Uganda: Líderes religiosos piden urgentemente el fin de la destrucción

Denuncian la situación desesperada del norte del país

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GULU, 5 febrero 2003 (ZENIT.org).- La asociación interreligiosa más importante del norte de Uganda ha lanzado un llamamiento urgente al gobierno del país, a los rebeldes del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) y a la comunidad internacional para que se ponga fin a la violencia ciega que está devastando la región.

Al término de su asamblea anual –celebrada recientemente en Gulu, principal ciudad del norte del país–, la Iniciativa para la Paz de los Líderes Religiosos de la región (ARLPI, «Acholi Religious Leaders’ Peace Initiative»), presidida por el arzobispo católico de Gulu, monseñor John Baptist Odama, emitió un comunicado en el que describe las condiciones de estos territorios.

Según se denuncia en el documento –recogido por la agencia Misna–, los rebeldes del LRA continúan masacrando impunemente a los civiles, el ejército del gobierno comete crímenes contra la población y el número de desplazados ya ha superado los 800.000, gran parte de los cuales corre el riesgo de malnutrición.

«Dios nos llama para involucrarnos en lo que está sucediendo en el norte de Uganda –se lee en el documento– y nos dice: ¡Hablad en nombre de esta gente! Haced algo por su sufrimiento. La situación es desesperada».

Los líderes católicos, protestantes y ortodoxos firmantes del documento describen que los rebeldes del LRA asesinan sin piedad, raptan a decenas de niños diariamente, asaltan pueblos y tienden emboscadas en las vías de comunicación –por las que ya casi nadie se arriesga a circular–.

Dirigidos por Joseph Kony, los «olum» del LRA («hierba» en lengua Acholi, como se conoce a estos guerrilleros) luchan desde hace más de dieciséis años contra el gobierno, sembrando inseguridad y muerte en los distritos del norte de Uganda.

El Ejército de Resistencia del Señor lucha con las armas por la creación de un Estado basado en la observancia de pretendidos conceptos «bíblicos». Para alcanzar este objetivo, sin embargo, no duda en emprender acciones criminales contra la población civil.

De acuerdo con el comunicado de la ARLPI, los desplazados sufren «condiciones intolerables y degradantes». Además, quien puede volver a su casa, con mucha frecuencia encuentra las chozas destruidas y saqueadas por los guerrilleros o por los propios soldados del gobierno.

A este panorama hay que añadir –según el documento— la indisciplina en la que caen cada vez más las tropas de Kampala: «Personas inocentes han muerto o han sufrido robos recientemente en los puestos de bloqueo de Kitgum, Pader, Ngora y en muchos otros lugares».

Los responsables religiosos del norte de Uganda constatan también que «la mayor parte de estos hechos son silenciados o manipulados», pues la prensa gubernativa de Kampala tiende a proporcionar información brillante de las operaciones del ejército contra los rebeldes, gran parte de las cuales sin embargo han demostrado su fracaso e incapacidad para garantizar la seguridad de la población.

Ante la urgencia de «comenzar a respetar la vida humana y alcanzar la paz», los líderes de la ARLPI –es una de las principales voces de la sociedad civil en Uganda— se dirigen a los sanguinarios rebeldes: «Queridos hermanos y hermanas del LRA: no basta con decir “queremos la paz”, sino que lo debéis probar con vuestras acciones».

Las autoridades de Kampala también han recibido un llamamiento directo en la carta de la ARLPI: «Queridos hermanos y hermanas del gobierno de Uganda: no os canséis de buscar una solución pacífica. Cuidad de vuestros ciudadanos y actuad lo antes posible sobre la cuestión de la disciplina entre las filas del ejército».

«No contempléis nuestra tragedia desde lejos –dicen finalmente a la comunidad internacional— y no retraséis el envío de ayuda humanitaria. No pongáis una cortina de silencia en los medios de comunicación internacional sobre nuestros graves problemas».

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ZENIT Staff

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