Tráfico de seres humanos, ''repugnante forma de esclavitud contemporánea''

Afirma el observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas

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La urgencia de renovar el compromiso común contra la inmoral práctica del tráfico de seres humano ha sido subrayada en un tuit de la Secretaría de Estado (@Terza Loggia) que relanza la intervención del arzobispo Francis Chullikatt, observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, con motivo del encuentro de alto nivel, en Nueva York los días 13 y 14 de mayo, en la Asamblea General de la ONU, dedicado al plan global de acción dirigido a combatir el tráfico de seres humanos. Una práctica esta, subraya Chullikat, que hay que condenar “con una sola voz”.

El arzobispo explica que el plan global de acción ha proporcionado a Naciones Unidas un recurso para trabajar juntos con el fin de combatir todas las formas de tráfico de seres humanos, que es una de las cuestiones que más preocupan a la comunidad internacional. Si embargo, tal empeño debe ser apoyado con acciones concretas sobre el terreno, de manera que se asegure que las víctimas sean liberadas de esta “repugnante forma de esclavitud contemporánea”: víctimas a las que se debe garantizar la necesaria ayuda para que puedan reconstruir la propia existencia.

El representante de la Santa Sede pone el acento en el hecho de que la movilidad de las personas a través de los confines nacionales es una experiencia humana que afecta a todos los países y regiones del mundo. Es una realidad que presenta oportunidades para promover una mayor comprensión entre los pueblos y para mejorar el bienestar social y económico de los emigrantes y de sus familias.

Sin embargo, subraya el arzobispo, para demasiados de ellos la realidad de la migración no es ya una cuestión de libre elección: se ha transformado, en cambio, en una necesidad. Y este sentido de desesperación da a los traficantes de seres humanos la oportunidad de explotar a los emigrantes. Actuando así han contribuido a hacer del tráfico de seres humanos una de las actividades criminales con más rápido crecimiento en el mundo de hoy.

Es un fenómeno que constituye “un crimen vergonzoso” contra la dignidad humana y una grave violación de los derechos humanos fundamentales. Y el empeño de extirpar tal crimen corre el riesgo de ser vano si “falta el coraje” de afrontar la oscura realidad del consumismo que alimenta la explotación de los más vulnerables. Se impone por tanto la exigencia de erradicar la pobreza porque esta acaba por abrir las puertas a la exclusión y a la explotación, concluyó el representante de la Santa Sede.

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ZENIT Staff

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