Tras el terremoto, el Papa pide solidaridad internacional a favor de Perú

Al conocer la noticia del sismo, envía un telegrama de pésame

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CIUDAD DEL VATICANO, 25 junio 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha hecho llegar su dolor y cercanía a los seres queridos de las víctimas y heridos provocados por el dramático terremoto que flageló Perú el sábado, 23 de junio, y ha pedido la movilización de la comunidad internacional a favor de las poblaciones afectadas.

Un total de 71 fallecidos, 1.178 heridos, 20.450 damnificados y 61 desaparecidos son los datos arrojados por el balance oficial del Instituto de Defensa Civil (Indeci) de Perú, facilitados al cierre de esta edición.

Las ciudades más afectadas por el sismo son las sureñas Arequipa, Moquegua y Tacna, donde edificios antiguos y casas de adobe se desplomaron y las comunicaciones telefónicas quedaron parcialmente interrumpidas.

También se registraron serios daños en el pueblo de Camaná, en la costa de Arequipa, donde un maremoto, registrado como consecuencia del sismo, provocó la muerte a 16 personas y dejó 1.500 damnificados, según informó el contraalmirante Juan Luis Podestá, jefe de la defensa civil.

Otra de las ciudades afectadas es Ayacucho, donde quedaron heridas 252 personas y damnificadas 250.

«Al tener noticia del movimiento sísmico que ha provocado devastadores efectos, especialmente en amplias zonas del Perú, ocasionando numerosas víctimas, heridos e ingentes daños materiales», Juan Pablo II ha enviado un telegrama en el que «manifiesta su especial cercanía a los afectados, ofreciendo sufragios por el eterno descanso por los fallecidos y pidiendo al Todopoderoso que conceda consuelo y esperanza cristiana a cuantos sufren esta dura adversidad».

En su mensaje, enviado a la Nunciatura apostólica en Lima, el Papa hace después «un llamado vibrante a las instituciones nacionales e internacionales, así como a todos los hombres de buena voluntad, para que expresen la necesaria solidaridad y caridad fraterna, llevando con celeridad y eficacia las ayudas que permitan superar la dramática situación en que se encuentran tantas familias sin hogar y poblaciones abatidas».

Por último, el obispo de Roma manifiesta su «sentido pésame» «a los familiares de los difuntos» y expresa «su paterna solicitud a los heridos y damnificados a los que imparte de corazón la confortadora bendición apostólica, como signo de afecto al querido pueblo peruano».

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ZENIT Staff

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