Tributo del Papa al ex rabino de Roma en el diálogo judeocristiano

En un mensaje por sus 95 años

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 4 mayo 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha reconocido en un mensaje de felicitación por sus 95 años el papel que ha desempeñado el antiguo rabino de Roma, Elio Toaff, a favor del diálogo entre judíos y cristianos.

La misiva, envuelta en su inicio y en su final por dos frases del Salmo 23 («El Señor es mi pastor, nada me falta»), fue leída personalmente por monseñor Georg Gänswein, secretario particular del Papa, durante la celebración, que tuvo lugar el 3 de mayo, en la que además se inauguró la Fundación Elio Toaff para la Cultura Judía, en Roma.

Toaff era rabino jefe de Ancona, en Italia, durante la segunda guerra mundial, período en el que estuvo a punto de perder la vida en varias ocasiones a mano de los nazis, y en el que combatió en las montañas junto a la Resistencia.

Acompañado por el Salmo del Buen Pastor, el Papa constata «cómo el Señor ha confortado su alma, guiándole por el camino recto, incluso en la cañada más oscura, en la hora de la persecución y del exterminio del pueblo judío».

Al final de la segunda guerra mundial, en 1946, Toaff fue nombrado rabino jefe de Venecia y, en 1951, ocupó este mismo cargo en Roma. «El Señor, en sus misteriosos designios, quiso que usted experimentara de manera singular su salvación, convirtiéndose en signo de esperanza para el renacimiento de muchos hermanos suyos», constata el Papa en su misiva.

Fue rabino de la ciudad eterna hasta que, en el año 2001, a los 86 años, anunció su renuncia al cargo, en el que fue sustituido por el rabino Riccardo Di Segni.

Como líder religioso de la comunidad judía romana, ha sido un gran impulsor del diálogo con el mundo cristiano. El de 10 octubre de 1958, con motivo de la muerte de Pío XII, afirmó: «Más que en otra ocasión, hemos tenido la oportunidad de experimentar la gran compasión y la gran generosidad de este Papa durante los años de la persecución y del terror, cuando parecía que no quedaba para nosotros ninguna esperanza».

El «sueño» de su vida (como él lo califica) se cumplió el 13 de abril de 1986, cuando Juan Pablo II, en respuesta a su invitación, visito la sinagoga de la ciudad eterna, la primera vez que lo hacía un pontífice después del apóstol Pedro.

Toaff y Juan Pablo II mantuvieron una extraordinaria amistad hasta el final de la vida del Papa. De hecho, el rabino es una de las tres personas que cita Karol Wojtyla en su testamento espiritual, junto al cardenal Stanislaw Dziwisz, su secretario personal, y el cardenal Joseph Ratzinger, su sucesor.

Por este motivo, Benedicto XVI rinde tributo a «su compromiso a favor de la promoción de relaciones fraternas entre católicos y judíos, y la sincera amistad que le unió con mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II».

El Papa concluye deseando que se cumplan en el rabino las palabras conclusivas del mismo Salmo: «Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término». Y remacha: «Shalom!».

 

 

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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