Tres nuevas lumbreras para la Academia de las Ciencias del Papa

El italiano Zichichi, el chileno Vicuña, y el mexicano Molina

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 nov (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha nombrado hoy a tres grandes científicos de prestigio internacional nuevos miembros de la Academia Pontificia para las Ciencias.

Se trata del físico italiano Antonino Zichichi, del biólogo chileno Rafael Vicuña, y del químico mexicano Mario José Molina.

El profesor Zichichi, de 71 años de edad, es presidente de Presidente de la Federación Mundial de Científicos (WFS). Además de ser profesor de Física Superior en la Universidad de Bolonia, dirige un proyecto del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) de Ginebra sobre las partículas subnucleares. Es autor de numerosos y fundamentales descubrimientos científicos, entre los que se encuentra el antideutón, primer ejemplo de antimateria nuclear. Ha sido presidente del Instituto Italiano de Física Nuclear (INFN), de la European Physical Society y del Comité de la OTAN para el desarme.

El profesor Vicuña, de 51 años de edad, es profesor de Biología Molecular en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su investigación científica se orientó, en un primer momento, hacia los aspectos enzimáticos de la replicación del ADN en las bacterias. Desde 1985, se especializó en estudios sobre la biodegradación de polímeros, ganándose la atención de las publicaciones internacionales científicas. Actualmente es miembro de la Academia Latinoamericana de las Ciencias, de la Academia de las Ciencias del Tercer Mundo (TWAS) y de la Academia de las Ciencias de Chile.

El último de los tres nuevos académicos es el profesor Molina, de 57 años, galardonado con el Premio Nobel de Química en 1995, junto a sus colegas F.S. Rowland y P. Crutzen. Alcanzó prestigio internacional gracias a su decisiva contribución a la profundización de la química relativa a la capa de ozono presente en la atmósfera, y a sus estudios sobre su vulnerabilidad causada por las alteraciones provocadas por clorofluorocarburos (CFC) y por otras emisiones contaminantes del hombre. Junto a sus colegas ha propuesto y demostrado experimentalmente una nueva secuencia de reacciones inherentes al peróxido de cloro, responsable en buena parte de la destrucción del ozono constatada en la estratosfera antártica. Miembro de varias academias científicas, Molina es actualmente profesor de química atmosférica en el famoso Massachussetts Institute of Technology (MIT) de Cambridge, Estados Unidos.

La Academia Pontificia de las Ciencias es, sin duda, la más antigua de la historia. Hunde sus raíces en la Academia de los Linces, fundada en Roma en 1603, de la que formó parte Galileo Galilei. Tras algunas vicisitudes, Pío IX la llamó en 1847 Academia Pontifica de los Nuevos Linces, y Pío XI, en 1936, le asignó el nombre actual.

Tiene como fin: honrar la ciencia pura dondequiera que se encuentre; asegurar su libertad y favorecer las investigaciones, que constituyen la base indispensable para el progreso de las ciencias.

La Academia se encuentra bajo la dependencia del Papa. Forman parte de ella 80 académicos de nombramiento pontificio, propuestos por el cuerpo académico y elegidos sin discriminación de ningún tipo entre los más insignes cultivadores de ciencias matemáticas y experimentales de cada país.

Su canciller es monseñor Marcelo Sánchez Sorondo.

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ZENIT Staff

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