Un nuevo ministerio pastoral entre los náhuatl, la mayordomía

Coloquio en México sobre Pastoral Urbana

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CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 27 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- ¿Cómo inculturar el evangelio en una población de predominante etnia amerindia? En México, una experiencia exitosa es la que realiza el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos en coordinación con la Pastoral Urbana. En el pueblo náhuatl existe el ministerio de las mayordomías, consolidado por una larga tradición en esta comunidad creyente.

Este 13 de octubre, se realizó en la sede del Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos de la archidiócesis de México el simposio “Mayordomías en la Ciudad”, del que han informado a ZENIT los organizadores.

La mayordomía es una institución traída al Nuevo Mundo por los españoles como un medio de implicar e integrar a las comunidades en torno a los santos patronos –propios de cada pueblo o barrio- y también como instrumento de evangelización y consolidación del cristianismo. El mayordomo de la cofradía de un santo tiene una autoridad moral entre la población que no proviene de los poderes establecidos.

Se asemeja a la actual experiencia española en la integración de la población gitana, en colaboración con personas de autoridad de la comunidad, los patriarcas. Cuando hay un problema de violencia interna dentro de un barrio de población gitana –o de tráfico de drogas, riñas entre familias, etc–, se recurre al patriarca del barrio, que ha valer su autoridad y porta un bastón de mando.

Similarmente, la mayordomía en el Nuevo Mundo entraña una complejidad de significados culturales, sociales, religiosos, económicos y políticos. El paso del tiempo ha derivado en que los antiguos pueblos queden integrados a grandes ciudades, sin embargo la vigencia de la mayordomía se mantiene como un mecanismo fuerte de identidad e integración, si bien, conserva un fuerte sincretismo que lo hace una realidad sui generis.

En su mensaje de inauguración, el maestro Jesús Antonio Serrano, coordinador del máster en Pastoral Urbana –entidad organizadora del evento–, destacó que la mayordomía despierta interés. Pero un interés más por su control que por comprender su significado; y más por domesticarla que por aprovecharla para la integración comunitaria y la evangelización.

Ramiro Gómez-Arzápalo, profesor en el mismo máster, expuso de qué manera el mayordomo se convierte en los pies y manos del santo para poder andar por la comunidad, pues las imágenes de los santos salen del templo y se mueven para “oír misa” y para recorrer el pueblo.

La celebración religiosa en un contexto cultural fuerte desafía la racionalidad institucional. No se trata de ignorancia. Es una opción social, una toma de postura del pueblo ante el grupo hegemónico religioso. Ayuda a la cohesión social y a la reproducción social. Se trata de claves estructurales de la religiosidad popular mediante “un sistema de cargos”.

María Elena Padrón, académica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia,  expuso las características de la mayordomía del pueblo de San Bernabé Ocotepec. El sistema de cargos es un sistema de defensa de la comunidad frente a la intervención externa. En San Bernabé Ocotepec hay formas institucionalizadas de representación y servicios en beneficio del pueblo. Los cargos no son una autoridad civil formal pero poseen un poder simbólico que les permite intervenir en la toma de decisiones.

Alejandro Gabriel Emiliano Flores, alumno del máster en Pastoral Urbana y pastoralista en la VII Vicaría de la Arquidiócesis de México, realizó un análisis riguroso. Definió al mayordomo como un gestor cultural [similar al mediador cultural, en Europa] que requiere un prestigio social. Los mayordomos deben ser gestores tanto frente a la comunidad civil como con la eclesiástica, con otras mayordomías que la delimitan y le reafirman identidad, con otros grupos para definir el espacio.

El conflicto más frecuente lo tienen con la autoridad eclesiástica porque comparten características. Aunque también hay diferencias. La mayordomía es elegida por la comunidad y la autoridad eclesiástica les viene de fuera. Conserva valores tradicionales y expresa su religiosidad popular. La autoridad eclesiástica busca canalizarlos por la liturgia, que sea en los límites de la razón y no de forma afectiva como proponen los mayordomos. La mayordomía siempre será cerrada porque para eso fue creada, para conservar valores. “Quien debe tener apertura es la autoridad eclesiástica”, dijo Flores.

José Luis Téllez, sacerdote de la VII Vicaría, trabajó de 1979 a 1999 en el pueblo de Santiago Acahualtepec, en Iztapalapa. Reconoció las transformaciones de la comunidad y lo arraigado de su identidad náhuatl, aislada relativamente de la gran ciudad. El núcleo de su apostolado fue conocer las relaciones, las motivaciones, entrar en contacto con las costumbres y la escucha de las personas que comprendían su comunidad.

Téllez definió que su reto ante esta comunidad, duramente tradicionalista que lo rechazaba, era un proceso evangelizador. Sólo si amas el pueblo, vale la pena seguir, si no, es mejor no alterar su vida. Fue una de las consignas que se fijó.

Los diáconos Eduardo  Vizueth e Ignacio Abarca hablaron del concepto de mayordomía y sus fuentes bíblicas. Si Dios es dueño de todo, nosotros somos mayordomos de las cosas, administradores.

La mayordomía es una organización social que se extiende por Mesoamérica. Representa los ciclos vitales. Por lo tanto, la propuesta de atención pastoral tiene que venir desde el mismo magisterio de la Iglesia, como señala el Documento de Aparecida.

Ignacio Abarca explicó que las partes duras son las que prevalecen en la manifestación y significado es lo que se socializa con la comunidad para asegurar su conservación.

El padre Benjamín Bravo comenzó hablando de los rituales que articulan la vida, nacimiento, reposo, matrimonio, etc. El lenguaje de la religiosidad popular es mítico y cultural, usa símbolos, colores, iconos, etc.

El cristianismo emplea un lenguaje razonado en el que cuentan las palabras. En cambio, la religión popular se expresa con objetos, especialmente en las fechas más llenas de significado. Sugirió un encuentro con simpatía hacia su cultura. Por ejemplo, mientras que el saludo litúrgico es frío y lineal, el saludo ritual tradicional implica encuentro, afecto, reconocimiento. “Los presbíteros siempre queremos purificar esta cultura”, dijo.  

Otro ejemplo, está en las imágenes de Cristo sangrante. En la cultura prehispánica, los dioses habían sacrificado su sangre a favor de los hombres, de ahí que dicha imagen tenga un gran significado cultural.

Por su parte, el padre Jorge García Llanos dijo: “Nos falla el diálogo para acercarse a estos signos”. Puso el ejemplo de un sacerdote en San Bernardino, próximo al Niño Dios “Niñopa”, que es el elemento más fuerte de identidad de Xochimilco. El nuevo párroco quiso obligar a que el niño se quedara en el templo y no en la casa de los mayordomos como se usa. Luego no aceptó que el niño asistiera al templo. La gente llevó al Niño Dios al templo a escondidas hasta que obligaron a que el sacerdote escapara escondido. “Eso ocurrió por no saber leer el significado del ‘Niño’ para la comunidad”, concluyó.

Asistieron al simposio mayordomos de diversos pueblos, con sus bastones de mando. Hablaron positivamente de la preocupación de la Iglesia por entenderles mejor. Se reconoció que no sólo la Iglesia requiere de los mayordomos y las fiestas populares del pueblo, sino que éstos requieren de la Iglesia.

Los más de 120 asistentes, que llegaron de las diócesis de México, Cuernavaca, Texcoco, Tlalnepantla, Toluca, Ecatepec, San Luis Potosí, así como de varios institutos religiosos y misioneros, reconocieron la importancia de continuar reflexionando sobre estos temas y manifestaron su disposic
ión a avanzar en una mayor inculturación del Evangelio.

Para más información: www.pastoralurbana.info.

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ZENIT Staff

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