado que encaja en la dificultad que ha habido, podemos decir, siempre en la historia de la Iglesia. El papado de Juan Pablo II no fue fácil, tuvo momentos de fuerte dificultad, oposición que encontró dentro y fuera de la Iglesia. El papado de Pablo VI fue muy difícil, el papado de Pío XII tuvo que atravesar la tragedia de la II Guerra Mundial, el papado de Pío XI se encontró con los grandes totalitarismos soviético, comunista y nazi. Benedicto XV atravesó la Gran Guerra. También Pío IX, el pontificado más largo de la historia de la Iglesia, tuvo que pasar por la pérdida de los Estados Pontificios, el choque con el liberalismo.

Por tanto, creo que este subrayar la dificultad del pontificado sea quizá más un aspecto mediático en el mundo de la comunicación, que tiende a subrayar las últimos aspectos. Pero creo que dentro de un discurso de largo periodo no creo que haya sido un pontificado especialmente difícil, claro que ha tenido sus problemas, como muchos otros. También es cierto que los problemas de la Iglesia cambian con el tiempo y en función de la circunstancia.

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