Tras el «Año de la Biblia», los católicos rusos comienzan el «Año del amor misericordioso»

Entrevista con el arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz

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MOSCÚ, lunes, 22 enero 2007 (ZENIT.org).- El «Año del amor misericordioso» ha sido el nombre que la Conferencia de Obispos Católicos en Rusia ha dado a 2007 y bajo el cual se enfocarán las actividades y esfuerzos pastorales, tal y como se anunció oficialmente el 14 de enero.

Con el lema «Apresuraos a hacer el bien», el «Año del amor misericordioso» sucede al «Año de la Biblia», celebrado durante el 2006 y que, a decir de los sacerdotes católicos en Rusia, dejó un gran interés y entusiasmo en las comunidades por acercarse y estudiar la Sagrada Escritura.

Para conocer más a fondo lo que será en Rusia este año, así como los frutos y las enseñanzas que dejó el «Año de la Biblia», Zenit entrevistó al arzobispo de la arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz.
<br> –Monseñor Kondrusiewicz, ¿cuáles fueron las razones para nombrar a este 2007 como el «Año del amor misericordioso»?

–Monseñor Kondrusiewicz: Nuestra Conferencia de Obispos decidió que este 2007 sea el «Año del amor misericordioso», atendiendo así al llamamiento apostólico del Papa Juan Pablo II «Ecclesia in Europa» y a la primera encíclica del Papa Benedicto XVI «Deus caritas est» que, en su segunda parte, habla acerca de la caridad. El lema de este año: «Apresuraos a hacer el bien», son las palabras del Doctor Feodor Haass: un galeno alemán que pasó la mayor parte de su vida en Moscú atendiendo a los presos y quien justamente tuvo como consigna en su vida: «Apresuraos a hacer el bien».

Queremos que todos entiendan que la caridad es una parte integral de la esencia de la Iglesia como lo ha dicho en Papa en su encíclica «Deus caritas est», sobre que a la naturaleza de la
Iglesia le pertenece no sólo anunciar el Evangelio o administrar los sacramentos, sino también realizar obras de misericordia. Como dijo el Papa en Alemania: «no hay que separar el Evangelio de la caridad».

–¿Cuáles serán algunas de las actividades más destacadas durante el «Año del amor misericordioso»?

–Monseñor Kondrusiewicz: Para empezar, todos los mensajes pastorales y las homilías estarán concentrados entorno a lo que la encíclica «Deus caritas est» trata sobre la caridad y, para abril de este año, se planea realizar una conferencia dedicada al Doctor Haass cuyo proceso de beatificación está en curso. De esta conferencia he hablado con el metropolita de Smolensk y Kaliningrad, Kirill, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, pues deseamos invitar a la Iglesia rusa ortodoxa. Esperamos que haya muchos representantes de ella, porque para ambas es muy importante la labor pastoral con las personas presas. En este sentido, la Iglesia rusa ortodoxa ha trabajado mucho y escuchar su experiencia será muy enriquecedor.

Con motivo de los 90 años de las apariciones de la Virgen de Fátima, realizaremos una conferencia el 12 y 13 de mayo ya que, dichas apariciones, son también una manifestación de la caridad del amor de Dios con Rusia. En aquel entonces, en 1917, la Santísima Virgen de alguna forma predijo la historia de Rusia, del mundo y llamó al arrepentimiento refiriéndose a lo que habría de suceder aquí. Inclusive en su mensaje nos dejó esperanza de la cual, nosotros, hoy somos testigos.

Este 2007 queremos igualmente concentrar la atención de nuestras organizaciones de beneficencia en las comunidades de fieles, porque las actividades de caridad deben estar encaminadas a ayudar a quienes lo necesitan y en nuestras comunidades tenemos a mucha gente que las requiere. Justamente en una reunión de la Cáritas de nuestra arquidiócesis celebrada en diciembre del 2006, se recalcó este punto: ayudar concretamente a las personas. Asimismo le he pedido oficialmente al arzobispo Georgi de Nizhny Novgorod de la Iglesia rusa ortodoxa, que mande a los grupos que atendemos con la Cáritas a algún sacerdote ortodoxo para darle a las personas necesitadas asistencia espiritual. La misma proposición la hice el pasado 15 de enero de 2007 al arzobispo Irinarkh de Perm, donde hemos abierto un centro social y donde las hermanas de la Madre Teresa están trabajando.

La cuestión de la beneficencia en Rusia es hoy por hoy muy aguda en todo el país. En el gobierno existe la preocupación por acordar la mejor forma de interacción entre la Iglesia y el Estado en obras de beneficencia, porque actualmente las leyes rusas no están preparadas en este aspecto, existen contradicciones y no se deducen impuestos. A mí me gusta mucho el ejemplo italiano donde, al pagar usted el impuesto sobre la renta de las personas físicas, puede destinar el 0.8% si así lo desea, a la Iglesia, al Estado para obras de beneficencia. De esta forma la persona no tiene que poner dinero extra para ayudar sino que, de sus impuestos, puede donar una parte. Me parece que en Rusia debemos estudiar la experiencia italiana y condonar una cierta parte a las empresas u otras organizaciones que deseen ayudar a la caridad. En la reunión que las organizaciones religiosas tuvimos con la Administración del Presidente de Rusia sobre este tema a finales del año pasado, escuchamos la estadística de que en Rusia, entre el 12 y 13% de la población son ayudadas por organizaciones de beneficencia. ¡Es un porcentaje muy alto! Por lo que hemos pedido se cambie la ley y lo que hemos escuchado por parte del gobierno me da esperanzas de que así será. Y bueno, providencialmente esta preocupación en común ha coincidido con que este año lo dediquemos «al amor misericordioso».

–Por otra parte, con el año 2006 terminó formalmente el «Año de la Biblia» que tuvo como lema «Confío en la palabra del Señor». ¿Cuáles fueron los frutos que dejó?

–Monseñor Kondrusiewicz: En general, aparecieron muy buenas y nuevas iniciativas. En Moscú, en la catedral metropolitana, por ejemplo, se creó la «escuela de la Biblia», donde las clases tienen lugar dos veces al mes. Ahí se enseña «exégesis biblíca», «la Biblia en el arte» y «la Biblia en la arquitectura de los templos y en la pintura». Nos ha sorprendido gratamente el que mucha gente asista a los cursos y que se vaya incorporando nueva, sobre todo jóvenes, porque es una muestra de cuánto se necesita el conocimiento de la Biblia y lo importante que es.

También dentro de las comunidades, claro, no en todas, se desarrollaron grupos de Biblia. Los sacerdotes a las afueras de Moscú me contaban que, si por las distancias, las ocupaciones o alguna otra razón, la gente muchas veces no puede asistir a misa, a los grupos de Biblia acudían sin faltar y yo, en mis visitas pastorales, me daba cuenta del interés que había hacia los mismos. Frecuentemente la gente me preguntaba que si con el fin del «Año de la Biblia» terminan también los grupos y les digo que no, por supuesto que no, hay que seguir trabajando en la Palabra de Dios.

En 2006 se extendió también la enseñanza de la «Lectio Divina» gracias, en gran medida, a la iniciativa de la Fraternidad «Verbum Dei», que la viene realizando sobre todo en encuentros con los jóvenes y en ejercicios espirituales. Esta comunidad inició también la publicación de panfletos con comentarios alusivos a las lecturas semanales del evangelio, lo cual ha sido muy favorable para quienes no pueden asistir al templo.

En el periódico católico la «Luz del Evangelio» dos veces al mes se publicaba algo sobre «Dei Verbum», que es la constitución dogmática sobre la Revelación divina según el Concilio Vaticano Segundo. Mucho se discutió y publicó sobre ella en las páginas del semanario.

El momento culminante durante el «Año de la Biblia», fue el Congreso Bíblico- Eclesiástico realizado en mayo del 2006 para conmemorar los 15 años del restablecimiento de la estructura de la Iglesia católica en Rusia. En él hubo conferencias sobre temas eclesiásticos pero, el que
predominó, fue el de la Biblia. Inclusive en él, recordará usted, se presentó un grupo de baile folclórico mexicano. En lo personal, me sorprendió gratamente el interés tan grande que despertó el congreso.

Continuando, el «Cuarto encuentro de jóvenes católicos rusos» estuvo dedicado a la Biblia. En él, la hora y media que los obispos rusos teníamos destinada para la sesión de preguntas y respuestas, resultó corta ante la gran cantidad de inquietudes que despertó en los jóvenes la Sagrada Escritura.

En mis visitas pastorales, me encontré también con algunas iniciativas muy peculiares. Por ejemplo en la comunidad de Kaluga (ubicada a los alrededores de Moscú): los niños copiaron a mano el evangelio de San Marcos, lo ilustraron de diferentes maneras y después, con esto, hicieron varios libros. En otras comunidades se organizaron concursos bíblicos entre niños, jóvenes y en general, entre los creyentes. Por ejemplo, cada semana se ponía una tarea, misma que había que resolver para la siguiente y, quien contestara correctamente, recibía una Biblia. Recuerdo que en el otoño conocí a un chico que de tanto esforzarse había recibido ya ¡tres Biblias!

También se prepararon varios murales navideños, que por lo general organizan los jóvenes, en Moscú, San Petersburgo y Kaliningrado con alusiones a temas como el nacimiento de Jesús.

En la ciudad de Vladimir en colaboración con la Iglesia rusa ortodoxa y con la participación del obispo ortodoxo de dicha localidad, se realizó una exposición sobre el tema de la Biblia tratando inclusive aspectos arqueológicos.

–¿La participación de ambas Iglesias en esta exposición se dio de manera fortuita?

–Monseñor Kondrusiewicz: No, casualmente no sucede nada. Esto se dio con la participación de la Biblioteca Espiritual, por nuestro lado, y la Iglesia ortodoxa rusa, por otro. Esta no es la primera vez que hacemos juntos este tipo de muestras y bueno, en el 2006 la misma estuvo dedicada a la Biblia.

En lo referente a libros impresos y, siguiendo con el recuento de los frutos, la editorial Paulina publicó en ruso una breve referencia de la Sagrada Escritura titulada el «ABC de la Biblia», se editaron comentarios sobre el Evangelio de Juan, el libro «¿Para qué es la vida? Sabiduría en tiempos de Salomón», «50 personajes de la Biblia», «La comunidad lee el evangelio de Marcos» y algunos otros por el estilo.

El objetivo más importante fue, en sí, que cada persona comprendiera que la Biblia es muy importante en la actualidad, en tiempos de secularización. La Biblia, el Evangelio, la Sagrada Escritura, no es sólo un género literario o una historia, aunque lo sea. Ante todo, es «palabra viva» que puede cambiar al hombre.

–Seguramente hubo actividades u objetivos que se «quedaron en el tintero» en el «Año de la Biblia». ¿Qué fue lo que no se consiguió?

–Monseñor Kondrusiewicz: En principio, no en todas las comunidades se pudo organizar círculos de la Biblia y esto porque en varias de ellas no existe un sacerdote constante, lo cual hace casi imposible realizarlos. De igual forma, las distancias físicas son enormes, las comunidades pocas y aunque la gente quería integrarse no podía, a veces, simplemente, porque le era difícil desplazarse. Quedaba entonces el sábado y el domingo pero, con tanta gente que va y viene y sin lugares físicos disponibles, se dificultó la organización de los grupos.

Por otro lado, tal vez algunos círculos pudieron ser más intensivos, pero es nuestra primera experiencia pastoral de este tipo con lo cual es muy difícil decir qué conseguimos o no hacer. Quizá la forma de distribuir las Biblias tuvo que haberse hecho de otra manera. Pero, en general, estoy muy satisfecho con el resultado.

No me cabe la menor duda de que actualmente en Rusia hay mayores posibilidades de estudiar la Sagrada Escritura. Sólo en mi arquidiócesis, en estos 15 años de reanudación del culto religioso, se han editado poco más de 600 publicaciones religiosas en ruso. El asunto no es sólo si la persona tiene o no una Biblia en casa, sino si la comprende como la «palabra de Dios» que cambia al hombre; éste es el problema a resolver.

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ZENIT Staff

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