Tras la liberación de Betancourt, Colombia debe recuperar sus valores

Entrevista con el embajador de Colombia ante la Santa Sede, Juan Gómez Martínez

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 10 julio 2008 (ZENIT.org).- Participó en los diálogos de paz entre el gobierno y a guerrilla en Colombia durante el gobierno de Andrés Pastrana, entre 1999 y 2002. Fue alcalde de Medellín en la época más violenta que tuvo la ciudad (1987 – 1989). Fue congresista entre el 2002 y 2006. A propósito del rescate de 15 secuestrados de parte del Ejército, entre quienes se encontraba Ingrid Betancourt, Juan Gómez Martínez, embajador de Colombia ante la Santa Sede, hala con Zenit sobre la situación anterior y actual de Colombia. 

–¿Cómo se veía el panorama de paz en Colombia antes del rescate de los 15 secuestrados?

–Juan Gómez: Se esperaba un arreglo entre Gobierno y la guerrilla. Había una intención de parte del Gobierno y los países amigos. La propuesta de ambas partes era cierta pero la Guerrilla la rechazó. El Ejército preparó muy bien su operativo del pasado 2 de julio. La sorpresa fue tal que cambió la mentalidad de los colombianos. Fue muy bien manejado, totalmente secreto, sin interferencias. Muchos se oponían a un rescate porque lo relacionaban con el uso de las armas. Pero el Ejército tenía que actuar» 

–¿Cuál ha sido el papel de la Iglesia en los acercamientos que ha tenido el Gobierno con los grupos armados ilegales con la intención de buscar la paz?

–Juan Gómez: En los diálogos de paz entre el gobierno y los grupos armados ilegales, hubo una mediación de la Iglesia liderada por el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, arzobispo de Medellín. Yo hice parte del comité temático. Monseñor Luis Augusto Castro, era en ese entonces el obispo de San Vicente del Caguán, (que en ese tiempo operaba como la zona de despeje) y trabajó mucho en el tema de los acuerdos de paz con la guerrilla.

Nosotros estábamos convencidos de que ellos tenían buenas intenciones, de 13 encuentros que se habían planeado terminamos en 26. Lamentablemente, de lo que recogimos ahí no quedó nada. Ellos trataban los temas con aparente seriedad, pero nos engañaron. Luego, en el año 2006, la Conferencia Episcopal Colombiana propuso crear una zona de encuentro para sentarse a conversar con los actores armados. Es una propuesta lógica que aceptó el Gobierno porque es una conversación en igualdad de condiciones.

–¿Qué cree que ocurrirá con quienes permanecen secuestrados en Colombia?

–Juan Gómez: Es imposible repetir un operativo como éste. El Gobierno está buscando otro sistema. El Ejército no puede bajar la guardia, debe trabajar para rescatarlos, para llegar a un acuerdo. La comunidad tiene que seguir insistiendo en que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejen las armas y el narcotráfico. Entre todos debemos buscar un arreglo.

–En sus primeras declaraciones Ingrid Betancourt dio gracias «a Dios y a la Virgen» por su rescate. ¿Qué piensa de las raíces católicas de Colombia?

–Juan Gómez: Supongo que durante su secuestro Ingrid meditó y recordó sus raíces católicas porque su papá Gabriel Betancourt, quien murió cuando ella estaba en cautiverio, era profundamente católico. Él era un ejemplo de fe muy grande. 

–¿Cómo ve ahora el panorama de paz en Colombia?

–Juan Gómez: Siempre he sido muy optimista a pesar de lo que hemos sufrido. Colombia es un país tan grande, rico, con un pueblo tan bueno que tiene que recuperar su esperanza. Es un pueblo de convicciones que ha dejado de lado pero que debe recuperar. La fe católica es una de ellas, hay la esperanza y ahora un futuro despejado. En ese sentido creo que va a seguir siendo una fortaleza para América Latina. Sino fuera por al violencia estaría muy lejos en todos los aspectos.  

Por Carmen Elena Villa Betancourt 

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ZENIT Staff

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