Treinta metros de abeto rojo ucranio iluminan la Navidad romana

Arbol ecuménico encendido en la plaza de San Pedro

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 19 diciembre 2011 (ZENIT.org).- El árbol de Navidad de la plaza de San Pedro, puesto por iniciativa de Juan Pablo II y que se ha consolidado como una tradición, este año fue un motivo de acercamiento con la Iglesia ortodoxa y símbolo de la unidad con Roma por parte de la Iglesia católica de Ucrania.

El abeto rojo de 30,5 metros de altura, proveniente de la región ucraniana de Zakarpattya, se iluminó durante el anochecer del viernes 16, cuando un niño de este país en traje tradicional, apretó el interruptor, despertando una ovación entre los varios miles de personas allí presentes.

Estaban su beatitud Svioatoslav Schevchuck, arzobispo mayor de Kyiv-Halyc; el arzobispo Mieczysław Mokrzycki de Lviv de los Latinos, el eparca Milan Sasik de Mukachevo, y representantes de la Iglesia ortodoxa, guiada por el arzobispo de Poltava y Myrhorod.

«El árbol de Navidad ofrecido hoy al santo padre es el símbolo de la unidad de la paz navideña y de Ucrania», dijo su beatitud Svioatoslav Schevchuck, pero también un «símbolo de unidad y paz de la Iglesia católica de Ucrania, existente en el rito bizantino y latino» y «testimonio de devoción y unión al sucesor de Pedro, el papa Benedicto XVI».

Un símbolo, concluyó, de la «colaboración entre las Iglesias católica y ortodoxa de Ucrania representada por nuestros hermanos ortodoxos y por nosotros, presentes en esta antigua plaza de San Pedro».

El arzobispo Mieczysław Mokrzycki subrayó por su parte que el regalo coincide con los veinte años de la independencia de Ucrania de la Unión Soviética y con el décimo aniversario de la visita de Juan Pablo II a dicho país.

El eparca Milan Sasik evocó que así como el obelisco de la plaza de San Pedro vio la muerte del apóstol dando testimonio de su amor por Cristo como primer papa de Roma, así este árbol fue testigo del obispo mártir Teodoro Romza, que vivió a poca distancia del bosque en donde el abeto estaba. Mártir del que se celebran los cien de su nacimiento, 75 de su ordenación en Roma, y diez de su beatificación por Juan Pablo II.

Para entender mejor la situación de la Iglesia en Ucrania, ZENIT le pidió algunos particulares a dos autoridades religiosas presentes.

En Ucrania hay dos ritos de la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa

Su beatitud Svioatoslav Schevchuck indico: «Hay dos ritos de la Iglesia católica, el latino y el bizantino. Nosotros los bizantinos –dijo- tenemos el mismo rito y tradición religiosa y espiritual [que los ortodoxos ndr]. Aún queremos llegar a algunas convergencias y por ello existe un diálogo teológico ecuménico y esperamos que se llegue a un proceso de unidad y de paz».

Y añadió que en Ucrania «los católicos son entre el 10 y el 15% de la población, el resto es mas bien ortodoxa con una buena parte de protestantes».

Después del comunismo

El eparca Milan Sasik, explicó a ZENIT: «Nuestra Iglesia católica de rito bizantino fue suprimida durante más de cuarenta años. Gracias a Dios al final de 1989 salió una ley de Gorbachov de tolerancia, digamos de libertad religiosa. Ésta trajo otras problemáticas y nacieron muchas tensiones, porque lamentablemente la Iglesia ortodoxa, a pesar de que al inicio fue perseguida, después de la Segunda guerra mundial fue favorecida por el estado comunista.

Su beatitud Schevchuck precisó que esta tensión entre las Iglesias «fue realmente superada, un período que gracias a Dios se quedó atrás en la historia. Ahora buscamos ir adelante, y todos quieren continuar este diálogo de paz y colaboración».

Ecumenismo entre católicos y ortodoxos

Su beatitud Schevchuck indicó que se dieron pasos hacia la unidad «si bien cuánto camino hay aún que recorrer, el Señor nos lo dirá». A pesar de que «en Ucrania todos los fieles tienen un deseo de paz y de colaboración entre las Iglesias. Y nosotros como jefes de estas confesiones intentamos responder a dicho deseo. Ahora se puso en marcha un verdadero dialogo de paz y de colaboración, representado por este árbol».

Y subrayó la importancia de la presencia del «arzobispo di Poltava y Myrhorod que representa a la Iglesia ortodoxa ucraniana del patriarcado de Moscú, un signo claro de que católicos y ortodoxos ucranianos aspiran a la colaboración y a la unidad».

El eparca Milan Sasik recordó también que «el verdadero ecumenismo puede existir solamente en la verdad y el amor, por lo tanto «no podemos hablar de ecumenismo y no decir la verdad». Si bien precisó, «la única verdad verdadera es Jesús y ésta nos debe unir, y perdonando las ofensas podemos construir no nosotros, sino el Espíritu Santo, la unidad de la Iglesia».

Sobre el obispo mártir añadió que «lo asesinaron quizás los del KGB, una orden de Kruchov firmada por Stalin. Tenemos un mártir, un protector en el cielo que fue beatificado por Juan Pablo II en Ucrania hace diez años, y tantos otros mártires. Y la Iglesia se está renovando, gracias a ese testimonio que los mártires dieron con su sangre.»

Un poco de historia
Fuentes: (http://www.santiebeati.it/dettaglio/92949); (http://www.santiebeati.it/dettaglio/90653)

La Iglesia griego-católica ucraniana, durante la persecución soviética llamada “Iglesia del silencio”, el 27 de junio del 2000, vio la beatificación del 25 mártires, testigos de la fe en Dios. La denominación oficial fue «Mykolay Charneckyj y sus 24 compañeros».

Siempre en la misma ocasión, Juan Pablo II beatificó también al obispo Teodoro Romza y al sacerdote Omeljan Kivc, también mártires grecocatólicos, sin incluirlo en la lista del grupo anterior.

El beato Teodoro Jorge Romza, fue martirizado por haberse mantenido fiel a la Iglesia. Su muerte dio coraje al clero para oponerse a la destrucción de la diócesis y 128 sacerdotes murieron durante la prisión y el internado en Siberia.

La Iglesia católica tiene otras causas de beatificación en curso relativas a mártires del régimen soviético.

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ZENIT Staff

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