Una canción para Juan XXIII

ROMA, 24 agosto (ZENIT.org-AVVENIRE).- Pocos kilómetros separan la casa natal de Angelo Roncalli, en Sotto il Monte, de la casa en la que nació Camillo Ferdinando Facchinetti, apodado Robby, cantante del grupo «Pooh», desde hace más de 30 años. Quizá este dato explica por qué, mientras el grupo estaba grabando su nuevo álbum que saldrá a finales de septiembre, Robby Facchinetti se ha ausentado a menudo de su estudio de grabación debido a un proyecto que le era especialmente querido: dedicar una canción al «Papa bueno».

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Se trata de un Aleluya con la colaboración de la Orquesta estable de Bérgamo y el Coro de pequeños músicos de Casazza.

–¿Cómo se le ha ocurrido escribir una canción para un Papa?

–Como originario de la provincia de Bérgamo no podía absolutamente faltar a un acontecimiento irrepetible: la beatificación de un Papa paisano mío. Y dado que hago música, no podía hacerlo sino con una canción.

–¿Una opción dictada por el oportunismo o es algo más profundo?

–Obviamente hay algo más. No he escrito un Aleluya por casualidad. Es mi modo de decir gracias a Juan XXIII. Una figura familiar para mí ya que he crecido oyendo hablar de él continuamente. La mía es una familia muy católica. Mi tía era religiosa, mi padre era sacristán y mi hermano, Noé, estuvo cuatro años en el seminario. Luego estaba mi abuela, religiosísima. Vivía en la periferia de Bérgamo frente a la hermana de Angelo Rocalli y me transmitió el cariño por este Papa que, hasta que fue patriarca de Venecia, venía muy a menudo a nuestra tierra.

–Usted hace canciones desde hace 30 años. Pero escribir una para un Papa no es algo de todos los días. ¿Cómo ha afrontado esta aventura?

–Con gran emoción. Pero sintiendo a este Papa tan cercano, tan de casa, no me ha costado escribir este Aleluya.

–¿Qué dice el texto de la canción?

–Cosas sencillas: el hecho de que aunque Juan XXIII ya no está entre nosotros sigue viviendo hoy en tantos de nuestros pequeños gestos de todos los días: en la sonrisa de un niño o en la caricia de una madre.

–¿Qué destino tendrá esta canción después de presentarla en televisión el 30 de agosto?

— Se convertirá en un compact disc que se insertará en el libro «Un Papa llamado Juan». Y la cosa que más me gusta es que será distribuido principalmente en las escuelas para hacer conocer a las nuevas generaciones quién era y qué ha representado este Papa excepcional.

–Cuando el Papa Rocalli murió usted tenía 19 años. ¿Qué recuerda de aquellos momentos?

–Experimenté un dolor grandísimo, como si hubiera desaparecido un familiar mío. Uno de nosotros. Un sentimiento, creo, que han experimentado muchos en todo el mundo.

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ZENIT Staff

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