Tres nuevos obispos, “ministros de la alegría”, consagrados en el Vaticano

Les pide que con su vida sean sean signos del “Dios cercano”

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 13 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI, consagró este sábado en la Basílica Vaticana a tres nuevos obispos y les dejó como misión ser «ministros de la alegría».

Al constatar el período litúrgico de preparación de la Navidad, en que tuvo lugar la ordenación, el purpurado les definió como «obispos del Adviento», y por tanto, heraldos de esa alegría que sólo Cristo puede dar.

Dos de los nuevos obispos son colaboradores cercanos del Papa.

Monseñor Jean Laffitte, de la Comunidad del Emmanuel, nacido en Oloron-Sainte-Marie (Francia) hace 57 años, será el nuevo secretario del Consejo Pontificio de la Familia.

Hasta ahora había sido vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y precedentemente subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia.

El otro miembro de la Curia Romana que ahora es sucesor de los apóstoles es monseñor Mario Toso, religioso salesiano, nacido hace 59 años en Mogliano Veneto (Italia). Será el nuevo secretario del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.

Ha sido rector de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma (2003-2009) y precedentemente decano de la Facultad de Filosofía de esa institución (1994-2000), así como director de su Instituto de Ciencias Sociales y Políticas.

El tercer obispo ordenado es monseñor Giovanni D’Ercole, de los Hijos de la Divina Providencia, fundados por san Luigi Orione, nacido hace 62 años en Morino (Italia), quien será obispo auxiliar de Aquila. Su nombramiento es un gesto de cercanía del Papa con las necesidades de esa arquidiócesis flagelada por el reciente terremoto.

Ha sido en el pasado subdirector de la Oficina de Información de la Santa Sede y, desde 1998, jefe de oficina de a Sección para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Ha unido al servicio de la Santa Sede una intensa actividad social, sobre todo entre los jóvenes y, en particular, con los muchachos en dificultad.

Obispos de Adviento

Al definirles «obispos del Adviento», el cardenal Bertone recordó a los tres prelados que el Papa en varias ocasiones ha subrayado que «la primera necesidad de nuestro tiempo es la de volver a traer a Dios al mundo».

«En el mundo Dios está presente, pero con frecuencia no es reconocido –añadió– y Él tampoco quiere imponerse a nuestra atención. Dios toca a la puerta, y espera que le abramos. En cierto sentido, Él es el primero que ‘espera'».

Por este motivo, «es necesario abrir la mente y el corazón, aprender a acogerle, escucharle, para llegar a entenderle, amarle, adorarle».

Se trata, según dijo el secretario de Estado, de un aspecto subrayado por el contexto litúrgico: la ordenación que tiene lugar en Adviento, recuerda a los nuevos obispos que deben ser «ministros de la alegría».

Esa alegría «que Cristo da a sus apóstoles, esa alegría que vosotros mismos experimentáis y que recibís como fruto del Espíritu Santo; esa alegría que ya habéis dispensado como sacerdotes a los fieles, a través del Evangelio y los sacramentos, con vuestro testimonio».

La Basílica de San Pedro prácticamente se llenó de fieles procedentes de varios países del mundo para participar en esta celebración, en la que los co-consagrantes fueron el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente emérito del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, y monseñor Giuseppe Molinari, arzobispo de Aquila. Concelebraron la eucaristía más de cincuenta obispos y varios centenares de sacerdotes.

En su primera misa como obispo, este domingo en la Trinidad de los Montes, la iglesia de la Plaza de España, en pleno centro de Roma, monseñor Laffitte comentó las palabras del cardenal Bertone en la homilía, confesando: «yo querría profundamente ser un obispo manso y humilde de corazón, apóstol de la alegría de Cristo».

«Quisiera agradecer al Señor que me ha elegido como un instrumento. Él sabe por qué, pero yo no», añadía el nuevo sucesor de los apóstoles.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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