Un mundo sin Cruz y sin Dios

Ofrecemos el habitual artículo de nuestro colaborador, el obispo de San Cristóbal de Las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, sobre el tiempo litúrgico que vivimos.

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SITUACIONES

Estamos en Semana Santa, en un país donde el 84% se declara católico, en un continente de mayoría católica, en un ancho mundo donde más de mil doscientos millones se confiesan miembros de esta religión, más otros varios millones que se consideran creyentes en Cristo. Entre todos estos, muchísimos se esfuerzan por seguir con fidelidad los pasos del Señor y son realmente santos, héroes, ejemplos a seguir. No sólo están bautizados, meditan la Palabra de Dios, oran y practican los ritos religiosos, sino que luchan por vivir acordes con el Evangelio: sirven a los pobres, combaten la injusticia, alientan la solidaridad social, generan fuentes de trabajo y de desarrollo, defienden la vida y la familia, promueven leyes justas, combaten la corrupción, animan la defensa de la creación.

Sin embargo, muchos oficialmente creyentes, se suman a quienes prescinden de Dios y viven en estos días como si El no existiera. Sólo les interesa descansar, divertirse y pasear; algunos pretenden desestresarse u olvidarse de sus frustraciones por medio de abusos inmorales. Otros no niegan su fe, pero no aceptan la Cruz de Cristo; quisieran una religión light, a su medida, sin esfuerzos por cambiar sus criterios y actitudes contrarias al Evangelio; sólo tienen a Dios como recurso a quien acudir en momentos duros y difíciles. Otros no negamos la Cruz de Cristo, pero no la asumimos en todas sus exigencias. Es tiempo de analizar la coherencia de nuestra vida diaria, con la fe que profesamos.

ILUMINACION

Dios no es enemigo del ser humano; no es una carga insoportable; no nos amarga la existencia; no coarta nuestra libertad. Quien esto afirme, es porque no lo conoce. Dios nos ha creado para que seamos felices, para que gocemos la bienaventuranza que El es, tiene y comparte. En la medida en que lo conocemos y aceptamos el camino que nos ofrece, nos realizamos más y más como personas, como hombres y como mujeres, como niños, jóvenes y adultos. Si no aceptas esto, sólo te invito a que hagas la prueba y verás cuán bueno es el Señor.

Al respecto, dice el Papa Francisco: “Por encima de todo, debemos mantener viva en el mundo la sed de absoluto, no permitiendo que prevalezca una visión de la persona humana de una sola dimensión, según la cual el hombre se reduce a lo que produce y lo que consume: se trata de una de las trampas más peligrosas de nuestro tiempo. Sabemos cuánta violencia ha desencadenado en la historia reciente el intento de eliminar a Dios y a lo divino del horizonte de la humanidad, y advertimos el valor de dar testimonio en nuestras sociedades de la apertura originaria a la transcendencia que está grabada en el corazón del ser humano” (20-III-2013).

Y nos advierte de la tentación de querer prescindir de la cruz: El mismo Pedro que confesó a Jesucristo, le dice: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo’. Yo te sigo, pero no hablemos de Cruz. Te sigo con otras posibilidades, sin la Cruz. Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor. Yo querría que todos tengamos el coraje de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que se ha derramado sobre la Cruz; y de confesar la única gloria: Cristo Crucificado. Y así la Iglesia irá adelante” (14-III-2013).

COMPROMISOS

Si tienes vacaciones, disfrútalas. Los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús son el motivo real de que nuestro calendario los marque como no laborables. Cristo es la causa original de tu descanso, aunque ni en cuenta lo tomes. Si eres creyente, descansa y goza con tu familia, con tus sanas amistades, pero organiza tu tiempo para estar con El a solas; participa en alguna celebración; al menos, entra en una iglesia y platica con El ante el Sagrario. Verás que tu vacación es más plena.

Asumamos nuestra cruz de cada día, desde el levanto, el quehacer ordinario, el trabajo, hasta las enfermedades y los problemas, uniendo todo ello a la Cruz de Jesús: verás que todo tiene un nuevo sentido, incluso redentor.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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