Un ateo, ex dirigente comunista, analiza los 23 años del Papa Wojtyla

Entrevista con Giuliano Ferrara, director del diario «Il Foglio»

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ROMA, 16 octubre 2001 (ZENIT.orgAvvenire).- Giuliano Ferrara, director del diario italiano «Il Foglio», era dirigente comunista cuando supo la noticia de la elección de Juan Pablo II. Ahora, a 23 años de distancia, hace una relectura de lo que ha significado este pontificado.

«Cuando vi en la televisión el anuncio del nuevo Papa –recuerda–, tuve un sentimiento de turbación en las certezas. El hecho de que se tratara de un polaco era un latigazo. Se comprendía que había sucedido algo, que era una decisión «con el soplo» no sé si de la historia o del Espíritu Santo».

–A distancia de tanto tiempo, ¿qué juicio prevalece en usted sobre este pontificado?

–Giuliano Ferrara: Para un laicista como yo –fuera de la fe pero que desde siempre tiene una actitud papista, en parte quizá por ser romano–, el pontificado de Juan Pablo II hay que juzgarlo en el cruce entre doctrina y política. Hay que unir al Papa, como defensor de una fe y portavoz de una extraordinaria cultura histórica y moral, con el elemento geopolítico de un Pontífice que ha construido un ejército de santos y beatos, de cardenales multicolores, que ha explorado el mundo entero, que ha rediseñado la geografía del planeta, ayudado también por los medios de comunicación que han multiplicado las posibilidades de escucha de su palabra.

–Mientras tanto, el mundo no ha cesado de secularizarse…

–Giuliano Ferrara: El Papa, en cierto sentido, sigue siendo alguien que habla en latín. Pero nunca como en estos años la tradición mezclada con fuertes elementos de modernización, introducidos por Juan Pablo II, ha conferido al pontificado un elemento de grandiosidad que quedará como la impronta más nítida de Wojtyla. Hoy la Iglesia no es una institución curial, un pequeño cónclave, sino que ha visto amplificar su voz. Ha inundado al mundo con la fuerza específica de una institución depositaria de algunas de las realidades más valiosas de la humanidad.

–¿Qué peso tienen hoy las palabras del Papa?

–Giuliano Ferrara: Las enseñanzas éticas, el magisterio sobre la vida, incluso las posiciones más férreas sobre costumbres, las cosas sencillas que dice: todo esto tiene un inmenso valor porque el Papa ha permanecido como testigo aislado en un mundo que ha recorrido a lo ancho y a lo largo. Juan Pablo II ha ejercido todas sus prerrogativas pero lo ha hecho dentro de las contradicciones de esta época. Se ha manchado las manos con el mundo y esto me emociona porque le convierte en no sólo «el Papa de la Iglesia» sino de todos: de los intelectuales y de los periodistas, de quien ha tenido pasiones acertadas o equivocadas, de los comunistas y de los ex. Es un Papa importante para cualquiera que haya tratado de entender el ocaso sobre el siglo apenas
pasado.

–¿Cuál es la palabra del magisterio que ha hecho más impacto en quien no cree?

–Giuliano Ferrara: El primado de la vida, que en realidad está en los orígenes del pensamiento liberal. La constitución y la defensa del individuo, surgida de la modernidad, tiene como raíz el derecho a la vida. En nuestro tiempo, el pensamiento laicista ha olvidado esta dimensión, transformando la vida en una variable dependiente de la evolución demográfica, de la elección de la mujer, del cambio de las costumbres. Que el Papa confirme la vida como un absoluto es la palabra más fuerte, más escandalosa e incomprensible, pero al mismo tiempo es la más escuchada en el mundo no creyente.

–En días sombríos como estos, el Papa pide rezar. ¿Qué piensa?

–Giuliano Ferrara: El Papa no puede dejar de ser un fundamentalista de la paz, con prudencia y sabiduría. No tengo un rosario, no sé rezar pero el llamamiento a la oración en un momento como este tiene un lugar preciso en el mundo. Y quien sabe si la oración de un gran Papa líder no logre desempeñar un papel incluso político.

–Un Papa líder que no oculta su fragilidad física. ¿Qué le parece?

–Giuliano Ferrara: Es anciano, enfermo, pero fuerte. Hace todo en un modo humanísimo y también un poco sobrehumano. El declinar físico, acompañado por una gran energía espiritual, genera sentimientos de auténtico amor.

–¿Qué Iglesia es hoy la del Papa Wojtyla?

–Giuliano Ferrara: Es una Iglesia que triunfa integrándose en la historia y no contra ella. No es providencialista ni proselitista, no aplasta nuestra humanidad, la piedad civil, que ha sido construida en los miles de arroyos de la cultura. No es un Papa que para ser amado pida un acto personal de sumisión a lo divino. La suya es una Iglesia que triunfa en su laicidad. Aquel 16 de octubre se liberó una energía que nunca ha desilusionado.

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ZENIT Staff

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