Un teólogo hace un balance del Año del Rosario

La Carta del Papa: un documento bien acogido que hay que cultivar

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ROMA, 24 octubre 2003 (ZENIT.org).- Al concluir las celebraciones del vigesimoquinto aniversario de pontificado, en el que Juan Pablo II convocó el Año del Rosario, un teólogo consejero del Vaticano hace un balance de su acogida a nivel mundial y, reconoce, «un año no es suficiente».

Doce meses después de que el Papa firmara su Carta Apostólica «Rosarium Virginis Mariae», se puede constatar que el documento ha sido «acogido, vivido y estimado sobre todo por su planteamiento teológico-espiritual que reclama la realidad del Rosario como una especie de continuidad con la “Novo Millennio Ineunte”».

De hecho, según el balance del padre Jesús Castellano Cervera, carmelita descalzo, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la carta del Rosario ofrece una perspectiva mariana de esa contemplación de Cristo en «Novo Millenio Ineunte».

Para la acogida del documento –firmado el 16 de octubre de 2002– ha sido muy importante el papel de los obispos, puesto que al hablar del texto «la carta ha entrado en el pueblo de Dios», explicó a Zenit.

Profesor de teología dogmática, liturgia y espiritualidad de la Facultad Pontificia Teológica «Teresianum», el religioso ve de gran interés que «el Papa haya insistiera tanto en querer dar un planteamiento teológico y espiritual al Rosario, un planteamiento que es a la vez cristológico y trinitario, y María se sitúa allí, en el misterio cristológico».

Con la carta del Papa, la perspectiva de esta oración mariana se renueva con «una fortísima llamada al Rosario como camino de santidad, especialmente por la contemplación del rostro de Cristo, y de los misterios de toda la vida de Cristo».

«El Rosario es un viático de vida espiritual a través de los misterios de Cristo y los misterios de la vida mariana», describe el padre Castellano.

«El Papa –añade– ha llamado a rezar e insistir en una oración que se hace contemplación y, por lo tanto, en síntesis entre fe y vida, entre la mente y el corazón».

Por otra parte, la novedad de los Misterios Luminosos ha sido «bien acogida, con entusiasmo». Y es que «llena una laguna y propone la posibilidad de entrar en el misterio de Cristo a través del bautismo, la transfiguración –exaltada por la homilía occidental y oriental–, las bodas de Caná –uno de los misterios donde María está presente–, la Última Cena y la institución de la Eucaristía, signo de grandísima intensidad por parte de Jesús, donde se recapitula toda su vida antes de encaminarse a la Pasión y Resurrección».

Todas estas aportaciones hacen que un año no sea tiempo suficiente para acoger «un documento de este tipo». «Esta acogida de la carta y la transmisión a las nuevas generaciones debe ser cultivada», indica el estudioso carmelita.

Y advierte: «Para comprender a fondo este texto hay que ponerse ante el rostro de Cristo y contemplarlo con los ojos de María y de la Iglesia».

De todas formas, en cuanto a una primera repercusión del documento, el padre Castellano hace un balance discreto. «Ha habido numerosísimas publicaciones de la carta del Rosario, y muchísimos textos distribuidos para recitar mejor la oración mariana. Sin embargo ha faltado una manifestación muy visible que diera peso a la iniciativa del Santo Padre», reconoce.

«En Roma, por ejemplo, no ha habido ningún congreso mariano que haya tenido como centro el Rosario –observa–. Ha habido muchas manifestaciones locales, pero ningún gran congreso científico».

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ZENIT Staff

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