Un nuevo instituto religioso al servicio de Cristo y la Virgen de Matará

Entrevista a la superiora general, la madre Maria de Anima Christi van Eijk

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ROMA, martes, 9 enero 2007 (ZENIT.org).- La madre Maria de Anima Christi van Eijk, superiora general del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, revela en esta entrevista las prioridades de este nuevo instituto religioso y reconoce que encuentra muchas veces más pobres espiritualmente en su país (Holanda) que en los países de misión, aunque «hoy por hoy todo país es un país de misión».

La Madre Maria de Anima Christi van Eijk nació en 1970. Después de estudiar Historia del Arte en la Universidad de Nimega, en los Países Bajos, se desplazó a Roma a estudiar. A los 25 entró en la vida religiosa, se trasladó a Argentina y desde el 1998 es la general de este nuevo instituto.

El Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (www.servidoras.org) , junto con el Instituto del Verbo Encarnado (IVE) forman parte de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado (www.ive.org), fundada en Argentina en 1984 por el Padre Carlos Miguel Buela.

Ambos Institutos cuentan con una rama apostólica y también una rama contemplativa así como una tercera orden seglar.

Actualmente son aproximadamente 750 religiosas en 22 países como Egipto, Tayikistán, Rusia, Ucrania, Argentina, Islandia, España, Italia, Estados Unidos, Papua Nueva Guinea y Taiwán.

Este Instituto es de derecho diocesano y fue erigido el 24 de marzo de 2004 por Monseñor Andrea Maria Erba, obispo de la diócesis de Velletri-Segni (Italia).

La Madre María de Anima Christi ha recibido a Zenit en la Procura Generalicia de este Instituto religioso en Roma, dedicada a «Juan Pablo Magno».

–Al mundo de hoy le debe costar entender «Verbo Encarnado» «prolongar el Verbo» y otras frases que caracterizan vuestro carisma. ¿Cómo podríamos decirlo de otro modo?

— Madre Maria de Anima Christi van Eijk: En mi Holanda natal casi siempre lo tengo que explicar. El Verbo Encarnado es Jesucristo, Dios hecho hombre. Cuando decimos «prolongar el Verbo» nos referimos a vivir siempre según el Evangelio a ejemplo de Jesucristo. El Evangelio no es sólo para nosotras religiosas, es para todos y debemos hacerlo conocer, llevarlo al mundo. Allí donde el mundo habla de odio y guerra, Jesucristo habla de perdón y paz.

Hay todavía tanta gente que no conoce Jesucristo y su mensaje, de ahí la urgencia de la misión, de prolongar el Verbo en las culturas del hombre en todas las manifestaciones del hombre, especialmente en una cultura que prevalentemente es de muerte.

Nosotras somos, primero de todo, misioneras y podríamos decir que tenemos tres grandes líneas de apostolado, la primera es la proclamación de la Palabra, catequizar.

La segunda, las obras de misericordia, el reconocer a Jesús en el pobre, el anciano, el huérfano, el discapacitado. En el Evangelio está el valor de la vida, el amor por la vida desde su concepción hasta la muerte natural, el amor al prójimo y el amor a Dios.

Y la tercera es la contemplación, conquistar gracias por medio de la oración. Nuestras hermanas contemplativas nos recuerdan que Dios es el único necesario, nos enseñan a elevar la mirada hacia el cielo.

–¿Por qué insisten en respirar con los dos pulmones, latino y oriental?

–Madre Maria de Anima Christi van Eijk: Los dos pulmones están siempre presentes en la Iglesia, y es una expresión que usó Juan Pablo II, al que nos sentimos muy vinculadas por haber nacido bajo su pontificado y por habernos iluminado con su ejemplo y doctrina.

Nuestro fundador ha querido que tengamos en nuestro Instituto una rama oriental para poder ayudar a nuestros hermanos de las Iglesias orientales, ya que forman parte del patrimonio indiviso de la Iglesia Universal.

Los ritos orientales son una gran riqueza, son otras expresiones de una misma fe. Gracias a Dios podemos constatar este gran patrimonio en nuestras comunidades en Egipto, donde además del rito romano tenemos hermanas de rito copto; y en Ucrania con el rito bizantino. En ambos lugares Dios ha suscitado vocaciones llamadas a evangelizar por medio de su propio rito.

–¿En qué consiste es su cuarto voto de esclavitud mariana?

–Madre Maria de Anima Christi van Eijk: ¿Este voto es hermoso, verdad? Este voto es una consecuencia lógica de la encarnación del Verbo. Jesús se hizo hombre en el seno de la Virgen María. Por medio de María vamos a Él. Es parte de la espiritualidad de S. Louis María Grignon de Montfort escrito en su «Tratado de la Verdadera Devoción a María». María es una presencia natural en nuestra vida, por María queremos llegar al corazón de su Hijo. Aparte de la fórmula tradicional de los tres votos (pobreza, castidad, obediencia) tenemos este cuarto mariano. Somos misioneras y marianas.

–¿Cuál es su sueño para su congregación?

–Madre Maria de Anima Christi van Eijk: La santidad de sus miembros y de todas las personas que están en contacto con nosotras. ¿Qué sentido tiene nuestras obras sin la santidad? No me gusta reducir la vida religiosa meramente a obras exteriores. Tenemos que ser «sal de la tierra y luz del mundo», hacer que aumente la vida de gracia en las personas. Yo no me siento llamada a grandes obras materiales, a edificios y paredes, sino a lo más interior, adentro, a la vida de gracia.

Vengo de una sociedad no católica, soy consciente del gran don que Dios me ha dado al poderle conocer y pienso en cuántas personas están como estaba yo antes de conocerle y amarle.

–En sus viajes como superiora general, ¿qué impresión tiene de las nuevas misiones?

–Madre Maria de Anima Christi van Eijk: Considero una gracia muy grande poder visitar a nuestros misioneros en sus distintos lugares de misión y poder pasar algunos días a su lado y ponerme a servir y a trabajar con ellos. De esta manera puedo encontrarme con muchas personas y este contacto me ha hecho consciente de lo que dice Santa Teresita, que en todo hombre está «Jesús oculto en el fondo de su alma». El misionero misiona y a su vez es también misionado, porqué «la fe aumenta dándola».

Es necesario proclamar el Evangelio, para que Cristo pueda reinar en las almas. No solamente debemos vivir nosotros la vida de Cristo buscando en todo a Dios, sino también difundir la vida de Cristo en los demás.

Y mire, encuentro muchas veces gente más pobre espiritualmente en mi país que en los lugares tradicionalmente llamados de misión. Aunque hoy por hoy todo país es un país de misión.

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ZENIT Staff

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