Un sacerdote italiano denuncia el tráfico de niños rusos a Europa

Una mujer de Volgogrado habría «exportado» seiscientos menores

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ROMA, 15 octubre 2001 (ZENIT.org).- El sacerdote italiano Oreste Benzi, fundador de la Asociación Juan XXIII, tras realizar un viaje a Rusia ha denunciado la existencia de una red de tráfico ilegal de niños rusos hacia Europa y otros países.

Tras haber visitado un centro para menores de edad y una comunidad terapéutica en Volgogrado, gestionados por su asociación, el padre Benzi afirma: «Existe desde hace años un tráfico ilegal de niños de Rusia hacia otros países, entre ellos en primer lugar Italia. Se les hace pasar por minusválidos pero en realidad se paga por ellos hasta 50.000 dólares».

Durante su estancia en Rusia, el sacerdote se ha entrevistado con autoridades civiles, religiosas y magistrados que han denunciado el tráfico de niños hacia Europa.

«Me han contado –explica el sacerdote– que existen enteras aldeas rusas en las que no quedan niños. Por ello se comprende que Rusia, Rumanía y Ucrania hayan congelado desde hace tiempo las adopciones internacionales».

El padre Benzi informa que, en Volgogrado, se está juzgando a una señora, Nadia Fratti, por haber falsificado los documentos de al menos 600 niños sanos pero llevados a Italia como minusválidos.

Tanto la ley rusa como la italiana, prevén normas restrictivas y severas para impedir abusos en la adopción internacional. Pero la ley rusa permite la adopción internacional de niños minusválidos que están internos en instituciones. Esta es la vía para el tráfico de niños.

«Basta un director de una institución complaciente, un médico que los declare inválidos, un abogado que conoce las practicas de adopción, un traficante de menores, un ente autorizado a hacer adopciones y alguien que pague hasta 50.000 dólares y la familia europea, en un par de meses, lleva a casa su niño, declarado inválido, pero sanísimo», explica el padre Benzi.

Según informa el sacerdote italiano, durante este proceso de venta de menores, el médico de la Casa de los Niños de Volgogrado, Ginnasio Ramadanov, colaborador de la señora Fratti, ha confesado a los jueces: «Pido perdón al pueblo ruso por haber contribuido a llevar a sus hijos al extranjero».

Los medios de comunicación rusos han dedicado amplio espacio al caso.

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ZENIT Staff

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