Transmitir la fe en una sociedad anticristiana (I)

Entrevista al presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa

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ROMA, jueves, 13 julio 2006 (ZENIT.org).- A su paso por Roma, para participar en la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana –el pasado mayo–, el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, monseñor Jorge Ferreira da Costa Ortiga –arzobispo primado de Braga— concedió a Zenit una entrevista en el Colegio Pontificio Portugués.

El prelado afrontó algunos temas actuales para la Iglesia en su país: la transmisión de la fe en una sociedad secularizada, la escasez de sacerdotes, la importancia de los movimientos eclesiales, la atención a los problemas sociales y a los medios de comunicación.

–Teniendo en cuenta las transformaciones de la sociedad portuguesa actual, ¿cuáles son los desafíos y las dificultades de la Iglesia?

–Monseñor Ferreira da Costa Ortiga: Portugal es un país integrado en la Unión Europea y en la dinámica de un proceso universal, y por esto se están debatiendo los problemas característicos de la sociedad actual. En términos de Iglesia, reconocemos que hay una gran implantación estadística del cristianismo, pero falta quizá una experiencia de fe. Por este motivo, la Conferencia Episcopal ha trazado para este trienio el objetivo de reflexionar, sin la preocupación de producir documentos, sobre la transmisión de la fe hoy, en una sociedad que podemos casi considerar anticristiana por lo que propone. El gran desafío que se nos presenta hoy es justo éste de la transmisión de la fe.

Reconocemos que hemos recorrido un camino muy grande en términos de catequesis, en el sentido oficial de la palabra, de diez años, pero luego nos vemos obligados a concluir que muchas veces los confirmandos no tienen la perseverancia que esperaríamos de ellos. Tendremos quizá que revisar nuestra catequesis, el modo de hacer catequesis, para que haya una esperanza profunda de fe. Además de esta dinámica, este desafío interno, la Iglesia está abierta al mundo y situada en este periodo caracterizado por una laicidad que muchas veces se confunde con el laicismo.

Admitimos perfectamente la laicidad y la animamos. Reconocemos la separación de estos dos mundos diferentes. Pero dentro de esta laicidad, entendida como separación colaboradora, empezamos a reconocer que hay un laicismo que es totalmente diferente de la laicidad, o sea una argumentación, un empeño de destruir de modo más o menos organizado, o incluso quizá fruto de la época y de los tiempos que estamos viviendo, y de edificar una sociedad sin referencias, sin valores, sin mirar a la matriz cristiana de nuestro país, en términos de historia y de implantación sociológica. Reconocemos esta fuerzas. Puede ser el ambiente en general, pero hay naturalmente también fuerzas ocultas de las que debemos tomar conciencia.

–En su opinión, ¿qué hay que hacer para superar la escasez de sacerdotes en Portugal?

–Monseñor Ferreira da Costa Ortiga: He insistido mucho en una evangelización dirigida a promover una toma de conciencia de lo que es la Iglesia. Creo que la eclesiología del Vaticano II no ha entrado todavía en la mente de nuestros cristianos, o sea esta Iglesia consciente del hecho de que es pueblo de Dios, fieles bautizados en Cristo, y también corresponsables de la misión que el mismo Cristo debe continuar hoy a través de los sacerdotes y a través de los laicos; esta Iglesia que es misterio y comunidad de ministerios es una doctrina que ha sido comunicada y anunciada pero no muy asimilada.

Si por un lado estamos viendo la adhesión de muchas personas a esta corresponsabilidad –haciendo que los laicos asuman tareas que tradicionalmente eran de los sacerdotes y los sacerdotes estén más libres de hacer lo que les corresponde, no sólo en la liturgia sino también en otras áreas, y por tanto son necesarios menos sacerdotes, porque antes el sacerdote hacía todo–, por otro lado sabemos también que el número de sacerdotes empieza a escasear justo basándose en nuestras costumbres y nuestras tradiciones.

Deberemos mirar a una pastoral vocacional más seria, a partir de la conciencia de una Iglesia que es una comunidad de hijos de Dios, reunida en la Trinidad, pero que al mismo tiempo mira a la corresponsabilidad.

Por otra parte, otro desafío que debemos afrontar es el trabajo en la pastoral de la familia. La familia, como célula de la Iglesia y de la sociedad, en el sentido que la Iglesia Católica le da, la familia que es comunidad de amor y comunidad de procreación, que está en medio de estas batallas que estamos combatiendo, muchas y comunes. Pero si la familia es comunidad de amor y de procreación, lo debe ser también de educación. Quizá de una vocación a asumir como sacerdote o en la vida religiosa.

Pienso que la pastoral familiar debe ser uno de los sectores en los que deberemos invertir más, ya sea por los desafíos que nos vienen del exterior como por la dinámica de la misma Iglesia, para que a partir de la familia, como iglesia doméstica, podamos luego tener una Iglesia universal.

[La segunda parte de esta entrevista se publicará el viernes 14 de julio].

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ZENIT Staff

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