Trescientos peregrinos de misión con el Papa de Escocia a Inglaterra

De Gran Bretaña, Italia, Holanda, Portugal y España

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LONDRES, sábado 18 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Un grupo de unos 300 peregrinos del Camino Neocatecumenal procedentes de Gran Bretaña, Italia, Holanda, Portugal y España, compuesto por jóvenes y familias con niños, acompañados por cinco sacerdotes, siguen a Benedicto XVI en su visita apostólica por las diferentes ciudades del Reino Unido.

ZENIT ha recogido la experiencia de los catequistas del Camino Neocatecumenal en Gran Bretaña, que han guiado esta peregrinación, Lorenzo y Maurizia Lees, un matrimonio con diez hijos, y del padre Maurizio Pallù, presbítero de la diócesis de Roma.

 «Nosotros queríamos vivir lo que se lee en el Evangelio, cuando el Señor envía a sus discípulos a los pueblos que iba a visitar para que prepararan a las personas para acogerlo», explica Lorenzo Lees, que vive en Londres.

«Estamos convencidos de que la visita del Papa es para Gran Bretaña un auténtico acontecimiento, en el que Jesús viene a visitarla», añade.

De Inglaterra viajaron en autobús hacia Escocia, a Glasgow, donde fueron acogidos en las parroquias de St. Thomas the Apostle y de St. Philip, donde sus párrocos, respectivamente Peter McBride y Joseph Sullivan les han ofrecido el salón parroquial, que ha servido como comedor, y después se ha transformado en dormitorio. Algunas familias les han dado hospitalidad en su propia casa.

En el camino se detuvieron en Saint Helen, cerca de Liverpool, para celebrar la misa y rezar ante la tumba del beato Domenico Barberi.

«Este sacerdote pasionista, gran apóstol de Inglaterra del siglo XIX, nos ha inspirado en este recorrido. Recibió a John Henry Newman en la Iglesia católica, en 1845. Predicó cien misiones en cinco años, gastándose para que Cristo fuera conocido y amado», explica el padre Maurizio.

«Su presencia fue muy importante para los obreros de las Midlands, en tiempos de la revolución industrial, pero también para muchos anglicanos, que atraídos por su santidad pedían ser recibidos en la Iglesia católica», subraya el presbítero.

«Obviamente John Henry Newman, a quien el Papa beatificará este domingo en Birmingham, ha sido el punto de referencia más intenso de nuestra peregrinación –reconoce–. Su valentía para anunciar la verdad y su visión profética nos han dado fuerza para salir a las calles a llevar el gozoso anuncio de Jesucristo Resucitado», indica el sacerdote.

Durante las ocho horas de viaje en autobús, los peregrinos rezaron Laudes y leyeron algunos pasajes de los sermones de Newman para abrir después un debate con los jóvenes sobre esos textos, en el que expusieron sus preguntas.

«Hemos tenido un diálogo muy bello en el que se ha podido ver la actualidad y la profundidad de las intuiciones proféticas del cardenal Newman, y cómo los jóvenes son atraídos por lo que es verdadero y bello», dice Lees.

«Uno de los temas que más nos ha impresionado ha sido cuando Newman habla de quién son los verdaderos cristianos y qué es la verdadera santidad. No se trata de tener mucho entusiasmo o sentimientos; la santidad consiste sobre todo en acciones realizadas en secreto por amor al Señor. Los santos son despreciados del mundo, pero atraen y de este modo llevan a Dios», explica el catequista.

El 15 de septiembre, por la mañana, los peregrinos se reunieron en la iglesia benedictina de San Columba, en Glasgow, donde rezaron laudes y recibieron el sacramento de la Reconciliación con confesiones privadas, en una celebración presidida por el párroco, el padre Euan Marley O.P. , junto con otros diez sacerdotes.

«La escucha de la Palabra de Dios y recibir el perdón de los pecados en el sacramento nos ha ayudado a salir al encuentro de los demás», reconoce Lees.

«Pasamos la tarde en el centro de Glasgow, en las calles y plazas de St Enochs y de George Square, llevando banderas vaticanas y pancartas de bienvenida al Papa. Bailamos haciendo un círculo, cantando salmos y cánticos espirituales con guitarras, tambores, címbalos y trompetas. Algunos hablábamos con las personas que se acercaban movidas por la curiosidad».

«Hablamos de argumentos existenciales que en general no se afrontan –explica el padre Maurizio–: la vida, la muerte, el sufrimiento y el miedo. En un mundo que se ha liberado de todos los tabús sexuales, pero que ha perdido la presencia de Dios, se acontenta con sobrevivir en vez de vivir. El anuncio director del Evangelio nos ha permitido entrar rápidamente en sintonía con muchas personas».

«No ha faltado quien se profesaba ateo o ha expresado sentimientos de amargura o de hostilidad ante la Iglesia católica por lo que la Iglesia dice sobre la moral sexual y la defensa de la vida; algunos han hablado de los escándalos de pedofilia. Ya el hecho de poder hablar de las propias decepciones y sufrimientos, ayudaba a algunos a tranquilizarse y a escuchar el anuncio del Evagenlio», explica el sacerdote.

Lorenzo Lees, satisfecho, constata: «Hemos podido cantar y bailar en estas plazas para mostrar la alegría de Cristo Resucitado a un mundo que ha perdido la esperanza y la alegría, alegría que es grande en las cosas pequeñas de la vida de cada día, porque el Señor la llena de su amor».

Los peregrinos acogieron el 16 de septiembre en Escocia al Santo Padre participando en la Eucaristía, en la tarde, en el Bellahouston Park, el mismo lugar en el que la celebró, en 1982, Juan Pablo II.

«Fue un momento muy intenso. Nos impresionó en particular su exhortación dirigida a los jóvenes», explica Lees.

El Santo Padre les advirtió de que hay muchas tentaciones –«las drogas, el dinero, el sexo, la pornografía, el alcohol»–, «que el mundo os dice que os traerán la felicidad, pero que son cosas que destruyen y dividen».

Pero, «sólo hay una cosa que perdura, el amor de Jesucristo personalmente para cada uno de vosotros», dijo Benedicto XVI.

Después de la misa, los peregrinos subieron al autobús para viajar durante toda la noche y seguir al Santo Padre en su misión por Inglaterra, que comenzó en Londres.

«En los Hechos de los Apóstoles, la sombra de Pedro curaba a los enfermos a los lados del camino. Estamos seguros de que el paso del sucesor de Pedor en esta nación podrá curarnos de nuestras enfermedades y ayudarnos a seguir a Cristo en su misión», concluye Lees.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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