Tres nuevos santos, cinco beatos y cuatro beatas para la Iglesia universal

Promulgados los decretos de 22 siervos y siervas de Dios

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 20 diciembre 2004 (ZENIT.org).- La Iglesia universal contará próximamente con tres nuevos santos, cinco beatos y cuatro beatas, según se desprende de los decretos presentados este lunes en presencia de Juan Pablo II.

En el acto también se publicaron los decretos de reconocimiento de las virtudes heroicas de diez siervos y siervas de Dios.

Tres nuevos santos

Los tres nuevos santos serán:

El beato Jozef Bilczewski, nacido el 26 de abril de 1860 en Wilamowice (Polonia), arzobispo de Lviv de los Latinos, punto de referencia para católicos, ortodoxos y judíos durante la primera guerra mundial y en los distintos conflictos que la siguieron. Había ejercido el sacerdocio en el ministerio pastoral y sobre todo en la enseñanza. Arzobispo de Lviv de los Latinos desde 1900, fue notable su santidad de vida y su celo pastoral. Falleció el 20 de marzo de 1923 en Lviv (Ucrania).

De esta misma archidiócesis era el beato Segismundo Gorazdowski, sacerdote diocesano y párroco. Nació el 1 de noviembre de 1845 en Sanok (Polonia). Desarrolló su labor en distintas parroquias y promovió numerosas obras para sacerdotes, jóvenes, enfermos y pobres. Fue autor de un célebre catecismo para el pueblo, fundó un nuevo periódico, varias instituciones de beneficencia y la Congregación de las Religiosas de San José para los pobres y los enfermos. Murió el 1 de enero de 1920 en Lviv (Ucrania).

El tercer futuro santo será el beato Gaetano Catanoso nació el 14 de febrero de 1979 en Chorio di San Lorenzo (Italia). Sacerdote de la archidiócesis de Reggio Calabria-Bova, fue párroco en Pentidattilo –pueblecito de Aspromonte– y después de la iglesia de Santa María de la Purificación, en Candelora. También fue canónigo penitenciario de la catedral, director espiritual del seminario diocesano, capellán de los hospitales reunidos y confesor de varios institutos religiosos. Fundó las Hermanas Verónicas del Santo Rostro. Murió en Reggio Calabria el 4 de abril de 1963.

Próxima proclamación de cinco beatos y cuatro beatas

Los decretos promulgados este lunes reconocen los milagros que abren las puertas a la beatificación de los siguientes siervos y siervas de Dios –cuyas virtudes heroicas había reconocido previamente el Santo Padre–.

El primero de la lista es el cardenal Clemens August Von Galen, obispo de Münster. Nació el 16 de marzo de 1878 en Dinklage (Alemania). Tras su ordenación, se dedicó al servicio pastoral, primero como párroco, y luego en su misión episcopal. Defendió al pueblo de los errores y de las agresiones del nacionalsocialismo, arriesgándose a la detención y a la muerte. El Papa Pío XII le creó cardenal. Murió santamente un mes después de peritonitis el 22 de marzo de 1946 en Münster.

Nacido el 2 de noviembre de 1801 en Vignate (Italia), por su parte el sacerdote Luigi Biraghi, de la archidiócesis de Milán, se dedicó a la enseñanza en los seminarios de Monza y Seveso. Sucesivamente fue director espiritual del seminario mayor de Milán y, finalmente, doctor de la Biblioteca Ambrosiana. Para la educación de la juventud femenina fundó la Congregación de las Hermanas de Santa Marcelina (conocidas como las «marcelinas»). El 11 de agosto de 1879 falleció en Milán.

Igualmente se reconoce un milagro atribuido a la intercesión de un sacerdote de origen polaco, el padre Bornislaw Markiewicz, nacido cerca en Pruchnik, cerca de Przemyśl, el 13 de julio de 1842. Fue vicario cooperador, párroco y profesor de seminario. En Turín ingresó en la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco. De regreso a Polonia, se ocupó sobre todo de la formación de la juventud pobre y huérfana. Fundó las Congregaciones masculina y femenina de San Miguel Arcángel, aprobadas tras su muerte, ocurrida en Miejsce Piastowe el 29 de enero de 1912.

También será beatificado un sacerdote diocesano, nacido en el seno de una familia cristiana –en Estrasburgo (Francia) el 15 de septiembre de 1858– pero que perdió la fe en su juventud. Charles de Foucauld volvió a Dios en 1886 e inmediatamente le consagró su vida. Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad, testimoniando fraternamente el amor de Dios entre cristianos, judíos y musulmanes, según se ha desprendido del proceso de beatificaicón. Para imitar la vida oculta de Jesús de Nazaret, se trasladó a vivir en el corazón del Sahara, en Tamanrasset (Argelia), donde murió asesinado en el curso de un saqueo el 1 de diciembre de 1916.

De origen portugués, la Madre Rita Amada de Jesús –Rita Lopes de Almeida– nació en Viseu, Ribafeita, el 5 de marzo de 1848. En 1880 sentó las bases del Instituto de las Hermanas de Jesús, María y José con la apertura de un colegio para niñas pobres. A pesar de las innumerables dificultades, la Obra se extendió en diversas localidades y pudo sobrevivir a las adversas condiciones políticas trasladándose a Brasil. Falleció el 6 de enero de 1913.

Llevar a las almas a Cristo fue el ideal de la Madre María Crucificada –Rosa Curcio–, quien supo unir el amor a la oración y a la contemplación con la actividad misionera. De origen italiano, nació en Ispica el 30 de enero de 1877. Trasladándose de Sicilia, fundó en Santa Marinella –cerca de Roma– la Congregación de las Hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús. Allí es donde murió el 4 de julio de 1957.

Una española de origen navarro, la Madre Ascensión del Corazón de Jesús –Florentina Nicol Goñi– será también beatificada. Nació el 14 de marzo de 1868 en Tafalla. Ingresó en las religiosas dominicas de la Tercera Orden de Huesca, fue profesora y directora del colegio anexo al monasterio. En Perú ayudó al obispo dominico monseñor Ramón Zubieta en la fundación de las Hermanas Dominicas del Santísimo Rosario, de las que fue la primera superiora general. El 24 de febrero de 1940 falleció en Pamplona (España).

Una religiosa franciscana cuya misión en Hawai estuvo vinculada a la del beato Padre Damián –apóstol de los leprosos»– también será proclamada beata. Conocida como la Madre Manianna de Molokai, Barbara Cope nació en Heppenheim (Alemania) el 23 de enero de 1838. Con sólo tres años de edad emigró al Estado de Nueva York (EE. UU.), cuya nacionalidad adquirió. Perteneció a las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco de Siracusa, en los Estados Unidos. Desempeñó diversos cargos de responsabilidad y durante muchos años dio testimonio de la caridad de Cristo entre los enfermos de lepra en la isla de Molokai (Hawai), donde murió santamente el 9 de agosto de 1918.

Igualmente se han abierto este lunes las puertas a la beatificación de un sacerdote diocesano de origen polaco con la promulgación de un decreto sobre su martirio. Ladislaw Findysz nació en Krościenko Niżne, en la entonces diócesis de Przemyśl de los latinos, el 13 de diciembre de 1907. Diligente y valiente párroco en Nowy Żmigród, en la actual diócesis de Rzeszów, desarrolló su misión en tiempo de guerra y después, bajo el régimen comunista, que le encarceló en 1963 a causa de su ministerio pastoral. En prisión fue sometido a humillaciones y maltratos y se le impidió atención. Puesto en libertad, con la salud ya destruida, murió a los pocos meses el 21 de agosto de 1964 en la diócesis a la que pertenecía.

Virtudes heroicas de diez siervos y siervas de Dios

Además, este lunes, en presencia del Papa, se promulgaron los decretos que reconocen las virtudes heroicas de diez siervos y siervas de Dios: dos obispos, cinco sacerdotes y tres religiosas.

La caridad pastoral, alimentada de una profunda devoción eucarística caracterizó la vida de monseñor Luigi Maria Olivares. Nacido el 18 de octubre de 1873 en Corbetta (Italia), primero fue sacerdote de la archidiócesis de Milán, pero en 1904 ingresó en la Sociedad
Salesiana de San Juan Bosco. Durante algunos años enseñó Teología Moral y Sociología. Fue párroco de Santa Maria Liberadora en el barrio Testaccio en Roma y obispo de Sutri y Nepi. Murió en Pordenone el 19 de mayo de 1943.

El sufrimiento se hizo presente en monseñor Boleslaw Sloskans. Había nacido el 31 de agosto de 1893 en Tiltgals (Letonia), aún bajo el imperio ruso. Desarrolló su ministerio pastral de diversas parroquias de la Rusia soviética. En 1926 fue ordenado obispo titular de Cillio y nombrado Administrador Apostólico de Mohilev de los latinos y de Minsk. Por la fe, soportó persecuciones y algunos años de prisión, pasando de un campo de concentración a otro, hasta llegar a Siberia. Desde 1947 hasta su muerte –en la abadía de Mont-César– el 19 de abril de 1981— residió en Bélgica, dedicado a la oración, a la enseñanza y al apostolado.

Nacido el 14 de noviembre de 1878 en Quartu Santa Elena (Italia), el sacerdote Virgilio Angioni, de la archidiócesis de Cagliari, desarrolló un intenso trabajo pastoral como párroco de la iglesia de Santiago, que dejó para dedicarse totalmente a la asistencia y a la educación de los niños necesitados, para quienes fundó la Congregación de las Hijas de María Santísima Madre de la Divina Providencia y del Buen Pastor. Murió el 3 de septiembre de 1947 en Cagliari.

Muy comprometido estuvo, por su parte, el sacerdote diocesano Ignacio Kłopotowski –nacido el 20 de julio de 1866 en Korzeniówka (Polonia)— en actividades socio-caritativas y literario-publicistas. Se ocupó de la formación de los jóvenes, la recuperación de muchachas en dificultades, la asistencia a los huérfanos y a los ancianos. Párroco en Varsovia, fundó las Hermanas de la Beata Virgen María de Loreto. Murió en Varsovia el 7 de septiembre de 1931.

Igualmente se han reconocido las virtudes heroicas de quien fuera confesor de Santa Faustina Kowalska –canonizada por Juan Pablo II el 30 de abril de 2000–. Michele Sopoćko nació el 1 de noviembre de 1888 en Juszewszczyzna, Nowosady, archidiócesis de Vilnius (Polonia). Sacerdote diocesano, con fervor se dedicó a una imponente actividad como vicario parroquial, capellán militar, formador de jóvenes, director espiritual del seminario, profesor de Teología y autor de varias publicaciones. Confesor de la santa religiosa polaca, se convirtió en apóstol de la Divina Misericordia y colaboró en la fundación de las Hermanas de Jesús Misericordioso. Murió el 15 de febrero de 1975 en Białystok.

Por su parte, Tito Horten, nacido el 9 de agosto de 1882 en Elberfeld (Alemania), antes de convertirse en sacerdote dominico, desarrolló una intensa actividad caritativa. Tras la ordenación presbiteral, estuvo en el convento de Vechta, cerca de Oldenburg. Enseñó lenguas extranjeras, fue ecónomo, vicerrector de un colegio, dos veces prior, director de una editorial y procurador de una misión dominicana en China. En la oleada de persecuciones del régimen nacionalsocialista contra la Iglesia Católica, fue acusado de delitos monetarios. Murió en la cárcel en Oldenburg el 25 de enero de 1936.

El sacerdote de origen español profeso de la Orden de San Agustín, el padre Mariano de la Mata Aparicio, ejerció su ministerio sacerdotal en Brasil. Había nacido en Barrio de la Puebla de Valdavia (provincia de Palencia) el 30 de diciembre de 1905. Fue coadjutor parroquial, director espiritual de los «Talleres de Santa Rita de Casia» y superior de la viceprovincia agustiniana de Brasil. La unión de una marcada humanidad y una profunda espiritualidad le caracterizaban. Falleció en São Paulo (Brasil) el 5 de abril de 1983.

La Madre María Colomba Białecka –Rosa Filippina– nació el 23 de agosto de 1838 en Jaśniszcze (Polonia). Maduró su vocación a la vida consagrada con los padres dominicos. Fundó la Congregación de las Hermanas de la Tercera Orden Dominica para la asistencia de los enfermemos y para la enseñanza del catecismo. Hubo de enfrentar diversas tribulaciones. Murió en Wielowieś el 18 de marzo de 1887.

Nysa, entonces en la archidiócesis polaca de Breslavia, vio nacer el 21 de septiembre de 1817 a la Madre María Merkert, donde junto a algunas compañeras sirvió a los pobres y enfermos a domicilio. Fue cofundadora de las Hermanas de Santa Isabel y primera superiora general. Encabezó el desarrollo y rápida expansión del Instituto. Murió en su localidad natal el 14 de noviembre de 1872.

En Nowy Wiec (Polonia) nació el 12 de enero de 1874 la Hermana Marta Wiecka, cuyas virtudes heroicas también se han reconocido este lunes. Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, tenia un carácter alegre y dinámico que puso al servicio de los enfermos. Desarrolló su apostolado como enfermera en distintos hospitales con plena dedicación. En el hospital ucraniano de Śniatýn sustituyó voluntariamente a un joven padre de familia en la desinfección de la habitación de una enferma de tifus, enfermedad de la que se contagió muriendo poco después, el 30 de mayo de 1904.

«Estos testigos del Evangelio siguen hablando a la Iglesia y al mundo mediante el heroísmo de sus virtudes y la santidad de sus obras. Su memoria está particularmente viva e incisiva en las comunidades eclesiales y religiosas de las que formaron parte y que han servido en el nombre y en la caridad de Cristo», reconoció el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, ante Juan Pablo II durante la celebración.

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ZENIT Staff

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