Un año para la apertura del Archivo Secreto Vaticano hasta 1939

Declaraciones de su prefecto, el padre Sergio Pagano

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ROMA, martes, 18 enero 2005 (ZENIT.org).- El trabajo de una veintena de personas desde hace aproximadamente cuatro años hará posible la apertura de los Archivos Vaticanos relativos al pontificado de Pío XI (1922-1939) y con ello el acceso a un enorme campo de investigación histórica.

El período abarca desde las ruinas de la primera guerra mundial a las amenazas de la segunda, la llegada al poder de Mussolini, Hitler o Stalin, la crisis de 1929, las guerras coloniales, la de México, la de España y las leyes raciales alemanas e italianas, entre otros acontecimientos.

«Pío XI resolvió la cuestión romana con los Pactos Lateranenses (1929), protegió e incrementó la Acción Católica, celebró el Jubileo de 1925 y el extraordinario en 1933-1934, planeó un enorme proyecto misionero que llegó a China, desarrolló su acción hacia Oriente», «miró con ojos nuevos la ciencia, estableció relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y varios países del mundo», recordó el prefecto del Archivo Secreto Vaticano, el padre Sergio Pagano, a «Avvenire».

«Todo esto y mucho más reflejan los documentos de su pontificado que serán puestos al libre examen de los historiadores», confirmó.

El sacerdote barnabita subrayó además que ya en 2002 se comunicó oficialmente que, tras la apertura del pontificado de Pío XI, se trabajará para hacer accesible, con precedencia, las fuentes documentales vaticano-alemanas relativas al pontificado de Pío XII (1939-1958), en parte ya publicadas por voluntad de Pablo VI en los 12 volúmenes (1965-1981) de los «Actes et documents du Saint-Siège relatifs à la seconde guerre mondiale».

A esto se añade que ya está abierto, desde el pasado mayo, el fondo de la «Oficina de informaciones vaticana para los prisioneros de guerra», que comprende documentos de 1939 a 1947, cosa que llevó el trabajo de siete personas durante tres años.

Además, «desde hace más de un año se han abierto los archivos de las nunciaturas de Munich y de Berlín hasta 1939», recalcó el padre Pagano.

Más de 80 kilómetros lineales de documentación ocupa actualmente el Archivo Secreto Vaticano, cuyo nombre obedece exclusivamente a que es «el archivo privado del Pontífice».

Respecto a otros archivos, en materia de apertura el Archivo Vaticano está en un «punto óptimo –aclaró su prefecto–, porque en las distintas legislaciones se procede a diversos períodos de apertura, según el tipo de documento. Generalmente se va de un mínimo de 50 años, yendo marcha atrás, hasta un máximo de 100 años para los documentos más delicados o reservados».

Por ejemplo, «Italia abre sus archivos relativos a política exterior o interior 50 años después de su fecha, pero los reservados relativos a situaciones privadas de personas, o los documentos de los procesos penales, después de 70 años», apuntó.

En un año los Archivos Vaticanos se abrirán hasta 1939, y «la sucesiva apertura del pontificado de Pío XII» llevará a 1958, «pero el personal es limitado y el prolongado trabajo no permite contemplar como cercana la apertura de los documentos de Pío XII, para los cuales, como para todos los demás ya abiertos, no se tiene ningún temor de vuelcos historiográficos, absoluciones o condenas», declaró el padre Pagano.

«Una vez abierto el pontificado de Pío XI se pasará a preparar el de Pío XII» –insitió–; el desafío, como en los casos precedentes, está en la preparación del material archivístico, «como bien saben los estudiosos más serios, agravado» en el caso del Archivo Vaticano «por el hecho de que por costumbre y por necesidad de coherencia científica, cuando se procede a una apertura no se actúa, como en otros lugares, según períodos establecidos por ley, sino por pontificados enteros», y en el caso de Pío XI y Pío XII estamos ante pontificados de casi dos décadas.

«Preparar, inventariar, numerar y timbrar un número tan elevado de documentos para facilitarlos a una consulta implica, como todos comprenden, un trabajo de años y un número de fuerzas humanas, serias y cualificadas, considerable», constató.

«Es un trabajo minucioso, no fácil, largo» –dijo el prefecto del Archivo del Papa–, y aquí está «el motivo de la espera en las aperturas de la documentación vaticana».

En cuanto al acceso al Archivo Vaticano, el padre Pagano recalcó que no existe «ningún privilegio, consideración o favoritismo» hacia ningún «estudioso, eclesiástico o laico»: «todos están sometidos a las mismas reglas».

«Sólo los postuladores para las causas de los santos, como es obvio, tienen permiso de consultar documentos del período cerrado, previo consentimiento de la Secretaría de Estado, y deben mantener el secreto sobre los documentos que se les conceden, tanto durante los procesos canónicos como después», concluyó.

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ZENIT Staff

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